Refused, mala leche a mansalva
Tras aquel mítico concierto de despedida interrumpido por la Policía en la casa de un amigo, en 1998, la revolucionaria banda de hardcore sueca volvía a Madrid para dejarse la piel ante miles de personas
ISRAEL VIANA
Si tenemos en cuenta lo abarrotada que se encontraba la sala La Riviera de Madrid el pasado viernes, es fácil percatarse de lo mucho que han cambiado las cosas desde que Refused diera su último concierto, antes de separarse, en el sótano ... de la casa de un amigo en 1998. Acababan de publicar (aunque aún no eran conscientes) uno de los discos más influyentes de la década de los 90, « The shape of punk to come », y decidieron hacer una última gira de despedida por Estados Unidos. Pero la tensión entre los miembros era tal que, a los pocos días de comenzar, tras un concierto en Atlanta, abandonaron. Ya tenían reservado el billete de vuelta a Suecia, de donde eran, cuando el guitarrista de una de las bandas invitadas en aquella gira, Fred Ziomek , les convenció para que dieran el último concierto en su propia casa, que les pillaba camino del aeropuerto. La banda aceptó y, sin apenas tiempo de preparar nada, se presentaron allí 400 personas. Aquel último concierto, ya mítico, apenas duró cuatro canciones, antes de que la Policía apareciera y desalojara la vivienda por las protestas de los vecinos y la negativa de los organizadores a parar la actuación.
Noticias relacionadas
Mucho han cambiado las cosas, decía, porque cuando Refused dijeron adiós en aquel concierto sólo habían comenzado a captar cierta atención de los medios, pero aún no habían gozado del reconocimiento del gran público. Y porque tras siete años de frenética actividad, tres discos y giras interminables por salas de pequeño y mediano aforo (en 1996 dieron más de 150 conciertos, casi uno cada dos días), se separaban en su mejor momento creativo, sin recoger los frutos de aquella pequeña obra maestra que acababan de publicar, con la que rompieron los moldes establecidos por el hardcore y el punk de principios de los 90. Eso les ha tocado ahora.
«Pensaba que nunca los íbamos a ver»
La Riviera, una sala que les hubiera resultado imposible llenar en 1998, estaba a reventar. Se respiraba un sentimiento compartido de que lo que allí se iba a escuchar era algo esperado desde hacía años. El mismo sentimiento que debieron tener muchos aficionados cuando, en enero, recibieron la noticia de que Refused volvía a la carretera, 15 años después, para actuar en varios festivales, entre los que estaba el Primavera Sound de Barcelona . «Pensaba que no lo iba a ver nunca», decían el viernes algunas de las 2.500 personas presentes la sala madrileña, muchas de las cuales habían venido desde otros puntos de España.
Desde el principio, la mitad de La Riviera comenzó a dar saltos y corear las canciones
Mucho han cambiado las cosas, repito, desde 1998. Todas, menos una: la mala leche con la que los suecos salen al escenario para regalarnos una actuación perfecta y llena de energía. Como si les diera igual tocar en un garito pequeño, la casa de un amigo o un local con cabida para miles de personas. Allí aparecieron ellos, tras las actuaciones de Buena Esperanza y Moksha , absolutamente entregados y sabiéndose convertidos ya en una de las bandas más influyentes de los últimos 15 años, a pesar de haber estado separados e inmersos en otros proyectos como The (International) Noise Conspiracy o 93 Million Miles .
Desde el primer acorde la mitad de La Riviera comenzó a dar saltos, empujones y corear con el puño en alto temas como « Liberation frequency », « Summerholidays vs. Punkroutine », « Rather be dead », « The shape of punk to come », « Worms Of The Senses/Faculties Of The Skull » y, cómo no, « New noise ».
«¡Viva la revolución!»
Gafas y móviles pisoteados por el suelo en las primeras filas y más de un mini de cerveza volando por el aire, entre gritos de «¡viva la revolución!» y recuerdos para las Pussy Riot o el 15-M , fueron la tónica de un concierto en el que los protagonistas sudaron la camiseta. como si uno pudiera imaginarse en aquel sótano donde dijeron adiós en 1998… pero un garaje enorme.
«El disco fue un fracaso y nosotros nos habíamos vaciado con él»
«El disco fue un fracaso y nosotros nos habíamos vaciado con él. Nuestro crédito se había agotado – recuerda la banda en su web –. Entonces, como una bola libre al final de una partida de pinball, a miles de kilómetros de Umeå [la pequeña ciudad sueca de la que proceden], el disco encontró por sí mismo una audiencia. Tendríamos que haber caído en el olvido, pero no fue así, y el porqué es algo casi imposible de comprender. De cualquier manera, estamos agradecidos».
Y su público, mucho más numeroso ahora del que pudiera permanecer de entonces, parece que también, esperando que no se aburran ni vacíen de nuevo en mucho tiempo.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete