Barenboim: «El cierre de espacios culturales es muy peligroso para el futuro»
«Siempre hay que tocar como si fuera la primera vez», confiesa el pianista y director de orquesta, que acaba de presentar su quinta grabación de la integral de sonatas de Beethoven

El pianista y director Daniel Barenboim acaba de presentar su quinta grabación de las sonatas para piano de Beethoven en Deutsche Grammophon. A sus 78 años, la crisis sanitaria le ha dado tiempo para volver a estudiar la obra del músico de Bonn, ... y también para reflexionar sobre el mundo actual.
— ¿Qué le ha llevado a revisitar estas treinta y dos sonatas, junto con las Variaciones Diabelli?
—Había vuelto a prepararlas para varios conciertos, coincidiendo con el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven. Algunos se cancelaron a causa de la pandemia, pero yo tenía la sensación de que este nuevo periodo de estudio me aportó mucho, de que veía conexiones diferentes. Ya que había hecho todo ese trabajo, pensé que a lo mejor valía la pena grabarlas de nuevo.
— ¿Le siguen sorprendiendo como la primera vez que las grabó?
—Siempre hay que tocar como si fuera la primera vez. El instrumentista tiene una vida privilegiada, porque nunca se puede, por definición, caer en el aburrimiento. Si lo hay, es que uno no ha estudiado suficientemente bien. La primera sonata de Beethoven que toqué, con ocho o nueve años, fue la opus 14 número 2. Cada vez que la vuelvo a tocar, aprendo algo que no había visto antes, una conexión a veces minúscula pero que me da la posibilidad de cambiar muchas cosas.
— ¿Podemos decir ya que Beethoven es su favorito?
—Siempre digo que, como músico profesional, no puedo tener un compositor favorito por encima de los demás. Pero mire, desde muy joven he tenido una regla: cuando empiezo a estudiar algo, lo toco varias veces y, si a la tercera o cuarta vez no siento que en ese momento es mi obra favorita, la dejo de lado.
— No puedo evitar la tentación de preguntarle qué obras son esas que ha rechazado.
—[Ríe] Ni yo le voy a evitar la labor de mirar qué he tocado y qué no. Pero es que, además, las cosas cambian. De pequeño, con nueve o diez años, tocaba las sonatas de Prokofiev con mucho entusiasmo, hasta que llegó un punto en que dejaron de interesarme. Muchos años más tarde dirigí por primera vez una ópera de Prokofiev, me enamoré de ella y me volvía a interesar. Aún no he vuelto a tocar sus sonatas, pero seguramente lo haré.
— ¿Cómo ha afectado la pandemia a sus proyectos, como la Fundación Barenboim-Said o la West-Eastern Divan Orchestra?
—No me puedo quejar por el impacto de la pandemia sobre la vida de la orquesta. La academia que fundé en Berlín sigue funcionando. Lo que es terrible es la Staatsoper, que está cerrada. Eso me entristece mucho.
— ¿Qué le parece que se cierren auditorios y teatros?
—El cierre de espacios culturales es muy peligroso para el futuro. Hay que pensar en la salud de las personas, y en la economía, pero la cultura no debe perder su lugar. Llevamos fácilmente 30 o 40 años rebajando la importancia de la cultura. Ahora lo que importa es lo material y lo científico, lo tecnológico. Internet es un instrumento magnífico que nos da muchas posibilidades, pero mata la curiosidad, porque te permite encontrar muy fácilmente información. Pero estamos confundiendo la información con la educación. No es lo mismo. Se puede estar muy bien informado y muy mal educado.
— Al principio de la pandemia decía usted que teníamos que ser optimistas. ¿Ha cambiado de parecer?
—No soy optimista, pero tengo esperanza.
— Usted tiene muchos amigos en Estados Unidos. ¿Qué espera de las elecciones del martes?
—Los que están contra Trump dicen que los Estados Unidos están mal por su culpa, pero no es verdad. Los americanos lo eligieron, son ellos los responsables. EE.UU. ha bajado mucho a todos los niveles, tanto humano como cultural. No se puede culpar solamente a Trump. No dio un golpe de estado. Es un desastre que los americanos eligiesen a un ser tan inaceptable. En esto sí que estoy muy negativo. Hace años escribí un artículo sobre Beethoven y la libertad. Encontré la definición que el Pentágono hace de la libertad: si tienes dinero, tienes el derecho de comprar lo que quieras; si tienes algo, tienes el derecho de venderlo. Eso es la libertad para ellos oficialmente.
— ¿Qué es para usted la libertad?
—Es poder pensar e imaginar, y tener las herramientas para analizar las cosas. Es sentir la necesidad de luchar por ella, requiere esfuerzo. La capacidad del ser humano de pensar ha bajado mucho. No quiero deprimirlo, pero en esto también estoy negativo.
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