primavera sound 2014
Caetano Veloso y Nine Inch Nails, luces y sombras de un festival de récord
El festival cerró anoche su XIV edición con un balance de 190.000 asistentes, 20.000 más que el año pasado

No, no fue un espejismo: en apenas unas horas el Primavera Sound celebró con gozo el inmenso estado de forma de Caetano Veloso, se adentró en el túnel del tiempo con el punk acorazado de los Buzzcocks, se rindió al terremoto emocional que Silvia Pérez Cruz y Raül Fernández desataron en el Auditori, rebobinó aún más para exhumar las guitarras con pedigrí de Television, plantó bandera en África con el afrobeat inflamado de Seun Kuty y acabó con los plomos fundidos mientras Nine Inch Nails exprimían su retablo de angustias sintéticas y ritmos industriales en alta fidelidad. Y todo sin salir del Forum de Barcelona, ecosistema hiperopoblado que anoche despidió las XIV edición del festival barcelonés deletreando una vez más la gloria del éxito.
Nuevo récord. Otro más. Parece imposible, pero el Primavera Sound volvió a batir su propia marca reuniendo a cerca de 190.000 personas, 20.000 más que el año pasado, y confirmó que, a estas alturas, el único techo imaginable para el festival es que la propia organización quiera imponerse. Ni siquiera la lluvia que apareció intermitentemente durante estos tres días empañó una cita que sigue creciendo al amparo del público extranjero, que este año ha supuesto el 44% del total del público, y, sobre todo, propulsada por un cartel que resume en unas pocas horas casi todos los seísmos presentes y pasados de la música popular.
A la hora del cierre y durante la rueda de prensa de balance que ofreció la organización, un periodista extranjero preguntó, extrañado, que como era posible que en un contexto de crisis y recesión, un festival como el Primavera Sound siguiese incrementando público año tras año. Un misterio que podría resolverse echando mano de la fidelidad del público o de la importancia del visitante extranjero pero que encontró su respuesta definitiva (y definitoria) en cuanto Caetano Veloso apareció sobre el escenario dispuesto a olvidarse de su carrera para sintonizar su vigoroso presente.
Los números del festival, es cierto, apenas habrían variado sin la presencia del astro brasileño, pero su actuación, emparedada entre los calambres de Superchunk y el folk expansivo de Volcano Choir, ayuda a entender por qué el Primavera Sound se ha convertido en lo que es. Es más: el brasileño jugaba en campo contrario, pero acabó imponiéndose a lo grande con su contagiosa efervescencia carioca, su fusión de bossa y rock y el funk gomoso de "Abraçaço". Una asombrosa maniobra de escapismo y diversión, de riesgo festivo sin asomo de nostalgia que le llevó a centrarse en el poderío rítmico de “A bossa nova é foda” y “O império da lei” y a transformar el festival en una luminosa fiesta tropical con “Baby”, “Triste Bahia” y “Reconvexo”. Una inmejorable lección de como mantenerse en la cima a los 71 años y conquistar a un público más acostumbrado a transitar por otras latitudes sonoras
Manel, por sorpresa
También hubo ayer sorpresa de última hora y en el Hidden Stage de Heineken, lo más parecido a una sala de conciertos dentro del festival, aparecieron casi de improviso los catalanes Manel, fichaje de última hora para cubrir la baja de The Pizza Underground, la banda de Macaulay Culkin. Mucho más rodados que cuando estrenaron "Atletes baixin de l'escenari" el año pasado, los barceloneses pasaron como un ciclón por el escenario, exhibiendo músculo eléctrico y poderío melódico.
Por ahí pasaron también unos atronadores Buzzcocks, ancianos del punk que se sacudieron unos cuantos años de encima con detonaciones mayores como "Promises", "I Don't Mind", "Orgasm Addict" y "Ever Fallen In Love". Llevan años -y décadas- haciendo exactamente lo mismo, sí, pero el alborozo con el que salen a tocar sigue siendo digno de admiración. Quizá haría bien Tom Verlaine en tomar nota: horas antes, mientras Television exhumaban “Marquee Moon”, el Primavera Sound se rindió ante su historia, sí, aunque palabras como emoción, pasión y vitalidad quedaron fuera de la lección.
Así que se fue otro Primavera Sound de récord y brillante balance artístico y la organización aprovechó para reclamar al Ayuntamiento de Barcelona que empiece a mirar con más atención el recinto del Forum, cuyas deficiencias se hicieron patentes especialmente en los momentos de lluvia. "El asfalto está en muy mal estado y en algunos puntos es muy difícil sacar el agua", aseguró Alberto Guijarro, codirector de la cita. Nada de eso, sin embargo, logró inquietar a un público que se quedó algo frío con el aterrizaje de Volcano Choir y contempló como Nine Inch Nails, atípicos y algo desubicados cabezas de cartel del sábado, estrangulaban el ambiente festivo con un oscuro y violento aquelarre de electrónica arrastrada, atmósferas tóxicas y machetazos industriales.
El paisaje sonoro de la devastación, enredado en la voz de Trent Reznor y azuzado por los parcheados sintéticos de “Copy Of A” y “Me,I'm Not” y las furiosas sacudidas de “March Of The Pigs”, “Closer” y “The Hand That Feeds”. Cinco o seis años atrás, más de uno se habría sorprendido de encontrar a los autores de “The Downward Spiral” predicando desde lo más alto del Primavera Sound pero anoche, con el festival convertido en un inabarcable muestrario de sonidos y ramificaciones estilísticas, su inquietante fundido a negro acabó siendo el contrapunto perfecto, negro sobre blanco, a la luminosidad expansiva y gozosa de Caetano Veloso. Luces y sombras para un festival de récord.
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