La última función de Helga Schmidt

Nada hacía presagiar a la gerente austriaca que su larga trayectoria como directora artística, en la que había llegado a lo más alto, estaba a punto de derrumbarse como un castillo de naipes. La Fiscalía la estaba investigando desde hacía meses ante la sospecha de que podría haber cobrado comisiones ilegales y adjudicado contratos sin convocatoria pública .

La operación, que tiene su origen en la denuncia de un extrabajador del teatro, culminó el martes con un exhaustivo registro judicial en las dependencias del Palau y en la residencia de Schmidt, que fue detenida y posteriormente liberada con cargos. El exgerente del teatro, Ernesto Moreno, también fue detenido. Ante la gravedad de los cargos que pesan sobre ella – malversación, falsedad y prevaricación –, el Gobierno autonómico ha decidido reunir al Patronato del teatro el lunes para destituir a la intendente y nombrar a Davide Livermore en su lugar . Este turinés –que es, de hecho, la opción preferida por la propia Helga Schmidt– dirige desde 2012 el Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, que tiene su sede en el mismo teatro.

A lo largo de sus diez años como intendente del Palau de les Arts (quince, si contamos el lustro que dedicó a preparar el proyecto artístico antes de su inauguración en 2005), la gerente vienesa ha sobrevivido a todo tipo de polémicas. Se criticó duramente su elevado sueldo (156.864 euros anuales más 23.439 para gastos de instalación y estancia), pero en 2012 se le rebajó hasta los 67.615 euros. También escandalizaron sus gastos en dietas y viajes (391.271 euros entre 2005 y 2011), pero por muy suntuosos que parecieran, no eran ilegales.

La guerra también se libraba de puertas para adentro. Las relaciones entre la intendente y las diferentes consejeras de Cultura que ha tenido como interlocutoras han estado marcadas por la desconfianza y la falta de entendimiento. El entonces presidente Francisco Camps desoía las críticas internas y daba «carta blanca a Schmidt». «Tenía miedo del descrédito que podría sufrir el Palau si ella se marchaba y ya no querían venir a Valencia grandes estrellas», recordaba esta semana una exresponsable del Gobierno valenciano.

El miedo de Camps no era infundado. Zubin Mehta, Plácido Domingo y el recientemente fallecido Lorin Maazel han defendido una y otra vez la experiencia, la dedicación y el criterio artístico de la intendente. Han llegado incluso a «atar» sus destinos: «Helga no se puede ir. Si ella no está, no puedo asegurar que vaya a seguir haciendo tantos huecos en mi agenda», comentaba Domingo a ABC el pasado mes de diciembre.

Independientemente de cómo evolucione el proceso judicial abierto contra su gestión en el Palau de les Arts, cabe recordar que ésta es la primera vez que se pone en entredicho públicamente la honradez de Schmidt. No se conoce la existencia de situaciones similares ni en la Ópera de Viena (en la que trabajó junto con Karajan durante diez años) ni en el Covent Garden. La imputación de Schmidt a los 73 años de edad pone un triste broche a una carrera brillante en el mundo de la lírica.