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Oscar Peterson, uno de los grandes del piano de jazz, fallece a los 82 años

LUIS MARTÍNMADRID. La afición del jazz está sumida desde ayer en una honda tristeza. El pianista Oscar Peterson, que brindó al panorama de los primeros 50 uno de los tríos más interesantes del jazz

LUIS MARTÍN

MADRID. La afición del jazz está sumida desde ayer en una honda tristeza. El pianista Oscar Peterson, que brindó al panorama de los primeros 50 uno de los tríos más interesantes del jazz moderno, junto al guitarrista Barney Kessel y al contrabajista Ray Brown, falleció el pasado 23 de diciembre a consecuencia de una complicación. en su casa de Toronto. Contaba 82 años de edad.

Art Tatum y Nat Cole son un tándem musical indisoluble a escala mundial. Y no hay exageración en tan amplio detalle geográfico. Basta reparar en el hecho de que tanto Tatum como Cole han sido, junto a Bud Powell, los pianistas de mayor y más amplia difusión planetaria, y han dejado su impronta en casi todos los instrumentistas surgidos tras ellos y como consecuencia de ellos. Es interesante recordar este dato ahora, cuando acaba de fallecer otro de los grandes iconos del piano contemporáneo, Oscar Peterson.

Influencia de Nat Cole

Nacido Oscar Emmanuel Peterson en Montreal, en 1925, Peterson recibió las primeras clases de piano de su padre, un emigrante caribeño originario de la Federación de las Indias Occidentales. Paradójicamente, poco tiempo después, mientras trabajaba en la Canadian Broadcasting Corporation, fue Paul Marka, discípulo de Listz, quien le ayudó a mejorar técnica. Peterson contaba ya entonces con el virtuosismo de Art Tatum. Y llevaba algún tiempo turbado con la poderosa influencia de Nat Cole.

En 1949, el empresario Norman Granz decidió proporcionarle un billete para Nueva York. Destino: el Carnegie Hall. En tan egregio marco se desarrollaban los conciertos del programa Jazz At The Philharmonic, un acontecimiento que marcó un antes y un después en la carrera de Peterson. El tiempo, ese ceñudo e insobornable juez, dio pronto un veredicto inapelable acerca de su asociación con Ray Brown y Barney Kessel, antes de que Peterson sustituyese la guitarra del último por la batería de Gene Gammage, primero, y, más tarde, por la de Ed Thigpen; el músico se había ubicado en el plano supremo de la actividad creativa.

Fueron casi veinte años de éxitos, traducibles en giras y grabaciones de discos. En 1966, Sam Jones cubriría la baja de Ray Brown, al tiempo que Louis Hayes y Bobby Durham se ocupaban de la batería. Oscar Peterson entraba así en la década de los 70 convertido en héroe. El guitarrista Joe Pass, el contrabajista danés Niels-Henning Orsted-Pedersen, el trompetista Roy Eldridge o la cantante Sarah Vaughan iniciaban un trabajo con el músico que todavía disfruta de excelente salud en varios discos entregados a Pablo, la fonográfica de Norman Grantz, y en el recuerdo de muchos aficionados que rememoran ahora su paso por festivales como Montreux o por diferentes ciudades de la extinta U.R.S.S.

En los años que sobrevinieron, partiendo de un punto alto -y nos referimos especialmente al abultado número de discos publicados-, Oscar Peterson fue exhibiendo un pianismo cada vez más efectista y desdibujado. Desde luego, ya no era el virtuoso que introdujo a Monty Alexander en los círculos estadounidenses, ni tampoco el que fue comparado con Bill Evans. En 1994, Peterson sufrió una embolia que dejó secuelas en su mano izquierda e hizo que sus apariciones fuesen cada vez más infrecuentes, hasta desaparecer del todo. Acaba de fallecer una pieza seminal en la historia del jazz contemporáneo.

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