Cinco grandes discos de Lou Reed

Cinco grandes discos de Lou Reed

Desde su debut con The Velvet Underground hasta su carrera en solitario -o en escogida compañía- el cantante neoyorquino legó a la historia un puñado de joyas

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Desde su debut con The Velvet Underground hasta su carrera en solitario -o en escogida compañía- el cantante neoyorquino legó a la historia un puñado de joyas

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  1. «The Velvet Underground & Nico» (1967)

    Andy Warhol, mánager de la banda y autor de la mítica portada del plátano. De hecho, esa ilustración llevó más tiempo que el propio disco, que se grabó en menos de siete días. Siete días de 1966 (aunque no salió hasta el 67) que marcarían un antes y un después, con temas como «I’m Waiting for the Man», «Heroin», «Run Run Run»...Mientras los Beatles, Los Rolling Stones, los Beach Boys ..., aunque revolucionándolas, seguían instalados en las directrices de los sesenta, y eso de paz, amor y psicodelia, la Velvet Underground

  2. 2. «Transformer» (1972)

    El segundo álbum en solitario de Lou Reed se adentra en el glam rock. David Bowie y su guitarrista Mick Ronson fueron los productores. La labor de este último fue fundamental, así como en los álbumes de Bowie de esa época. «Transformer» contiene temas tan imperecederos como «Vicious», «Perfect Day» y «Walk on the Wilde Side». Esta última fue un gran éxito, y quizás su canción más popular. Lou Reed hablaba sin pudor de sus vicios, de su adicción a la heroína, y el sonido recordaba a la Velvet Underground, pero suponía un paso más allá. Era más moderno. Una obra maestra.

  3. «Berlin» (1973)

    Un disco que fue adquiriendo importancia a medida que pasaban los años. De hecho, fue bastante incomprendido en su momento. Solo un año después de «Transformer» se aleja del glam-rock y se nos presenta como un «perdedor», como un ser marginal que intenta sobrevivir a sus vicios. Para ello viaja hasta Berlín para darse otro paseo por el lado salvaje, aunque en realidad no salió de Nueva York. Coros y cuerdas acompañan este paseo depresivo que, sin embargo, se abre con un «Cumpleaños feliz» que parece más bien una oda fúnebre. Al fin y al cabo, se trata de las experiencias de una prostituta llamada Carolina, que acaba suicidándose al final del álbum. Así de crudo, y así de hermoso fue el resultado final. Contó con las colaboraciones de Steve Winwood al teclado y de Jack Bruce (compañero de Eric Clapton en Cream) al bajo. Un disco que recuperó en 2006 para llevarlo íntegro al directo y publicado al año siguiente.

  4. «New York» (1989)

    Fue el regreso de Lou Reed al sonido urbano que tan buenos réditos artísticos le habían reportado. Nueva York es para Lou Reed más o menos lo que representa para Woody Allen y Martín Scorsese. Una inspiración y una ciudad inseparable del personaje. La portada, con el músico frente a un muro vestido de cuero negro, ya anticipa el contenido. A finales de los 80, la escena musical está un tanto perdida. Las nuevas olas que arrasaron el panorama durante la década ya están en decadencia, y en eso emerge Lou Reed , tras unos años también un tanto perdido, con lo mejor que sabe hacer, darle a la guitarra y al sonido crudo. Había experimentado el lado salvaje en carne propia y ahora podía hablar como espectador de lo que ocurría en los bajos fondos. Su primera canción «Romeo had Juliette» no es una balada romántica, sino que nos sumerge desde ese momento en las alcantarillas.

  5. «The Raven» (2003)

    Lou Reed ya se había convertido en un intelectual (ya había firmado «POEtry», y en «The Raven» se dedica a homenajear a Edgar Allan Poe y su poema «El cuervo». En el disco, que le llevó cuatro años de trabajo, aparece un primerizo Anthony Hegarty que en realidad fue descubierto por Lou Reed. Pero también contó con otro sinfín de colaboradores, como Willem Dafoe, David Bowie –que no trabajaba con él desde Transformer–, Steve Buscemi, el músico de free jazz Ornette Coleman, The Blind Boys of Alabama y su pareja, Laurie Anderson. El hombre que había emergido de la oscuridad se dedica a glosar al poeta de lo tenebroso. Quizás en un momento en el que parecía que ya había dicho todo lo que tenía que decir, volvió a ofrecer un trabajo genial, lleno de cambios estilísticos que se internan incluso en la electrónica o el gospel.

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