Las juergas de Slash en Madrid: «En El Candela pasé una de las mejores noches de mi vida con Marta Sánchez»

El guitarrista de Guns 'N' Roses lanza '4', su nuevo disco junto a Myles Kennedy & The Conspirators

Slash, durante un concierto en San Mamés Efe

Nacho Serrano

Saul Hudson (Stoke-On-Trent, Inglaterra, 1965), mucho mejor conocido como Slash , ha vivido tan intensamente que incluso murió y volvió para contarlo: en 1992, estando en un hotel en plena gira de Guns 'N' Roses, se pasó con su dosis de heroína ... y su corazón dejó de latir durante ocho minutos. Afortunadamente, las únicas secuelas fueron una lección aprendida y un carácter afable y agradecido con la vida del que hace gala durante un encuentro exclusivo con ABC, en el que se le nota que disfruta con sus conexiones españolas. «¿Sabes que la primera guitarra que tuve de pequeño fue una española?», dice el mito rockero a través de zoom. «Y uno de los primeros compositores que me fascinaron fue Andrés Segovia, un guitarrista apabullante. Luego más tarde descubrí a Paco de Lucía, y claro, ya me pareció una cosa de otra dimensión. Me enamoré perdidamente del flamenco gracias a él, y creo que haber empezado mi 'carrera' con una guitarra española acústica fue importante para mí y debió marcar algo mi estilo».

Slash presenta '4' , su nuevo disco con el proyecto (tiene al menos un par más) . «Es un álbum de rock'n'roll crudo y orgánico, grabado totalmente en directo como siempre debería ser», cuenta el guitarrista, que con este lanzamiento se convierte en el primer artista que publica con el sello Gibson Records , recién creado por la famosa marca de guitarras en un alarde de diversificación. «Cuando me llamaron me sonó demasiado bueno para ser verdad», dice Slash, que ha entrado un disco notable con al menos un par de hits realmente demoledores.

Él forma parte del olimpo rockero por derecho propio, pero sigue considerándose un «alumno de dioses como Lemmy Kilmister de Motörhead, Alice Cooper, Joe Walsh, Angus y Malcolm Young de AC/DC, Jimmy Page, Rory Gallagher, Johnny Winter, Elliott Easton de The Cars, Jeff Beck, Joe Perry y Brad Whitford de Aerosmith… podría seguir durante horas… B.B. King, Albert King, Freddie King, ¡todos los Kings!», dice con una rapidez que evidencia una gran cultura musical. «¡Dios! Casi me olvido de Eddie Van Halen», añade. «¿Cómo me enteré de su muerte? Recuerdo perfectamente el lugar y el momento. Estaba en Jersey Jack, una fábrica de máquinas de pinball que hay en Chicago. Me dejé el móvil en las oficinas porque fui a ver varias máquinas para comprarme una, y durante ese rato salió la noticia y me llamaron docenas de amigos para contármelo. Cuando me di cuenta de que no llevaba encima el móvil fui a buscarlo, y al cogerlo chequeé los mensajes y me encontré la frase 'Tío, Eddie ha muerto'. Tuve que sentarme en una silla, fue un golpe muy duro».

Aunque guarde el merecido respeto y veneración a sus mayores, Slash está al día de la escena rock'n'roll más joven, «que todavía existe aunque digan lo contrario», comenta entre risas. «Hay un montón de bandas nuevas muy interesantes, estoy emocionado por el futuro del rock'n'roll más auténtico. ¿Has escuchado a Dirty Honey? Son buenísimos, me los llevé de gira hace un par de años. Otra que no puedo dejar de recomendar, de rock'n'roll directo y con pegada, es Joyus Wolf. Pero puede que mi banda favorita de estos momentos sea una de Suecia, los Viagra Boys. Realmente me ponen muy cachondo».

En la entrevista con este mito hay dos temas vetados, uno bastante más previsible que el otro: Guns 'N' Roses y… el champú. Así como lo oyen. Pero nada sobre su vida como juerguista profesional. Así que le recordamos una leyenda urbana madrileña, que cuenta que una noche estuvo de parranda flamenca en El Candela, mítico local jondo de Lavapiés, recientemente desaparecido. «Sí, es cierto y lo recuerdo muy bien porque fue una pasada», confirma. «Fui a El Candela con… ¿cómo se llamaba? Era la Madonna española… ¡ Marta Sánchez !», exclama. «Ella me llevó y fue jodidamente alucinante. Me da lástima que haya cerrado, porque allí pasé una de las mejores noches de mi vida. Los músicos flamencos eran increíbles, y sí, estuve tocando con ellos y nos lo pasamos genial. Después Marta me llevó a otro club, pero ese ya no me acuerdo de cómo se llamaba». Una llamada a la propia Marta nos lo aclara. «¿Has hablado con Slash? ¿A que es majísimo?», dice emocionada. «Te ha contado lo de El Candela, qué bueno… También estaba el bajista, o el baterista no me acuerdo bien. Creo que era Steve (Adler, el baterista). Hasta le trajeron su amplificador del hotel a Slash para que pudiera hacer un duelo eléctrico con los gitanos. Ellos le tocaban cosas flamencas y él las imitaba en modo rock'n'roll, y lo hacía súper bien. Recibió muchos aplausos de los flamencos, que no es cosa fácil. Y le cayó bien a todo el mundo, porque por encima de todo, Slash es un tío muy educado. Después, adonde fuimos fue a Pachá, y allí, claro, la noche se alargó hasta el infinito».

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