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ABC Cultural

VOCES PARA EL RECUERDO

Amália Rodrigues, la máquina de coser tristezas

La cantante era conocida como la 'Reina del fado' y, a su muerte, recibió honores más grandes que los jefes de Estado de Portugal

Amália Rodrigues ABC
Álex González

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En alguna ocasión dijo: « Soy una máquina de coser tristezas », y así fue durante toda su vida. Cuando se encendían los focos, la guitarra de 12 cuerdas sonaba y el micrófono lo recogía una dama de negro; la música hacía el resto. «El ... fado es un misterio. Como el flamenco. Tiene profundidad y hace pensar, sufrir, llorar... Tiene raíz y por eso se mantiene puro, sin grandes variaciones. Sólo cambian los cantantes, los guitarristas y los poetas», comentaba Amália Rodrigues en una entrevista en 1990 cuando se disponía a actuar en el Auditorio Nacional de Madrid para conmemorar sus cinco décadas en la música. Propagó el fado, la lengua y la cultura portuguesa por todo el mundo. Cantar le mantuvo con vida hasta el 6 de octubre de 1999 que falleció a la edad de 79 años. A su muerte recibió honores más grandes que los jefes de Estado de Portugal. Fue un ídolo para su pueblo, sigue siendo recordada por sus compatriotas que velan sus restos en el Panteón Nacional. Llevó este estilo musical hasta su máximo exponente. Lo dio a conocer a gran parte del planeta, y sus álbumes se vendieron hasta en 30 países. Más de 170 trabajos y más de 30 millones de discos vendió en su carrera. Cantaba en inglés, español, gallego, italiano, francés y en su lengua materna. Con sus interpretaciones hizo llorar y sentir un género donde se encadenan las despedidas, los desamores y las adversidades de la vida. Como buen país de pueblos pesqueros, cada puerto desprendía sus propias lágrimas saladas. Tristeza y cura al mismo tiempo en la voz de la más grande del territorio. Cada 23 de Julio, los habitantes de Lisboa acudían a una casa amarilla situada en el 193 de la Rua Sao Bento a cantarle por su cumpleaños. Ella salía al balcón y ahí se quedaba agradeciéndole a la gente su sorpresa. Sus canciones sonaban hasta bien entrada la noche.

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