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Cat power, el poder del imprevisible tigre melancólico

La diva del folk indie creó en el Teatro Circo Price un estado de conciencia moroso e hipnótico atravesado por el empuje de su voz

Cat Power en el Teatro Circo Price ABC
Javier Villuendas

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La voz sugerente, quebrada y poderosa de la diva del folk indie Cat Power amansó ayer a las «fieras», en realidad muy domadas con un público veterano y acomodado (entradas de 30 y 40 euros), en su concierto en el Teatro Circo Price. De hecho, la «fiera» era ella, magnética, imprevisible e hipersensitiva, y con fuerza, cosa no baladí tras un largo historial de borracheras y depresiones y pánico escénico.

Charlyn Marie Marshall (46 años) atacó su concierto de una manera reposada en el que costó entrar, con la lenta «He turns down» y una concatenación de versiones de Nick Cave, James Carr y Sinéad O´Connor. No sería hasta «Woman», «Me voy» e «In your face» cuado la cosa se puso más interesante.

Para generar atmósferas hay que sacar a la gente de su vértigo egomaniaco habitual y, por eso. el show tardó en carburar para luego elevarse en un estado de conciencia particular conducido por un vozarrón envuelto en estilosos arreglos indies. Parapetada en un vestido negro feote que casi era una túnica de echar las cartas y leerte el futuro, Cat Power sorteó la posibilidad de ofrecer un tostón para dirigir a su manera una liturgia de rock tranquilo y melancólico.

A su manera porque rebosa espontaneidad alucinada. Salió con un incienso como si fuera un cigarro y se contorsionaba como le pedía el cuerpo sea raro o sensual, entre tambaleos quería que le subieran el micro y tras apuntar con el dedo dos veces hacía arriba le pegó varios golpes seguidos con fiereza. Pocas bromas. Cada fan de Cat Power tiene una historia de sus conciertos, contaba el New York Times en 2006: de cuando le hizo un calvo al personal, o cuando habló con una ardilla, o cuando tocaba tres acordes y cambiaba de canción y tras varios fragmentos invitó a su público a que se fuera a tomar...

No tocó la esperada «The Greatest» en la parada madrileña por la gira de su décimo disco, y cerró con «Good woman», «Wanderer» y una emotiva «Moon» junto a su guitarrista. Después se quedó sola y cantó a capella. Y dio muchas veces las gracias creando una situación de extraña intensidad como hablando sola y tratando de ¿dibujar un corazón con los dedos? pero haciendo una cosa incomprensible. Y dijo también: «Tratar de proteger vuestro corazón antes de dárselo a alguien».

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