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ABC Cultural

Iggy Pop: «Fui el único que dio el paso correcto tras los Rolling Stones»

En carne viva. Así dejaron el rock los Stooges con sus tres discos. Brillante, sucia y esencial página de la historia de la música que este viernes tendrá una memorable revisitación en Madrid.

En pleno Verano del Amor (1967), Detroit vio nacer una banda que rompió todos los esquemas imaginables. «No nos entendía nadie -explica Iggy, ahora un sexagenario imposible-. Todo el mundo pensaba que yo estaba loco, y que mi grupo no era más que un atajo de drogadictos, lo cual era verdad». Mientras los hippies difundían la palabra del «flower power», Iggy se automutilaba en el escenario, vomitaba sus efluvios de yonqui irredento, y hasta saltaba sobre la audiencia al ritmo de una música que nunca se había escuchado, dirigida por guitarras infectas y afiladas como un cuchillo, baterías maniacas y voces a medio camino entre el crooner y el felino salvaje.

Treinta años tardó en ser comprendida. Y cuarenta años después, Iggy & The Stooges entran en el Rock´nRoll Hall of Fame, poco antes de llegar a España para tocar las canciones de «Raw Power», su indómito tercer disco, en el que contaron con el excepcional guitarrista James Williamson, con quien acaban de reunirse para la ocasión. «James está totalmente conectado con la banda, ha hecho sus deberes», dice Iggy de su viejo compañero de correrías, quizá las más brutales que el rock haya visto. «En nuestros conciertos podías ver lo mejorcito: moteros, drogas, gente peleándose y arrojándonos de todo al escenario... James dice que es una pena que el punk heredara eso de nosotros, pero no estoy de acuerdo con él. Son cosas que están ahí, en nuestra naturaleza, yo sólo las saco a la superficie. Joder, ¿quién creéis que soy, Céline Dion?».

El camino correcto

A pesar de las nebulosas morífinicas en las que vivieron, los Stooges «siempre supimos que hacíamos lo correcto -asegura Iggy-. Nuestras ideas eran mejores que las de cualquier grupo nacido después del pico musical marcado por Hendrix, los Stones, etc. Nadie dio el siguiente paso de forma correcta, excepto nosotros. Alice Cooper y los demás sólo se dedicaron a llevar estúpidos abrigos de plumas y botas de plataforma... un montón de mierda», dice el líder de esta banda que simboliza, junto a Altamont (festival en el que imperó la violencia), el fin de la era hippie. «Altamont fue un símbolo de la verdad de esa era, no de su muerte. Fue una demostración pública y masiva de lo que yo llevaba viendo años, de una mentira promovida por todos los que hacían negocio con la cultura hippie», asegura La Iguana (mote de su época en the Iguanas).

Ahora, en el siglo XXI, con su arte finalmente reconocido, Iggy Pop parece un tipo feliz y sobre todo, sano. Un verdadero milagro. Y una cruel contradicción, pues el guitarrista Ron Asheton, el único que no se expuso a las coces del caballo, murió en 2009. Y él, lanzándose al público cual quinceañero. «El mes pasado la gente se apartó y caí al suelo. Dije que no lo haría más, pero ya me he lanzado 17 veces desde entonces». Aquí nadie se apartará. Prometido.

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