El sueño americano de Lucas Vidal, el joven español que triunfa en Hollywood

Tiene un estudio de música aquí (en Santa Mónica, donde tiene lugar la entrevista) y otro en Madrid. Vive a caballo entre dos continentes. Este compositor de 28 años ha rendido a Hollywood con su trabajo. Vidal creció entre discos -su abuelo fue el creador de Hispavox-, partituras y pianos. Su pasión por componer le llevó a conseguir una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Berklee en Boston y más tarde un postgrado en Juilliard. Casi nada.

Este mes de junio está a punto de estrenar en todo el mundo la película «The Raven», protagonizada por John Cusack , y en verano «La fría luz del día» , lo último de Bruce Willis. Lucas Vidal es un orgullo patrio en la meca del cine.

Un prodigio de la música que además es un ejemplo de tesón y superación personal.

-¿Cuándo descubriste que tenías talento para la música?

-Desde pequeño mis padres me animaron a tocar el piano. Siempre he estado involucrado en el mundo de la música clásica. Mi abuelo empezó la productora Hispavox. De pequeñito me gustaba improvisar, era lo que más me gustaba. Empezaba a tocar Bach o Chopin y ya empezaba a improvisar. Digamos que ya aparentaba tener talento. Luego continué mi formación musical. A la vez me gustaba mucho el cine y a veces apagaba el sonido de la tele y me imaginaba las escenas. Y como la música del cine es tonal y orquestal, pues decidí dedicarme a esto. Me dieron una beca en Berklee College of Music en Boston y ahí fue donde conocí a mi socio, que estaba estudiando Music Bussiness, y empezamos a hacer historia en Berklee. De ahí me fui a Jiulliard School en Nueva York.

-¿Y aterrizaste en Hollywood...?

-Hace tres años. Y ahora estoy entre Los Ángeles y Madrid. Con 21 hice mi primera película, desde ese momento no he parado. Ya llevo doce películas con las dos que voy a hacer ahora. Tengo fe en que una de ellas va a cambiar mi carrera drásticamente. No puedo decirte más.

-Llegaste a Los Ángeles sin nada.

-Vinimos sin ningún contacto. No conocíamos a nadie y a base de llamar a puertas me salieron cosas. Tuve la suerte de rodearme de gente muy buena que confiaba en mí. Mi ingeniero y los orquestadores con quienes trabajo han participado en películas como «Armageddon», «Avatar» y «Río». Ellos vieron potencial en nosotros y desde el principio he podido contar con ellos. Eso me ha venido muy bien. He aprendido con ellos. Ahora los productores de los estudios ven que tengo un perfil bastante interesante a pesar de mi juventud.

-¿Cuándo compones la música de una película cuál es tu mejor atributo, qué te hace diferente por ejemplo de un Hans Zimmer?

-Yo creo que cada compositor tiene una forma de trabajar. Él es un poco más como una marca porque tiene muchísimos proyectos y mucha gente trabajando a sus órdenes, cosa que está muy bien. En mi caso voy proyecto a proyecto, como Alan Silvestri o John Williams, que trabajan así.

-¿Para triunfar se requiere más talento o más disciplina?

-Si hay talento y no disciplina olvídate en esta industria y si hay mucha disciplina y nada de talento, hombre, pues tampoco. Yo creo que la disciplina es necesaria sobre todo en proyectos gordos.

-¿Cómo te preparas para componer? En «El enigma del cuervo» (The Raven), ¿te habías leído el poema de Poe en que se basa la película?

-Sí. Siempre trato de documentarme para meterme en la piel del protagonista. En este caso el director quería algo totalmente diferente. Que la música fuera el único elemento que no recordara a la época en que se desarrolla la historia. Hemos hecho una música un poco electrónica, combinada con guitarras distorsionadas. Nadie se espera de Allan Poe una música así, pero creo que funciona muy bien porque eso convierte a «The Raven» en una cinta contemporánea.

-También estás componiendo música para películas españolas, pero con la que esta cayendo en el país tendrás que minimizar.

-Sí. Lo que pasa es que los proyectos que cojo en España son artísticamente interesantes. Por ejemplo «Invasor», la peli que estoy haciendo de Daniel Calpasoro. O «Mientras Duermes», la que hice con Balagueró. En el cine americano no hay tanta relación entre el compositor y el director.