Paul McCartney abre el cofre de los tesoros de una música inmortal

[«Yesterday»; por Manuel Vilas]

Se respiraba un ambiente eléctrico para ver, efectivamente, a una leyenda superlativa del pop, mientras sobrevuela siempre la duda de si será la última oportunidad de escucharle en directo por estos lares. Sobre todo teniendo en cuenta su edad, 73 años muy cerquita de los 74 , y que además no se prodiga demasiado, es decir, casi nada, por nuestro país, al contrario que los Rolling Stones o Bruce Springsteen, artistas que, quizás por ello, probablemente, concentren un mayor número de forofos entre nuestras huestes.

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Pero anoche nos encontramos con alguien que empieza su espectáculo, titulado «One on One» , con una canción como «A Hard Day’s Night» , y es que además la susodicha lleva su firma junto con la de Lennon, no está haciendo una imitación. Y para ofrecer a continuación un espectáculo enorme, en un escenario enorme, con un repertorio enorme, con bonitos efectos luminosos al fondo del decorado para alumbrar los momentos más festivos, e incluso láseres y fuegos artificiales con «Live and let die» .

Y va combinando canciones de los Beatles con los de los Wings y las de su etapa en solitario, cambiando del bajo al piano y a la guitarra acústisca. Pero sobre todo se centra en las composiciones de los Fab Four, sabedor de que es su gran cofre del tesoro. Con partes en las que todo el mundo salta, se emociona y corea, y otras para escuchar cantando entre susurros y, si es posbile, agarrado a la pareja, como «And I Love Her» o «Yesterday» (bonita versión, a un ritmo más rápido y a guitarra sola).

Su voz, por cierto, aguanta con dignidad el trote -quizás la que le más le costó fue «The Fool on The Hill» , por eso de los subidas y bajadas de tono, pero enseguida se desquitó con «Lady Madonna» ; y el sonido era estupendo (sin comparación posible con el escuchado en el Bernabéu con Springsteen).

Y no faltaban frecuentes bromas y comentarios entre canción y canción . Por ejemplo, cuando se quito la chaqueta y dijo: «Este es el único cambio de vestuario del concierto». Su aspecto era juvenil, con pantalones vaqueros y camisa blanca . No faltó el emocionado homenaje a John Lennon, a George Harrison , con «Something» , y a su fallecida mujer, Linda , con «Maybe I’m Amazed» . «Esta canción la escribí para ella», dijo en español, precisamente porque ella le ayudó cuando cayó en la desesperación al ver cómo se rompía la mejor banda del mundo .

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El primer cuarto del recital no fue demasiado conformista, ya que tras el primer tema siguió con «Save Us» y «Letting Go», pero en medio cayó «Can’t Buy Me Love» . Después llegaría toda la artillería, las canciones de los guateques, los himnos imperecederos. «You Won’t See Me», «Blackbird», «Hey Jude» , y «Back in the URSS», y «Let it be» ... incluso «Band on the Run», esta de su etapa con los Wings, pero que poco tiene que envidiar a las anteriores. Hasta un tema en principio tan insustancial como «Ob-La-Di, Ob-Bla-Da» adquiere mayor presencia en directo, ¿quién lo iba a decir? Pero en defintivia, ¿quien en el mundo puede mejorar lo que puede ofrecer McCartney? Algunos no lo entenderán, pero acompañarle durante el «na na na nana nanana, hey jude» , es un momento mágico. ¿Y el comportamiento de la estrella? Como dijo una espectadora a la salida, un auténtico profesional .

[«Yesterday»; por Manuel Vilas]