Dudamel: «Hay que mimar al mundo con música»
El joven director venezolano Gustavo Dudamel cumple hoy 27 años. Ayer, cuando atendió a los medios de comunicación en un descanso de los ensayos en Valladolid, donde junto a la Joven Orquesta Simón
El joven director venezolano Gustavo Dudamel cumple hoy 27 años. Ayer, cuando atendió a los medios de comunicación en un descanso de los ensayos en Valladolid, donde junto a la Joven Orquesta Simón Bolívar interpretó «La consagración de la primavera, cuadro de la Rusia pagana ... en dos partes» de Stravinski y la Sinfonía número 5 en Mi menor, opus 764 de Chaikovski, tomó repentina conciencia, mientras gesticulaba, del paso del tiempo. Quizá por ello confesó que «sigo siendo el niño que comenzó con la música. No quiero perder a ese niño. Es verdad que con el tiempo llega la madurez, que para mí significa humildad».
Con esa virtud se dirige a «los muchachos» durante el ensayo en la sala sinfónica del Centro Cultura Miguel Delibes. Con sus rizos volando de un lado a otro, conduce a los centenares de jóvenes músicos, que repiten varios pasajes de Stravinski. Interrumpe a sus músicos para que den más brío a unas notas o atemperen el ímpetu de un arranque. La complicidad vuela entre sonrisas y particulares guiños, pero todos saben que Dudamel es quien manda y asumen al milímetro sus consejos y órdenes.
A pesar de la meteórica carrera de este director, aclamamos en medio mundo, tiene claro que «no puedo ni debo despegarme del suelo. Los halagos pueden hacerte perder la realidad, pero para mí hacen que refuerce mi compromiso, que sea más exigente conmigo». Sin embargo, esa exigencia del líder, que ha cuajado una trayectoria rauda y veloz, asegura que no le aleja de sus orígenes: «A muchos de los músicos los conozco desde que teníamos cuatro años, lo que supone todo un compromiso para todos».
Y es que el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido en el país caribeño como El Sistema, es el germen de la Joven Orquesta Simón Bolívar y del fenómeno Dudamel. Él tiene claro que, a pesar de sus compromisos internacionales (titular de la orquestas de Gotheborg y de Los Ángeles), es fiel: «Es un producto que hay que mantener, pues se basa en la música, en su belleza, en la sensibilidad, algo que ha perdido este convulso mundo, y que hay que propagar. Hay que mimar el mundo con música». No en vano, Dudamel reitera que «la vida se complementa con la música y la música con la vida». Quizá por ello, tal como reconoció ya esté pensando en su «primer Brückner» y en su «primer cochinillo de Segovia».
La familia y la sociedad
Sin olvidar por un momento El Sistema -fundado en 1976 por José Antonio Abreu, que ayer fue nombrado embajador de Segovia 2016-, el joven director tiene claro que se trata de mucho más que hacer una labor cultural: «Cuando un niño entra, entra su familiar, entra parte de su sociedad. De ahí que todos estemos tan comprometidos unos con otros», concluye Dudamel, que se marcha a los camerinos antes de engalarnarse para el concierto de la noche. Hoy dirigirá en Zaragoza y el domingo en Madrid.
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