Hazte premium Hazte premium

Festival de Granada: Kurtág calma a los vencejos

El pianista Grigory Sokolov, la mezzo Vivica Genaux y la violinista Isabelle Faust intervinieron en el certamen granadi¡o

Isabelle Faust, en el Patio de los Arrayanes Fernín Rodríguez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Es habitual que las programaciones musicales busquen la coherencia a través de argumentos que de manera transversal entrelazan las distintas propuestas. La importancia de la idea deja a veces en segundo plano al intérprete dedicado a servir al propósito general. Sin embargo, sigue siendo un agente imprescindible a la hora de explorar espacios inesperados. Siempre ha sido así, desde los trovadores que cantaban al amor o la política, al DJ de moda que diseña una selección musical. El Festival de Granada de este año -en el que celebra su 71º edición, conmemora el centenario del Concurso de Cante Jondo , que tanto hizo por dignificar el flamenco como arte esencial en la personalidad cultural española- recuerda a Brahms en el 125º aniversario de su fallecimiento, organiza los conciertos en el Palacio de Carlos V, desarrolla el ' Bach Modern ' como diálogo con la música de Bach… Pero también fija su atención en ' Grandes intérpretes ', capaces de dominar el entorno con su presencia y dimensión artística. Entre todos, hay varios pianistas de origen eslavo, como Ivo Pogorelich , que se presenta interpretando a Chopin; Alexandra Dovgan , que a sus quince años solo acumula elogios de colegas ya consagrados; Daniil Trifonov , talento arrollador que canceló su actuación, en la que tenía previsto ordenar en un solo encuentro músicas tempranas de Szymanowski, Debussy, Prokofiev y Brahms; y Grigory Sokolov, una vez más ensimismado ante el teclado, como si no hubiera mundo más allá del instrumento.

Precedido de un prestigio intachable y dispuesto a convertir cada concierto en una especie de competición con el límite de seis propinas por concierto, Grigory Sokolov actuó en el Auditorio Manuel de Falla sin acabar de llenar el aforo. Las causas pueden ser varias: que el concierto se celebre a las ocho de la tarde, cuando el sol todavía está alto; o que el auditorio granadino, de uso corriente a lo largo del año, sea un espacio menos atractivo que los lugares emblemáticos que tradicionalmente han dado identidad al festival.

A Sokolov todo esto le da lo mismo, pues impulsado por una especie de mecanismo automático, volverá a aparecer sobre el escenario con un frac algo anacrónico (especialmente cuando a su alrededor el aspecto de los espectadores es de lo más relajado), dando siempre los mismos pasos, la cabeza cabizbaja y la mano izquierda hacia a atrás, sin perder el orden al sentarse o al saludar, y manteniendo una idéntica y muy reconocible gesticulación. Hay en Sokolov un sentido muy elevado de lo preciso que, ante el teclado, con el cuerpo perfectamente dimensionado al instrumento, se vuelve voraz e insaciable en la búsqueda de soluciones musicales realmente apabullantes.

Por ejemplo cuando descubre en las ' Variaciones Heroica ' una seriedad y una circunspección que suena muy beethoveniana. La marca de la casa lleva implícita un punto de espectacularidad, atacando al teclado desde lo alto, incorporando digitaciones con cambios de mano a veces acrobáticos. Sokolov apabulla pero sabe dosificar el exhibicionismo. La interpretación posee una precisión rítmica impecable, se extiende sobre una portentosa gama dinámica, equilibra con un tiento extraordinario el uso del pedal…. Y algo más infrecuente: posee el don de convertir el sonido en un parámetro expresivo , incluso ante un piano con notas irregulares, más aún en la segunda parte y a pesar de que el afinador saliera a darle un repaso. Por eso el Brahms de Sokolov es soberbio, hasta el punto de convertir los 'Intermezzi, opus 117' en un espacio de soledad y despedida. La agilidad circense y la detención del tiempo son dos caras del virtuosismo que Sokolov maneja con igual facilidad, sin perder la claridad y la transparencia. Llevar todo ello al conflictivo mundo de la 'Kreisleriana' implica manejar otra dimensión que Sokolov (al menos en esta ocasión) no acabó de focalizar. Los repentinos cambios de carácter que dan sentido a la obra de de Schumann dieron lugar a ataques excesivamente duros que, con una concentración muy diferente, se disolvió entre periodos sublimes y otros más deslavazados. Se dice que Sokolov volvió a alcanzar el límite de obras fuera de programa para desesperación de algunos espectadores que tenían que cambiar de escenario y llegar hasta el patio de los Arrayanes.

Aquí, la mezzosoprano Vivica Genaux repitió el programa presentado en el Liceo de Cámara de Madrid el 14 de marzo de 2021, y en el que confluyen músicas prescindibles mientras no exista un intérprete capaz de decorarlas con arte e imaginación. ' Capricci: Temi e varizion i' es el tema de un recital estructurado en cuatro argumentos que se ofrecen sin solución de continuidad. Si el tema de ' La molinara ' de Giovani Pasiello sugirió variaciones a Velluti, Catalani, Ferrari, Morlacchi, Malibran y Sor; la canción de Mignon sobre Goethe fue un éxito 'comercial' al que muchos sucumbieron a lo largo de Europa. Venecia es en sí mismo un tema que daría para una vida, en este caso, reducida a la presencia de varias obras de Bevilacqua, Mayr, Gounod y Hahn. Por último, ' Variaciones sobre un contexto: el teatro en casa ' es directamente una nimiedad organizada para justificar obras de Carafa, Donizetti y Rossini, concluyendo con el ' Tanti palpiti ' de Rossini, colocado para que Genaux acabara tal y como empezó: demostrando ganas, voluntad y fortaleza. Porque hay que tenerla para sacar adelante semejante programa, sin tiempo para el descanso, y con el muy secundario y pavisoso apoyo musical del guitarrista Gigo Pinardi , cuya única intervención a solo fue el triste arreglo de la marcha de 'Tancredi' a cargo de F.W. Arnold.

El recital de Vivica Genaux sirvió para homenajear a Teresa Berganza , galardonada con la medalla de oro del festival en 2000 y que este año se le ha entregado a la bailaora y coreógrafa María Pages y al director Josep Pons . La mezzo madrileña, recientemente fallecida, también cantó (memorablemente) en ese mismo patio de Arrayanes y, entre sus muchas hazañas artísticas, estuvo la de curiosear en el repertorio, transitando por lugares desusados, por ejemplo en compañía de guitarristas con verdadero porte, como Narciso Yepes con su guitarra moderna de diez cuerdas, y José Miguel Moreno más cercano a los instrumentos históricos. Escuchando a Genaux fue inevitable recordar su gracia, elegancia y encanto; la afinación impecable, la pronunciación diáfana y ajustada a cada idioma, la musicalidad irreprochable, la personalidad vocal más allá de la excepcionalidad tímbrica, la convicción, y ese don, tan escaso como necesario, que coloca la lectura musical en una dimensión relevante. Exactamente aquello que hace de un intérprete alguien grande e imprescindible.

La idea acompañó a los espectadores que volvieron al patio de los Arrayanes a escuchar a la violinista Isabelle Faust cuya presencia en Granada se justifica dentro del ciclo 'Bach Modern', en el que la música del cantor de Leipzig se pone en relación con la de György Kurtág , Olivier Messiaen y Dmitri Shostakovich . El argumento es un clásico y como tal sigue vigente cada vez que se vuelve sobre él, ya sea en el órgano como ha hecho Monica Melcova , en el piano en el próximo concierto Yulianna Avdeeva , o en el violonchelo en el caso de Jean-Guihen Queyras , quien también ha buscado afinidades en la música del compositor rumano. Kurtág celebró en febrero sus 96 años defendiendo que en la música importan poco los ingredientes frente a la capacidad de sugerencia. Y en la búsqueda incesante de esta idea es donde tiene cabida su obra, sintética, concentrada, sutil y exquisita.

'Juegos, signos y mensajes' recopila miniaturas escritas a los largo de décadas y destinadas a diferentes instrumentos y formaciones, entre ellos el violín. Isabelle Faust sumó su propia voz en un concierto no exento de inconvenientes, ya fuera el avión que sobrevolaba la Alhambra con distintos rumbos o el vuelo de los vencejos que en el ocaso revolotean los Arrayanes grajeando como locos la música de Bach y, curiosamente, rendidos a la de Kurtág. En Granada hay que tener en cuenta estos detalles: la luz, la temperatura y la sonoridad ambiental a la que se unió el Stradivarius de Faust: minuciosa con '…für den, der heimlich lauschet…', sigilosa en '… féerie d'automne…', rebelde para 'Kromatikus feleselös', doliente con 'In Nomine – all'ongherese', callada ante 'Doloroso', arrebatada en 'The Carenza Jig' y, definitivamente recta en el 'Hommage à JSB'. Esta pieza fue el eje del concierto, pues sirvió de tránsito a la interpretación de las sonatas 2 y 3 de Bach. Cambiando de arco pero fiel a su instrumento y a una serenidad de ánimo intachable, Faust aún abordó la fuga de la sonata 2 con precaución, templando la dificultad de la escritura, encontrando aplomo en el 'andante' y resaltando extraordinariamente los ecos del 'allegro' final. Hubo otra profundidad en el 'adagio' inicial de la tercera, más carnal y elocuente, en la soltura de la 'fuga', en la longitud del 'largo' y el brillante 'allegro' de cierre. Isabelle Faust se ha preguntado en alguna ocasión si Bach pretendía que se tocaran estas obras en público. Ella misma ha vuelto a responder con su ejemplo: demostración incontestable de la fuerza que el intérprete puede tener en Granada.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación