Chubby Checker, el 'inventor' del 'twist', cumple 80 años: la historia del 'perreo' de los sesenta
El Dúo Dinámico recuerda en ABC su inolvidable velada con el artista estadounidense en 1961
Nacho Serrano
¿Sabían que el vals fue todo un escándalo cuando empezó a popularizarse a finales del siglo XVIII? Los blancos no tardaríamos mucho en incorporar el ritmo y el erotismo africano a nuestra música y a nuestra cultura en general, pero en lo relativo al ... baile, se puede decir que nunca hemos dejado de ser como aquellos estirados con peluca y maquillaje a lo que les parecía que había demasiado contacto e insinuación carnal en aquella danza de dulce compás. Antes del perreo y del twerking, también de la lambada, ya nos llevamos las manos a la cabeza por el twist. Más atrás en el tiempo, lo mismo con el jitterburg (o swing, para que me entiendan) en los años treinta o el charlestón en los veinte. El twist , sin embargo, nació con el viento a favor por la inminente revolución juvenil de los sesenta.
El gran artífice de la explosión del twist, Chubby Checker , cumple 80 años este domingo. Él fue quien lo convirtió en un fenómeno internacional, prácticamente mundial, derrotando a los paladines de la moral que trataron de cortarle las alas. O mejor dicho las piernas. «Esto plantea preocupaciones médicas», alertó el muy conservador presidente de la Sociedad de Quiroprácticos de Nueva Jersey en 1960, el año cero de la explosión twist. «Un cirujano ortopédico ha advertido de un aumento en las lesiones de rodilla y asegura que podría causar tensiones en las áreas lumbar y sacroilíaca».
Como casi todas, esta revolución cultural fue alumbrada por gente joven, a la sombra de la vista de los adultos. grabó el ‘Twist’ original (publicado en 1958, curiosamente como cara B) inspirado por lo que veía en los locales nocturnos de Tampa (Florida), donde se bailaban danzas con remotas conexiones con el minstrel, un género teatral de carácter racista que ridiculizaba a los negros, pero que acabó generando un subgénero musical con canciones como el ‘Grape Vine Twist’ en el siglo XIX, o más tarde el ‘Twist it baby’ de Bo Carter o el ‘Winin' Boy Blues’ de Jelly Roll Morton, que ensalzaban el meneo sicalíptico con letras como ‘Mama, mama, look at sis, she's out on the levee doing the double twist’. Otros autores como Marshall y Jean Stearns hablan de un movimiento de danza pélvica llamado ‘twist’ importada desde el Congo siglos antes, durante la esclavitud.
Como ya sabemos, Ballard no se llevó la gloria. Cosas del destino: La canción se hizo popular en un programa de baile de televisión de Baltimore presentado por el DJ local Buddy Deane, que después se la recomendó a Dick Clark, presentador del American Bandstand. Éste intentó contratar a Ballard para que actuara en el programa, pero no pudo acudir (otra versión asegura que Clark consideró que su puesta en escena era demasiado provocativa), y su sello discográfico llamó a un sustituto, el bueno de Chubby. Y el resto es 'twistoria'.
La versión de Checker fue número uno en el verano de 1960, y al calor de este furor caderil llegaron las primeras críticas furibundas. Periodistas, políticos y maestros denunciaron públicamente la moda de un baile 'impropio', 'demasiado sexy', 'demasiado desinhibido', 'diseñado para sacar lo peor de la gente'. Incluso hubo un sheriff, en Dodge City, que tuvo su minuto de gloria en la tele al jurar que el twist sólo entraría en su jurisdicción por encima de su cadáver. Desde el mundo del arte también se atacó al twist. «Es descortés, vulgar, el exhibicionismo personificado», dijo la gran Ginger Rogers . «Creo que es terrible. Es un escándalo. Es el baile más obsceno que he visto en mi vida, peor de lo que jamás fue el ‘shimmy’ (un baile de salón de los años 20). Si la gente se diera cuenta de lo mal que se ve mientras baila el twist, no lo haría».
Pero nada pudo detener al twist. Como relató el New York Times en 1961, «Nueva York se ha rendido al twist: ya suena en todos los clubes, pero también en hoteles e incluso en palacetes. El mítico Gene Kelly dijo que prefería «bailar pegado», pero se posicionó a favor dándole su sello de garantía: «Creo que el twist está bien. Hace que aquellos que no saben bailar piensen que sí saben. Y para quienes saben bailar, brinda la oportunidad de lucirse». Y el actor Richard Chamberlain fue quien describió el fenómeno con mayor ingenio y lucidez: «El éxito del twist demuestra que Estados Unidos está cobrando vida por debajo de la cintura».
En cuestión de semanas docenas de artistas comenzaron a publicar sus propias ‘twist songs’, incluyendo el popularizador del rock’n’roll entre los blancos, Bill Haley , que lanzó uno en homenaje al lugar donde empezó todo, ‘Florida Twist’, y otro de título ‘The Spanish Twist’. Mientras tanto, en España, unos chicos llamados El Dúo Dinámico empezaban a contagiarnos con aquella locura grabando varios temas de alma y título twist.
«Nosotros lo descubrimos en una discoteca de Barcelona muy popular entre la gente joven que se llamaba Bikini, y nos conquistó desde el principio. Luego un amigo que era azafato nos trajo el vinilo de la canción», recuerda Ramón Arcusa, que, ojo al dato, compartió escenario con el mismísimo Chubby Checker junto a su compañero Manuel de la Calva . «Le teloneamos en el Luna Park de Buenos Aires, yo creo que en 1961o 62 como máximo. Nos lo presentaron entre bambalinas y se puso a ligar con las dos chicas de nuestra compañía que iban con nosotros. Era un cachondo». «De telonear nada, fue un mano a mano, una hora de actuación nosotros y otra él», corrige Manuel. «A nosotros ya nos iba bien allí y nos estaban esperando tres mil chavalas. Checker, eso sí, era un torbellino en el escenario. Hacía cosas increíbles, que ahora puede que parezcan de lo más normales, pero en aquella época no se veían».
En España también se recibió al twist con desdén, cuando no con pura hostilidad desde la prensa del régimen. «Sobre el asfalto, en la acera, a la intemperie en plena calle, bajo la lluvia, estos jóvenes bailan el ritmo de nuestro tiempo: el twist; esta histeria colectiva no se ha producido en Londres ni en Estocolmo. Acontece en Madrid y a las dos de la tarde del pasado domingo. No ha sido una escena única e insólita la que ha captado el fotógrafo. Se repite cada día festivo tras las sesiones de ritmos modernos que con gran éxito de público se celebran en nuestra capital. Miles de jóvenes, tras haber soportado dos horas o más de guitarra eléctrica, batería y canciones en inglés, inician al ritmo del twist su vuelta a casa. ¿Quiénes son estos muchachos? No creemos que sean universitarios. No creemos que sean jóvenes obreros. ¿Dónde puedes ubicar a estos chicos? ¿De dónde salen? ¿A qué se dedican? Unas preguntas que nos hacemos sin más afán que entender a este sector de la juventud», decía en 1963 un reportaje del periódico Pueblo, que publicó otros artículos similares con títulos como ‘Electrificados por el twist’ o ‘Los incansables del twist’, en los que el autor reconocía su impotencia a la hora de entender lo que estaba pasando con los jóvenes.
«Era un baile que no era agarrado, pero acrecentaba los valores físicos de las chicas», ríe Ramón Arcusa, que corrobora que hubo «ataques contra el twist desde la censura» en nuestro país. «Sí -añade De La Calva-, en Barcelona recuerdo que llegó a haber un disturbio porque organizaron un concierto de twist y se canceló porque fue la policía a pararlo. Había gente que lo veía muy mal».
Sesenta años después, y a la vista del escándalo levantado por el perreo, poco ha cambiado. Y es que para entender los nuevos bailes, seguramente haya que ser joven. «¿El reguetón?», dice Arcusa. «A mí eso me da vergüenza ajena».
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