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Lisette Oropesa: «Si cantas sin emoción, ¿a quién vas a llegar?»

La soprano estadounidense, de raíces cubanas, vuelve el miércoles al Teatro Real, donde fue la primera mujer que ofreció un bis desde su reapertura, para ofrecer un recital con obras francesas de Rossini y Donizetti

Lisette Oropesa, la semana pasada en el Teatro Real Efe
Julio Bravo

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Apenas tres apariciones en el Teatro Real le han bastado a la joven soprano estadounidense de raíces cubanas Lisette Oropesa (Nueva Orleans, 1983) para convertirse en una de las cantantes favoritas del público del coliseo madrileño. De hecho, su director, Joan Matabosch , se refiere al recital que ofrecerá el miércoles 30 de marzo como «su vuelta a casa». Lisette Oropesa, la primera mujer en ofrecer un bis en la historia contemporánea del Teatro Real , dará un recital en el que -acompañada por la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real, bajo la dirección de Corrado Rovaris - cantará arias de dos compositores italianos, Rossini y Donizetti... aunque de sus óperas francesas o sus versiones en este idioma.

«Acabamos de grabar un disco con este repertorio -explica la soprano-; me apetecía cantar a compositores italianos; la mezcla me gusta. En la ópera francesa parece que hay un mayor interés por la letra, por la poesía, es como pintar con más colores; hay más vocales, más sonidos posibles. No solo escuchamos una voz bonita, sino que esa voz dice más cosas, y el personaje es más complejo». Entre los fragmentos que cantará, figura ' Que n'avons nous des ailes ', con la que Donizetti reemplazó el aria ' Regnava il silenzio ' en la versión francesa de 'Lucia di Lammermoor'. «Se necesita, casi, otro tipo de soprano para cantarla, sobre todo si la cantas en la tonalidad tradicional, que es más baja, más dramática. La versión francesa es un aria de pájaro, más ligera... Y habla de cosas distintas que la versión italiana; es un aria de amor, ilusionada... Es una escena y un personaje completamente diferente».

Lisette Oropesa, en su histórico bis en 'La traviata' Javier del Real

Asegura Lisette Oropesa que este repertorio supone para ella un desafío, y que precisamente quería probarse en un repertorio muy exigente y en ocasiones extremo; a veces, además, sobredificultado por la tradición (algo que ocurre más en la ópera italiana). « La tradición comienza cuando entra en escena el público ; no es culpa solo de los cantantes, sino también del público, que espera y exige cosas extraordinarias -coloraturas, sobreagudos...- si las ha escuchado una vez».

Se define la soprano estadounidense como una cantante «perfeccionista». «Siempre estoy aprendiendo y tratanto de mejorar; hay muchas cosas que me quedan por hacer y quisiera hacer algún día. Nuestra voz cambia porque cambia nuestro cuerpo, lo importante es tratar de mejorar. Los cantantes estamos buscando la técnica perfecta, pero en cuanto la encuentras se te va, porque ya eres otra». Por eso, añade, aunque ahora se siente más confortable en una zona más baja de su voz, le gusta seguir cantando un repertorio más ligero y «mantener la coloratura y los sobreagudos, porque si no se me van», ríe. « Los cantantes no podemos guardar nuestro instrumento en un estuche ni podemos olvidarnos de él; lo llevamos con nosotros, y todo le afecta».

«Hay un dicho inglés que dice que el éxito de una noche necesita de diez años -explica Lisette Oropesa-. Cuando somos jóvenes tenemos prisa y queremos hacerlo todo; no sabemos decir 'no' porque no somos conscientes de nuestras limitaciones ni sabemos si podemos hacer o no determinadas cosas. Cuando ven a un cantante con potencial, los teatros lo quieren empujar porque quieren gente bonita, gente fresca y con ganas. Pero hay que tener cuidado y buscar el equilibrio; saber decir que no . Hay que llegar a cierto punto en el que no te cueste decir que no, y para eso necesitas experiencia, madurez y la confianza suficiente para saber que si una oportunidad se va, pasado mañana llegará otra que será mejor».

Es imposible, hoy en día, abstraerse de lo que está ocurriendo. En parte por eso concluye su recital con una pieza alegre. «Ya hay demasiada tristeza en el mundo», lamenta. «Ningún intérprete puede dejarlo todo atrás al entrar en el escenario. No aprietas un botón y empieza la música, no somos máquinas. Cualquier tristeza, cualquier felicidad, va contigo y se refleja en tu voz. A veces abro la boca y encuentro un sonido distinto; a la voz le afecta todo sin que lo queramos. Y es mejor así, porque si llevas emociones contigo esas emociones van a llegar al público; si cantas sin emoción, ¿a quién le vas a llegar? Pero al tiempo hay que poder controlar esas emociones, y eso se consigue con técnica».

No tienen hoy en día sentido, dice Lisette Oropesa, 'las divas' -«aunque quedan todavía dos o tres como las de antes», ríe-. «Ese concepto ha cambiado, y también depende del público , de cómo vean a cada cantante... Pero es algo muy personal».

Ese tipo de cantantes, tercia en la conversación Joan Matabosch para decir que «ese tipo de cantantes tenía un concepto muy individual de sus carreras y creía que el mundo giraba a su alrededor. Hoy en día todos saben que una ópera es un trabajo de equipo y que hay otros elementos igual de fundamentales que los cantantes; tiene que haber una orquesta que suene bien, tiene que haber una dramaturgia detrás, es necesario tener una relación de complicidad con los compañeros. De esto son conscientes incluso con los nombres más relevantes del circuito nacional; prácticamente todos, salvo esos dos o tres que dice Lisette, que son como una reserva apache que y que son la excepción. Hace veinticinco o treinta años era normal encontrar ejemplos así entre los cantantes de este nivel, pero hoy en día no».

Y es que el mundo ha cambiado también vertiginosamente, aunque no siempre para bien. Las redes sociales tienen mucho que ver en ello, y la ópera no es ajena a ese mundo. «El problema es que hay tanto contenido: tanta música, tantos vídeos, que para que el algoritmo te haga caso hay que estar poniendo cosas constantemente en Instagram o donde sea. Yo soy muy activa en las redes, pero si hay peleas, si hay controversia, máyor número de clicks . A menudo, cuantas más tonterías, cuanto más estúpido, más popular. Y eso no es lo que queremos. Yo no quiero llamar la atención por algo que no tenga que ver con mi trabajo . Yo puedo poner determinadas fotos en mi Instagram para ser más popular, pero yo no soy así».

Pero se puede llegar al público con temas 'serios'. «Hace unos meses canté un recital en Parma -cuenta la soprano-. Canté mi cuarto bis, 'Sempre Libera', de 'La traviata', y cuando llegó la parte de Alfredo, que canta desde fuera [y que en los recitales se suele suprimir], un chico del público se levantó y empezó a cantar conmigo. Alguien lo grabó y ese vídeo se hizo enormemente popular . Y fue algo que no estaba planeado. Pero se hizo muy popular en China, por ejemplo, y tengo un millón de seguidores que no saben nada de ópera, pero que se enamoró del momento, de la magia del teatro».

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