El Ángel de la Historia
Alberto González Lapuente
Con la lógica de quien también se interesa por la innovación y la originalidad, el Teatro Real extiende su ámbito de acción a otros espacios escénicos. A veces son las Naves del Matadero, el Teatro Español o los del Canal, tan versátiles desde ... la perspectiva arquitectónica a la hora de dar sentido al repertorio actual. 'Las horas vacías', fue estrenada en 2007 y se presenta hasta el domingo 14 en la sala verde de edificio diseñado por Navarro Baldeweg, un entorno impecable para la recreación de muchas obras modernas concebidas en pequeño formato. La ópera con libreto y música de Ricardo Llorca se explica desde el monodrama e incorpora a una soprano, actriz, piano, pequeño coro y orquesta de cuerda.
Se estrenó en formato de concierto en la Semana Sacra de Benidorm en 2007 y ha circulado acompañada de una propuesta escénica más o menos elaborada por la catedral de Berlín, el auditorio de las Naciones Unidas de Nueva York, San Petersburgo, Sao Paulo, Klaipeda (Lituania), considerándose la primera ópera española representada en el Alice Tully Hall, en el Lincoln Center de Nueva York, en noviembre de 2010, con testimonio de una grabación discográfica. El Teatro Real la presenta ahora como estreno de la versión escenificada pues, según el propio Llorca, implica adaptación musical revisada y renovada, con dramaturgia ampliada de Paco Gámez.
'Las horas vacías' es uno de esos fenómenos de la escena contemporánea que merece la pena observar. El éxito de las sucesivas interpretaciones alerta sobre su capacidad de conexión con el espectador al que trata de agitar enfrentándole al problema de la soledad y su derivación esquizofrénica en convivencia con el mundo virtual que emana de Internet, donde la protagonista inventa a su pareja. En una primera sugerencia es obvio que Llorca transfiere a una posición actual un viejo argumento que, la ópera, ya sugirió en 'La voz humana' de Poulenc (que el 28 de de este mes podrá verse en el Círculo de Bellas Artes en versión pianística), 'Una voce in off' de Montsalvatge o 'El teléfono' de Menotti, aunque en estos casos se indagase a favor del medio como límite de comunicación, de la fantasmagoría, o de la dependencia. La transposición que Llorca hace en su ópera fue novedosa hace casi un cuarto de siglo, al amparo de la realidad virtual que empezó a emerger en los noventa del siglo xx. El argumento sigue vivo como testigo de un estado que se ha generalizado.
Carácter
Todo ello se hace evidente en el formidable trabajo del director teatral José Luis Arellano . La escena, sostenida sobre un suelo geométrico, instala una caja iluminada en su perímetro, a modo de dormitorio, con varias proyecciones que increpan sobre el carácter de la narración y sugieren el paso del tiempo, reiterado en cinco lámparas tras las cuales el coro estático comenta la acción. El buen acabado de la escenografía de Silvia de Marta y el coherente vestuario de Miguel Ángel Milán se ennoblecen bajo la estupenda iluminación de Juan Gómez Cornejo. Los tientes rojizos que la escena adquiere en la culminante parte señalada como 'El amor callado' resumen un trabajo capaz de penetrar en el significado más rusiente de la obra.
Ricardo Llorca ya tuvo ocasión de mostrar en Madrid su habilidad escénica con el estreno europeo de 'Tres sombreros de copa' en el Teatro de la Zarzuela en cuya puesta en escena también participó José Luis Arellano. Ahora se acentúa la impresión de equipo entre los colaboradores que hacen posible 'Las horas vacías'. Junto al trabajo, muy bien ensamblado de la actriz Mabel de Poz y la soprano Sonia de Munck, no siempre relajada ante una exigente partitura, está el director musical Alexis Soriano quien ordena el total con naturalidad y ensambla los planos con proporcionalidad haciendo sencilla una partitura que se declara «compleja pero no indescifrable».
En el ensamblaje musical que Llorca propone es fácil adivinar la habilidad técnica y un sensato trabajo de síntesis ante la fusión de diversos materiales. 'Las horas vacías' son un repositorio de música renacentista particularmente de Juan del Encina, danzas como la chacona, vocalizaciones dignas de una glosa, armonías bitonales, amplios gestos de naturaleza minimalista, una estructura formal que da respuesta a la complejidad de la dramaturgia operística a través de una actriz de reflexiona como 'alter ego' de la protagonista… Que el compositor señale una recuperación del concepto de expresividad según modelos tradicionales era en 2007, y ahora se sabe, una solución (fácil) a un problema (complejo) como era y es el de la recuperación de una estética capaz de entablar una relación inmediata con el oyente.
'Las horas vacías' fue la iniciativa de Llorca en un momento en el que se hizo habitual recurrir a las ruinas culturales como cimiento para la reconstrucción de un nuevo horizonte creativo. Y ello permitió que diversos autores buscaran un espacio de confort en el que el espectador todavía, a día de hoy, encuentra refugio con independencia del propósito inquietante de la obra. Es contradictorio que así suceda pero lo ha revelado la reconstrucción escénica que ahora se hace de la obra.
Lo que en 2007, desde una perspectiva estética, trató de ser una propuesta de futuro, comprometida y también beligerante contra procesos creativos más cercanos (lo dice Llorca) a la intuición que la experimentación se ha convertido en una forma contemporánea de aburguesamiento. La mujer que protagoniza la obra, y cuya situación es esencialmente patética, sola y enfrentada a la insalvable pantalla de su Mac, infunde, transportada por la música de Llorca, un sentimiento de cariño. Contemplar en los Teatros del Canal 'Las horas vacías', bajo la inspiración de una solución interpretativa tan bien afirmada como la que se presenta, es, a la postre, una agradable experiencia.
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