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Despedida de Luis Izquierdo

CLÁSICACiclos de la CAMObras de Guridi, Turina, Rodrigo, C. Halffter y Falla. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Luis Izquierdo. Solistas: S. Cordón (soprano), J. M. Gallardo del Rey (guitarra

CLÁSICA

Ciclos de la CAM

Obras de Guridi, Turina, Rodrigo, C. Halffter y Falla. Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Luis Izquierdo. Solistas: S. Cordón (soprano), J. M. Gallardo del Rey (guitarra), D. Villalba (timbales). Lugar: Auditorio Nacional, Madrid

ANTONIO IGLESIAS

Luis Izquierdo, músico nacido en La Coruña, residente en Madrid luego de su larga vivencia en Sevilla, donde sus inquietudes musicales de todo tipo (pedagógicas, organizativas, renovadoras ante el podio directorial, etcétera), nos anuncia su retirada profesional, y nuestro disgusto se ve paliado porque al menos la reduce «a Madrid». De todos modos, acaba de dirigir, en el Auditorio Nacional, atestado, un programa enteramente español, algo por lo que se han caracterizado sus más encendidos afanes. Y así comenzó con una versión de las magníficas «Diez melodías vascas», del gran compositor que fue Jesús Guridi, cuyo máximo ejemplo de escritura se puede estudiar, precisamente, aquí: cita de lo popular vasco, sostenido por el tratamiento orquesta adecuado. Luego, cerrando la primera parte, tornaríamos a festejar a Izquierdo, con la selección sobre el «Canto a Sevilla», del maestro Joaquín Turina, que introduce la «saeta», en su manera personalísima, cuajada de sevillanismo, en los cuatro números preciosamente cantados, con rigor y casticismo, por la soprano Susana Gordón.

La segunda parte la inició Izquierdo con el famosísimo «Concierto de Aranjuez», de Joaquín Rodrigo, con la irreprochable colaboración solista del sevillano José María Gallardo del Rey, diciéndolo con una holgura de medios formidable, sumando sus espléndidos dedos y cerebro al genio del gran compositor levantino. Decir que «Palimpsesto» supone una enriquecida orquestación de los «Dos movimientos para timbal y orquesta de cuerda», escritos en 1956 por Cristóbal Halffter, con varios timbales actuales que, si enriquecen sobremanera la densa, pensada y lograda obra, lo que parece equivocado se descubre en una realidad que da ocasión a desplegar las facultades solistas -en esta ocasión abrillantadas por el talento de Dionisio Villalba- y a admirar otra obra, resultante aumentativo de un buen trabajo en estos últimos años. Manuel de Falla, con tres números de «El sombrero de tres picos», puso broche de oro al concierto (se dio en bis la repetición de uno de estos fragmentos), aplaudido con entusiasmo notorio en todo momento -Cristóbal Halffter hubo de saludar un par de veces con solista y director-, anunciador de un «no te vayas, Luis», en general sentimiento.

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