música
Pablo Carbonell: «España debe adaptarse a nuestras letras, evolucionar hacia 1985»
Mañana regresan, tres décadas después, Los Toreros Muertos. Actuarán en el Festival Sonorama, que hoy abre sus puertas en Aranda
fernando rojo
Una de las principales virtudes del Festival Sonorama, que arranca hoy en Aranda, es el de haber sabido integrar a viejas glorias del pop español con los grupos que despuntan en la fértil escena de la música independiente. Por la ribera del Duero ... han desfilado desde Antonio Vega y Loquillo hasta Raphael. Y en esta edición los organizadores han elegido a dos grupos del lado más gamberro de la posmovida madrileña, que compartirán escenario con Vetusta Morla, Supersubmarina, Dorian, La Habitación Roja o Caléxico. Se trata de Aerolíneas Federales, que actúan esta noche, y Los Toreros Muertos, que lo harán mañana, en lo que supone el regreso, tres décadas después, de Pablo Carbonell a su faceta de cantante tras haber triunfado en los últimos años como presentador de televisión y, sobre todo, como actor.
—Les he escuchado decir que no vuelven por dinero. Entonces, ¿por qué vuelven Los Toreros Muertos?
—¿Por qué vuelven las oscuras golondrinas? ¿Por qué el campo vuelve a cubrirse de hojas en otoño? Las cosas de la naturaleza suceden así, y esa pregunta perturba la contemplación. No estará usted insinuando que me ha hecho esa pregunta por dinero. No creo que un periodista con falta de vocación pueda trabajar en un medio tan acreditado como el ABC.
—Entonces reformulo la pregunta: ¿por qué no volvieron antes?
—La fecha de los treinta años es emblemática para nosotros porque nuestro primer disco se llamó así: «Treinta años de éxitos». Había que hacer algo especial. Disco en vivo, canciones nuevas y gira.
—Vi en directo a Los Toreros Muertos en un concierto a finales de los 80, en una gira por fiestas de capitales de provincia; ahora tocan en festivales. ¿Cambia mucho la manera de afrontarlo?
—Nosotros somos un grupo generado durante seis meses de improvisaciones en un bar minúsculo. Al séptimo mes estábamos en el Rockodromo y casi no noté la diferencia. Por supuesto, me excita tocar ante mucha gente pero el compromiso es idéntico siempre.
—En aquel concierto, usted no paraba ni un segundo, se subía a los bafles, fue brutal. Han pasado treinta años. ¿Es capaz de mantener esa intensidad?
—Es una pena pero las infraestructuras donde se colocan las columnas de sonido no han logrado adaptarse al tonelaje que luzco ahora. Una pena. Lo que sí ha mejorado es la comprensión teatral que mantengo con mis canciones. Antes no tenía ni idea de por qué las hacía.
—Muchos de los que les vean en el Sonorama ni siquiera habían nacido cuando ustedes debutaron con «Yo no me llamo Javier». ¿Cuál cree que será la respuesta?
—Esta pregunta es una trampa para mi vanidad, pero voy a sortearla con mi habitual modestia. Sé que va a ser un cañonazo.
—De hecho, muchos de los espectadores le reconocerán más por su aparición en cine y televisión. ¿Hay un Pablo Carbonell actor y un Pablo Carbonell músico?
—Para mí es lo mismo. Las canciones son vehículos donde viajan las emociones. De nada sirve afinarlas si no hay una verdad dentro y un personaje que las interpreta. Ese es mi caso. Yo vengo del teatro y Los Toreros Muertos es una obra en la que además digo lo que me apetece.
—¿Serían hoy Los Toreros Muertos un grupo «indie»? ¿Le gustan los grupos con los que compartirán escenario: Vetusta Morla, Supersubmarina, etc?
—Si por «indie» se entiende independiente, le diré que nuestro disco en directo no es que esté grabado con una compañía independiente. ¡Es que no tiene compañía! En general nos gusta cualquier grupo que sigue su propio camino sin poner proa al éxito. Todos esos concursos cucañistas de la tele han hecho mucho daño a la creatividad. Me compré el «Desire» de Bob Dylan porque en la portada ponía «No 1 en USA». Me pareció simpático un tipo que se publicitaba diciendo que no era el número uno. Luego me enteré de que «No» quiere decir numero en inglés. Creo que es el mejor número uno que he escuchado, por cierto.
—Me temo que hoy muchas de las letras como «Manolito», «Soy Falangista» o «Pilar» no pasarían el tamiz de lo políticamente correcto. ¿Está la España de 2015 para las ironías de 1985?
—Si no lo está, se tendrá que adaptar: evolucionar hacia 1985. Nosotros no podemos cambiar, estamos mayores para hacerlo y además no nos apetece. Nuestras siguientes canciones, más elaboradas, siguen la senda satírica.
—Si tuvieran que reescribir sus canciones, ¿serían más o menos gamberras que entonces?
—Igual me preocuparía más por encontrar rimas consonantes, que el acento musical coincidiera con el acento lingüístico, etc. Las canciones de nuestros dos primeros discos no se escribieron hasta que fueron al registro. Se improvisaron. Por eso hay tanto «lala» y tanto «lele», porque no me venía la letra a la lengua.
—¿Le molesta que termine la entrevista sin preguntarle ni por «La Bola de Cristal» ni por la Movida madrileña?
—Para mí que no hemos hablado de otra cosa.
Pablo Carbonell: «España debe adaptarse a nuestras letras, evolucionar hacia 1985»
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