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Granada y sus entrañas

El Teatro de la Zarzuela había previsto inaugurar la temporada relacionando "La Tempranica" y "La vida breve", pero las circunstancias sanitarias han obligado a separar los títulos en días alternos

Una escena de "La vida breve", estrenada en el Teatro de la Zarzuela JAVIER DEL REAL

Alberto González Lapuente

El Teatro de la Zarzuela había previsto inaugurar la temporada relacionando dos obras unidas a través del argumento y la referencia al tópico andalucista: "La Tempranica" , zarzuela de Romea y Gerónimo Giménez, y "La vida breve" , drama lírico de Fernández-Shaw y Manuel de Falla. Pero las circunstancias sanitarias han obligado a separar los títulos en días alternos y sesiones que apenas exceden la hora de duración. En el primer caso se trata de una nueva producción, mientras que "La vida breve" responde a la propuesta que Giancarlo del Monaco estrenó en Valencia en 2010, y que aún sobrevive gracias al propósito de fondo al que da forma lo que el director llama un sicodrama orientado por la fatalidad del destino. Salud y María, la tempranica, mueren de amor convertidas en un pingajo tras sufrir el desprecio de sus amantes que las utilizaron como mercadería amorosa bajo el amparo de su elevada condición social.

Efectivamente, "La vida breve" , según Del Mónaco, es mucho más que esa “quincalla meridional que nos enoja y fastidia”, según dijo Ortega en su "Teoría de Andalucía", y que tan fácilmente se deduce de un texto cuya literalidad lo acerca peligrosamente a la parodia. Del Mónaco da significado a ese plano, mucho más interesante, en el que la evocación adquiere condición poética . Lo favorece la luz oscura de un imaginado anochecer, la belleza sobrecogedora de las gigantescas paredes móviles pintadas de rugoso rojo, la visión esencial de lo abstracto bajo el eco de las voces de la fragua y de los obreros que cantan fuera de escena. Salud se revuelve enjaulada trascendiendo su naturaleza juvenil en favor de una madurez que rememora el deseo de Falla de hablar con el alma, de "expresar la más poderosa emoción con la más grande simplicidad". Su actitud y gesto llenan la escena gracias a la estupenda realización de Ainhoa Arteta quien aúna una importante solvencia vocal con verdadera autoridad en la expresión.

Mezcla de valores

Y, mientras, a su alrededor se esparce lo fascinante y lo misterioso, materializado en la impresionante entrada, envueltos en humo y contraluz, de Paco y su esposa recién casados. La mezcla de valores culturales de la Andalucía de "tierra grasa y ubérrima" crece con ambigua valencia y se ejemplifica extraordinariamente en la aparición en escena del cantaor crucificado a cuyos pies se instalan capirotes y penitentes. Solo hace falta que Jesús Méndez y el estupendo guitarrista Rafael Aguirre lleven el acento a un punto de más incisión, que provoquen desgarro en un momento en el que el drama está consumado y la música, con toda la alegría que se quiera, viene a poner una nota de falsa felicidad.

Esta expresión tiene aquí un intencionado doble sentido porque si algo flaquea en el doble espectáculo es lo que sucede en el foso, reducido a una orquesta de plantilla camerística arreglada por Miquel Ortega y el propio director musical, Miguel Ángel Gómez Martínez. La transparencia deja muy al descubierto las carencias de la Orquesta de la Comunidad de Madrid a la que Gómez Martínez mima asumiendo tiempos sosegados que, paradójicamente, acentúan el defecto. Se aprecia sobre todo en la obra de Giménez, por su naturaleza zarzuelística y más inmediata.

Convertida en prólogo de "La vida breve", "La Tempranica" asume un texto de Alberto Conejero que recrea el encuentro de Giménez, Romea y un joven Manuel de Falla. No es la primera vez, ni será la última en la que el libreto original se desmorona en favor de un argumento de nueva creación configurando una obra diametralmente distinta, que aun convierte la música en elemento de engarce y alivio. Por eso, la mano de Del Monaco es aquí más blanda, más titubeante y decorativa. Y la eficacia y éxito del conjunto depende de la muy sustanciosa e intensa interpretación de Nancy Fabiola Herrera. A la postre, porque es ella quien anuncia el arco dramático de un díptico que la pandemia ha querido divorciar.

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