Primavera Sound: los 90 están de moda
Las dos primeras jornadas del Primavera Sound han dejado claras dos cosas: que el festival ha cumplido diez años con una salud de hierro (con más escenarios que nunca, más grupos que nunca y más gente que nunca) y que los noventa están de moda. ... Bandas como Pavement, Superchunk o los mismísimos Pixies, que en sus días de gloria se movían por salas en las que apenas cabían 1.000 personas, encabezan ahora carteles de grandes festivales y atraen, a falta de confirmación oficial, a más de 100.000 personas.
No cabía ni un alfiler ayer en el escenario principal cuando se acercaba la hora de Wilco y Pixies, y muchos eran los que sucumbían al drama de los horarios y sacrificaban uno de los mejores conciertos del festival, Shellac, con tal de coger un sitio decente para disfrutar del sonido perfecto y quizás algo apagado de la banda de Jeff Tweedy, o saltar (aunque fuera a 200 metros del escenario) con los riffs de guitarra de Frank Black o aullar a la luna los coros de una Kim Deal sonriente en “Where is my mind”.
A Wilco está claro que se le venera en España. Ayer volvió a quedar claro una vez más en el escenario San Miguel, donde dieron rienda suelta a su sonido delicado y repleto de melodías redondas, que han llevado al mismo presidente Obama a asegurar en más de una ocasión que Wilco es su banda favorita. No importaron los problemas de sonido iniciales, el público ya estaba en el bolsillo y estos chicos todo lo que tocan se convierte en oro... y ellos parecen disfrutar con ello.
Pero la noche era de los Pixies, una experiencia deliciosamente extraña. Más de 40.000 almas cantando al dedillo las canciones de un grupo que cuando se separó era considerada una banda de culto. Pero de eso (como pasa el tiempo), hace ya 20 años.
Todos eran hits, desde la canciones más pegadizas y melódicas (como “Here comes your man” o “Monkey goes to heaven”), a las más enérgicas y rockeras (no podía faltar una impresionante “Debaser”, con miles de personas gritando aquello de “but I am un chien andalusia” en homenaje a Buñuel) o, incluso, con los destellos en español de la histriónica y delirante “Vamos”. ¿Qué vuelven por dinero? No creo que ayer eso le importara mucho a la multitud, que vivió una hora y media de auténtica fiesta.
Lecciones de rock de Superchunk y Pavement
Un espíritu adolescente que ya impregnó el escenario principal, a base de guitarrazos, la primera jornada del festival. A las 22:00 horas aparecieron Superchunk con un concierto apabullante, quizás el único de los que juegan en las grandes ligas del indie internacional que no parecía forzado.
El carismático e incansable Mac McCaughan, la bajista Laura Ballance, el batería Jon Wurster y el guitarrista Jim Wilbur fueron soltando, uno a uno, otro buen puñado de hits (claro está, más desconocidos que los de Pixies), de una carrera con pocas manchas que acaba de cumplir 20 años).
Por allí fueron sonando discos tan importantes para el rock de las últimas dos décadas como “Foolish” (1994) y “Here’s where the strings come in” (1995), auténticas lecciones energía con las que la banda parece pasárselo como el primer día. Ver a McCaughan dar botes mientras puntea en temas como “Hyper enough” o “Iron on” es algo de lo que se puede disfrutar muy pocas veces.
Y luego llegó el turno de los esperadísimos Pavement, otra de esas que se han apuntado al carro de los regresos para (supongamos mal) llenar las arcas. Y eso que su líder, Stephen Malkmus, sigue desarrollando una sana carrera en solitario, y el bajista, Mark Ibold, ha pasado a formar parte de Sonic Youth, y eso sí que no es un mal trabajo. Quizás por eso ahora la pero banda que mejor sonaba en la década de los 90 es ahora una máquina más precisa, donde todo suena ahora más limpio, pero igual de original y genuino.
La mayor sorpresa del Primavera de este año (con perdón de Pixies, The Fall o las grandes promesas del año, como The XX) dieron otro conciertazo ante cerca de 40.000 personas, que comenzó con “Trigger cut”, de su primer disco (“Eslanted and enchanted”, 1992), y siguió con un repertorio de las joyas grabadas por el grupo hasta 1999: “Here”, “In the mouth a dessert”, “Kennel district”, “Silente kit”, "Stop Breathin'", “Elevate me later”, “We dance”, “Stereo”... con un Malkmus desganado (no malinterpretemos, es la pose que siempre tuvo), acompaño de una banda solvente, que parece haber aprendido a tocar.
“Gold Sounz” y “Range life”, dos himnos generacionales con aires a nostalgia, fueron las encargadas de cerrar un concierto que seguro que para muchos fue, y con razón, clásico. ¿Qué vuelven por dinero? ¡A quién le importa!
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete