Música para después de una guerra
Imagen de las ruinas de la Catedral de Coventry, tras ser bombardeada en 1940 por los alemanes

Música para después de una guerra

Este año se conmemora el centenario de la I Guerra Mundial, tanto esta confrontación bélica como la que le siguió dos décadas después inspiraron numerosas partituras, firmadas, entre otros, por Britten, Shostakovich y Prokofiev

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Este año se conmemora el centenario de la I Guerra Mundial, tanto esta confrontación bélica como la que le siguió dos décadas después inspiraron numerosas partituras, firmadas, entre otros, por Britten, Shostakovich y Prokofiev

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  1. «Réquiem de guerra» (1962), de Britten

    Imagen de las ruinas de la Catedral de Coventry, tras ser bombardeada en 1940 por los alemanes

    El «Réquiem de Guerra, Op. 66» (War Requiem) es un réquiem compuesto por Benjamin Britten para la reconsagración de la Catedral de Coventry el 30 de mayo de 1962, templo que fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial.

    La obra fue compuesta para soprano, tenor y barítono, coro, coro de niños y orquesta. La soprano solista y el coro cantan el texto tradicional del requiem en latín; el tenor y el barítono interpretan poemas de Wilfred Owen (que participó en la I Guerra Mundial y murió en 1918, una semana antes del Armisticio). El efecto general es lóbrego, y Britten presenta la guerra como desoladora y fútil.

    Para el estreno, se pretendía que los solistas fueran Galina Vishnévskaya(rusa y esposa de Rostropovich), Peter Pears (inglés y pareja del compositor) y Dietrich Fischer-Dieskau (alemán), para demostrar un espíritu de unidad. Por desgracia, la Unión Soviética no permitió a Vishnevskaya salir a Coventry para el evento y, con poca antelación, fue remplazada por Heather Harper.

    Un año después, en 1963, se logró reunir a los tres solistas previstos inicialmente (Vishnevskaya, Fischer-Dieskau y Pears) en una grabación con la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por el propio Britten.

  2. «Séptima sinfonía 'Leningrado'», de Shostakóvich

    Fuego anti-aereo en Leningrado, en 19141
    Fuego anti-aereo en Leningrado, en 19141

    Dmitri Shostakóvich quiso dedicar su «Séptima sinfonía» a su ciudad natal, Leningrado (hoy San Petersburgo), donde se inició la composición de la obra, aunque no la pudo completar allí pues fue evacuado (durante los meses anteriores, al no ser admitido en el ejército pese a su insistencia, formó parte del cuerpo de bomberos adscrito al conservatorio). Lo hizo en la actual ciudad de Samara.

    El 22 de junio de 1941, Alemania invade la Unión Soviética, rompiendo unilateralmente el pacto de no agresión firmado entre Hitler y Stalin, dando comienzo a lo que los soviéticos denominaron la «Gran Guerra Patria». Desde el 8 de septiembre de 1941 hasta el 27 de enero de 1944, la ciudad de Leningrado fue sometida a un feroz asedio por parte de los alemanes: son los llamados «900 días».

    La idea de Shostakovich de expresar y reflejar a su país en guerra, sobre todo mostrado el aspecto psicológico de esta, le llevó incluso a adjudicarle un subtítulo a cada uno de los cuatro movimientos -«Guerra», «Memorias», «Los grandes espacios de mi patria», «Victoria»-, algo que finalmente descartó.

    El estreno mundial de la partitura se celebró en Kuibyshev el 5 de marzo de 1942 a cargo de la Orquesta del Teatro Bolshoi, dirigida por Samuel Samosud, que ofreció un recital transmitido a través de la Unión Soviética y más tarde en Occidente. En Moscú el estreno tuvo lugar el 29 de marzo de 1942 en el Salón Columniario de la Cámara de Cooperativas de Ahorro, por una orquesta que se unió a la Orquesta de Bolshoi y la Orquesta de la Radio-Unión. La obra se estrenó también con enorme éxito, tras las vicisitudes en la salida de la partitura, en Londres y New York dirigida por Henry Wood y Toscanini, respectivamente. Finalmente el 9 de agosto de 1942 tuvo lugar un estreno en la propia Leningrado, con la Orquesta de la Radio dirigida por Karl Eliasberg. El concierto fue precedido de un bombardeo del sector alemán.

    Pero no solo con esta obra Shostakovich hizo referencia a la guerra en el exterior, la II Guerra Mundial, sino también a la interior que se vivía en Rusia bajo la tiranía de Stalin. En 1997, un documental, «The War Symphonies.- Shostakovich VS Stalin», que contó con la presencia estelar del director de orquesta Valery Gergiev, quiso reflejar la lucha por la supervivencia personal y creativa del compositor en la Unión Soviética.

  3. Tríptico de guerra (1919-1920), de Heitor Villa-Lobos

    Venceslau Brás, presidente de Brasil, firma la declaración de guerra a las Potencias Centrales

    La participación de Brasil en la I Guerra Mundial fue pequeña. Aunque inicialmente el país se declaró neutral ante el conflicto, el bombardeo de barcos brasileños por parte de submarinos alemanes en 1917 provocó el clamor del pueblo exigiendo al gobierno su entrada en la contienda.

    Para conmemorar el armisticio, y ante la visita de los reyes de Bélgica a Río de Janeiro, el gobierno le encargó al compositor Heitor Villa-Lobos (1887-1959) que compusiera un tríptico que llevaría por nombre: «Guerra», «Victoria» y «Paz» (sinfonías 3, 4 y 5, respectivamente). Las dos primeras fueron creadas en 1919, mientras que la última al parecer no fue concluída y lo que Villa-Lobos escribió se ha perdido. Las tres sinfonías se basaron en textos del historiador, Luiz d’Escragnolle Doria.

  4. «Sinfonía no. 4 'La inextinguible'» (1916), de Nielsen

    Carl Nielsen

    Escrita entre 1914 y 1916, la «Sinfonía nº4 'La inextinguible'» del compositor danés Carl Nielsen (1865-1931) se estrenó el 1 de febrero de 1916 en Copenhague. El objetivo de su autor en esta partitura era representar la voluntad de vivir, y transmitir una verdadera manifestación inextinguible de la vida. Esta sinfonía suscitó en Nielsen una nueva fe en las formas de la vida tras la desgarradora sensación que le estaba produciendo la Primera Guerra Mundial.

    La obra presenta un único movimiento con sus cuatro partes encadenadas.

  5. «Segunda sinfonía 'Las campanas'» (1943), de Kachaturian

    De izquierda a derecha, Prokofiev, Shostakovich y Kachaturian, en 1940

    Aram Khachaturian (1903-1978) fue un compositor que destacó por combinar el folclore popular de su Armenia natal con la tradicional musical rusa (aunque como Shostakovich y Prokofiev también vivió sus horas bajas por ser considerado anti-popular por el régimen).

    Durante la Gran Guerra Patriótica, como se llamó en la Unión Soviética a la Segunda Guerra Mundial, el compositor demostró su lealtad a su país con «Gayaneh», ballet cuya trama transcurre en una granja comunitaria, mientras que con la «Segunda Sinfonía 'las campanas'», que contiene una conmovedora marcha fúnebre, quiso reflejar el sufrimiento del pueblo ruso en ese trágico período donde proliferaron las purgas ordenadas por Stalin.

  6. «Sinfonía no. 22» (1941), de Miaskovsky

    Nikolai Miaskovsky (1881-1950), conocido como el compositor de las 27 sinfonías, también dejó una partitura fruto del conflicto de la II Guerra Mundial. Sería su «Sinfonía número 22», compuesta en 1941 y estrenada un año más tarde.

    Formado musicalmente en la escuela militar de Nizhny-Novgorod, Miakovsky ingresó después en el Conservatorio de San Petersburgo, donde tuvo como compañero de clase, entre otros, a Prokofiev. El compositor fue movilizado con la I Guerra Mundial, y en 1921 ingresó como profesor en el Conservatorio de Moscú, donde se labró una fama por su excelente labor pedagógica (entre sus alumnos se encontraban Kabalevsky, Shebalin y Kachaturian), lo que le valió el calificativo de «la conciencia musical de Moscú».

    En su haber, además de numerosas miniaturas y sonatas (Glenn Gould fue un ferviente admirador del trabajo de Miaskovsky) se encuentra estas 27 sinfonías (también se le consideró el «padre de la sinfonía soviética» tras recibir en 1941 el premio Stalin, que logró tras escribir su «Sinfonía número 21).

    Mientras en la «Sexta sinfonía», conocida como «Revolucionaria»(1923) Miaskovsky quiso reflejar la gran tragedia que supuso la Guerra Civil, que le tocó de una manera muy personal (su padre fue fusilado en 1918), en la número 22, conocida como «Sinfonía de la balada», fue inspirado por la Gran Guerra Patria, o II Guerra Mundial, dedicándola a la lucha contra el fascismo. La compuso en 1941 en el Caucaso, donde tuvo que trasladarse junto a su amigo Prokofiev tras estallar la contienda.

    En 1948, como le sucedió a otros compositores, y a pesar de sus reconocimientos y premios (fue galardonado como Artista del Pueblo de la URSS en 1946), fue públicamente denunciado por el comité central del Partido Comunista de la Unión Soviética de «formalismo». El compositor moriría dos años después

  7. «Sinfonía no. 4 '1942'» ( 1942), de Antheil

    Sistema de los torpedos creados por Hedy Lamarr y Antheil

    Pianista y compositor estadounidense, George Carl Johann Antheil (1900-1959), con 23 año se instaló en París donde conoce a James Joyce, Ezra Pound, Ernest Hemingway, Man Ray, Fernand Léger, Satie, Pablo Picasso. Interesado por los movimientos vanguardistas, Antheil formó parte del movimiento dadá. En 1926 alumbra la que seria su obra más emblemática y provocadora de ese periodo, «Ballet mecánico», que realizó junto al artista Fernand Léger. Estrena una versión para Estados Unidos que resulta un fracaso, y esto marca su decadencia como compositor en su país natal.

    Durante la II Guerra Mundial debe dedicarse a trabajos muy diversos para sobrevivir, entre ellos, el de corresponsal de guerra De esta experiencia surgió su «Cuarta sinfonía '1942'». Su implicación en la guerra fue aún mayor, pues junto a la actrizHedy Lamarr (que estuvo cansada con el magnate armamentista Friedrich 'Fritz' Mandl) creo un torpedo teledirigido por radio que no entraría, sin embargo, en funcionamiento hasta la Crisis de los Misiles en 1962.

    Compuesta en cuatro movimientos, está considerada la primera sinfonía de guerra estadounidense. Con ella volvió a lograr el reconocimiento como compositor serio, actividad que compartió con la de compositor de bandas sonoras en Hollywood, donde se había instalado unos años atrás. Moriría en 1959, en Nueva York.

  8. «Sonatas de la guerra» (1939-44), de Prokofiev

    La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas en 1941

    Entre 1939 y 1944, Prokofiev (1891-1953) compuso las tres piezas del género llamadas «Sonatas de Guerra», que incluye las sontas números 6, 7 y 8, que marcan la cima de su producción para piano.

    La número 6 se inspira, -según Myra Mendelsshon, segunda esposa de Prokofiev-, en el libro de Romain Rolland sobre Beethoven. Fue compuesta entre 1939, y estrenada por el propio Prokofiev en 1940. Entre estas sonatas destaca la número 7, la más dura de las tres «Sonatas de Guerra», que refleja los horrores de la invasión alemana (otros piensan que que tenían más que ver con el anti-stalinismo que con la guerra), siendo la más conocida de todas y una de las obras maestras del siglo XX. Entre los pianistas que la han abordado, destaca la interpretación realizada por Sviatoslav Richter.

  9. «Metamorfosis (1943-45), de Richard Strauss

    Un soldado americano observa en 1945 el estado de algunas ruinas en Munich tras los bombardeos aliados

    «Metamorphosen» (en castellano Metamorfosis) es una composición para veintitrés instrumentos solistas de cuerda (diez violines, cinco violas, cinco violonchelos y tres contrabajos) del compositor alemán Richard Strauss (1864-1949).

    Algunos esbozos de «Metamorfosis» datan de 1943, pero el verdadero trabajo de composición fue iniciado el 13 de marzo de 1945 y concluido el 2 de abril del mismo año. Strauss supervisó el ensayo final, y Paul Sacher dirigió la primera presentación con su Collegium Musicum en Zurich, el 25 de enero de 1946. La obra surgió ante la profunda impresión que recibió Strauss al saber que el Teatro Nacional de Múnich, su ciudad natal, había sido destruido durante un bombardeo. Strauss exclamó: «¡El mundo es muy cruel. Me han aniquilado!».

    La composición utiliza como motivo principal un pasaje característico de la Marcha fúnebre de la «Sinfonía Eroica» de Beethoven. Al final de «Metamorphosen», en el compás 502, el compositor cita textualmente el tema prinicpal de la Marcha fúnebre en las cuerdas bajas y puede leerse la acotación «In Memoriam!».

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