Manuel Alejandro: «Soy un músico desafinado»
A sus noventa años, el autor de centenares de canciones inolvidables ofrece su primer concierto; será el sábado en el Teatro Real
Manuel Alejandro, ayer martes en el Teatro Real
Por inverosímil que parezca, el concierto que ofrecerá Manuel Alejandro (Jerez de la Frontera, 1932) en el Teatro Real será el primero de su carrera. A sus noventa años, y con varios centenares de canciones -escritas para artistas como Raphael, Rocío Jurado, Julio Iglesias, Marisol ... o José Luis Rodríguez 'El Puma'- que se han incrustado en la memoria de varias generaciones de españoles y latinoamericanos, Manuel Alejandro no tiene intención alguna de jubilarse -les ha prometido canciones, revela, a Pablo Alborán y a Mateo Abraham-; es más, ahora se va a convertir en un debutante. Con un levísimo acento andaluz, delatado por su seseo, asegura con humor encontrarse en su cuarta juventud. «Lo único que tengo es sensibilidad -dice con modestia-; no soy un compositor, solo soy un escribidor de canciones, y cada canción es un pétalo que se desprende de la música». 'Te voy a contar mi vida' se titulará la velada del Teatro Real -«no me gusta la palabra concierto, un concierto es otra cosa», argumenta-. En ella «contaré, más que cantaré, mis canciones; he escrito un relato para contar este tiempo de rosas y espinas». Manuel Alejandro, como buen 'principiante', se confiesa nervioso y muy emocionado ante la cita.
¡Qué bonito poder, a los 90 años, mirar hacia adelante y no solo hacia atrás!
No me ha gustado nunca mirar hacia atrás. Siempre he pensado que volver no merece la pena, ni pensar en la vida que has vivido. Hay que vivir la futura. Y creo que sí, que la vamos a vivir de alguna manera.
¿Por qué se ha decidido ahora a hacer su primer concierto?
Hace tiempo que unos locos -sonríe con picardía- me lo están proponiendo, porque me han oído contar cosas en casa. 'Es una pena que no se sepa todo lo que cuentas en tu estudio, ¿por qué no lo haces en el escenario?' Y al pensar dónde podría hacerlo, no tuve ninguna duda: el Teatro Real. Es el teatro que mejor conozco; he venido aquí siempre, desde que llegué a Madrid hace setenta años. Venía a los conciertos que se celebraban antes de que se convirtiera en teatro de ópera. Incluso una vez me subí a su escenario para hacerle un homenaje al maestro Quiroga. Estaban también Antón García Abril, Bernaola, Cristóbal Halffter... Todos compañeros míos del Conservatorio. Y ahí subí a dirigir la orquesta; me acuerdo que hice los arreglos de dos canciones de Quiroga -que ese sí que fue un gran maestro... un enorme maestro-: 'María de la O' y 'Catalina fue a la fuente' Les hice un arreglo sinfónico -cada uno hizo un par de canciones- y las dirigí. Así que por lo menos sé cómo se ve el teatro desde el escenario. Ahora, es como quien va al tendido y un día se pone delante del toro. Pues yo me voy a poner delante del toro, de ese toro que es el piano, negro zaíno...
...Con teclas como cuernos.
Con teclas negras también... Teclas blancas, pero muchas negras -ríe con ganas-. Pero sin barrera, y eso es lo malo, porque los toreros tienen barrera, y sin la agilidad tampoco de poder saltarla.
Las cicatrices las lleva uno en la vida desde que nace, lo mismo que las inquietudes
¿Con cicatrices y arrugas se escriben mejores canciones?
Las cicatrices las lleva uno en la vida desde que nace, lo mismo que las inquietudes. Todo depende de a quién le afloran, si lo hacen más o menos y en qué dirección. Porque se pueden tener muchas heridas haciendo el bien de muchas maneras e incluso haciendo el mal, naturalmente. No te das cuenta, son cosas que nacen contigo, y si agradan, agradan, y si no agradan, no agradan. No hay otra.
Usted se define como un 'escribidor de canciones', pero es también un músico de formación clásica, de gustos clásicos...
Sí, pero soy un músico desafinado...
¿Por qué dice eso?
No llegué a puntualizar la técnica de la música. Como cualquier cosa, es importantísima. En el piano, por ejemplo. Este brazo -señala su brazo derecho- me lo fracturé con 16 años, y me quitó de ello prácticamente. Yo robo ahora al piano lo que sabía ¡antes de los 16 años!. Y la composición, lo mismo. Mi padre fue compositor sinfónico... Es compositor sinfónico, que tiene obras maravillosas y que se ponen mucho: sinfonías, sonatas, etcétera, y yo ya tenía la altura esa que había logrado mi padre. Pero no llegué a la sabiduría a la que él llegó en la técnica musical. Era un maestro precisamente. A él, Germán Álvarez Beigbeder, le incluyen siempre en la generación de los maestros, en la que están Conrado del Campo, Julio Gómez... Todos los grandes de aquella época. Y yo no me podía dedicar a una cosa que ya sabía cómo era y que desde chico estaba estudiando; Chopin, Prokofiev, Debussy, Ravel... No podía. Pero todo eso me ha servido muchísimo a la hora de escribir canciones. Por ejemplo, una que le hice a Plácido Domingo y Julio Iglesias, que cantaron, me acuerdo, en la Expo de Sevilla: 'Soñadores de España? Es el tema de una obra que me enseñó mi padre: el 'Concierto para piano para la mano izquierda' de Ravel. Yo estaba en deuda con ese tema. A mí me gusta mucho sacar en mis canciones esos temas clásicos, que son fenomenales, estupendos...Ahí está todo. La progresión que escribí -tararea una melodía- es de Ravel. Luego ya me voy por mí, por mis peteneras. Pero de ahí viene todo... Me ha servido muchísimo la música. No soy un experto en ella ni soy un gran técnico. Estudié composición, por ejemplo, con Antón García Abril, y yo veía que lo que él hacía es lo que yo debía de hacer. Su 'Sonatina para piano', por ejemplo. Yo no la podía hacer porque ya no tocaba el piano. Estuve tres años con un brazo operado y escayolado, y operado y escayolado. Y como yo, cada vez que de niño tenía un 'amorcillo' por ahí escribía canciones... Mi padre me decía siempre: '¡Niño, no pierdas el tiempo en esas cosas!' Y yo seguía a escondidas de él. Le robaba a mi padre libros para leer, para saber, para ampliar esa visión que tenía. Pero siempre escribí canciones hasta que ya me dediqué a ello.
Para escribir el tipo de música que yo hago basta con tener buen gusto y ganas de escribirla, no hace falta más
¿Y se puede hablar de música ligera y seria, o simplemente de música buena y mala?
Por supuesto que hay música ligera, que es la que hago yo. No hay duda. Para escribir este tipo de música basta con tener buen gusto y ganas de escribirla, no hace falta más. La silbas y el músico de turno la copia y la transcribe; quien sea te hace unos arreglos fenómenos y la toca la orquesta. Consuelo Velázquez hizo así 'Bésame mucho' Nosotros tenemos gracia, especial habilidad para esas melodías fáciles, sencillas -que no son fáciles de escribir-. Pero no tenemos la técnica, la sabiduría que necesita un compositor. Esto, por ejemplo, de llamarle concierto a lo que hacen Pablo Alborán, Alejandro Sanz o yo mismo el sábado... No es un concierto... En todo caso, sería un desconcierto -vuelve a reír abiertamente-. No, eso es un concierto. Es exponer lo que tú haces, lo que tú cantas, lo que tú dices muy bien, y punto. Y se acabó. A veces, hasta no bien. Pero no hacen falta ningún examen ni ningún certificado para escribir una linda canción; una 'linda' canción, que no una 'buena' canción. 'Buena' es lo bueno, lo perfecto, lo que está hecho con una base, con lo que sabemos todos. Pero es igual en la literatura, en la música, en la pintura, en todo. Hace falta esa técnica, esa que se consigue después de años y años estudiando a otros que lo hicieron mejor.
¿Se considera más un artesano o un artista?
Me considero un hombre totalmente aficionado al arte, a cualquier manifestación del arte, con una sensibilidad, o sensiblería, especial que capta cosas que otros quizá tienen vedado. A mí me salen esas cosas de manera natural.
Y las ha plasmado sin importarle ser o no políticamente incorrecto.
Nunca me he considerado políticamente incorrecto, ni muchísimo menos... No he sido contestatario ni protestante. Si alguien considera que 'Soy rebelde', la canción que popularizó Jeanette, es una canción protesta, se equivoca. Es una niñería y una reivindicación de amar, de cantar y de reír, pero solamente de eso. No estoy pidiendo justicia laboral -abre una vez más la sonrisa-. Sexualmente sí me he salido del plato. Por supuesto. Yo tengo canciones. como una que cantó Rocío Jurado, titulada 'Sabores a solas', en las que ya el título lo dice todo... Es una mujer que se masturba en la playa. Claramente. En la letra está explicado lo que está sintiendo. Además, mi niña, aquella Rocío fenómena, entre frase y frase hacía: '¡Ah...!' Yo le decía: 'No puede ser, Rocío, ahí te pasas', puede venir la censura. Eso ya es pornografía, no erotismo.