el arpón
Manolo Escobar: El emperador de la verbena
En los tiempos del iPad, ha muerto el emperador de la verbena
Manolo Escobar: El emperador de la verbena
En los tiempos del iPad, ha muerto el emperador de la verbena. Manolo Escobar siempre fue Manolo el contento, la alegría infalible de las fiestas patronales , cuando el verano tiene entraña de vino tinto y la noche se desabrocha con algo de noche ... de juerga de boda.
Quiero decir qu e Manolo era un popular, quizá el gran popular que aún duraba, porque sus canciones han quedado en la copa cantable de varias décadas, y así seguirá siendo, cuando el corazón nos pida otra ronda de jarana bien cargada de sangría, a cualquier hora.
Hay una posteridad académica, y hay una posteridad de karaoke, una eternidad de quedar para siempre en el repertorio de los karaokes, entre Angie, de los Rollings, y cualquier bolerazo. Manolo fue el emperador de la verbena de una España que trotaba tras las suecas, y últimamente era un señor famosísimo que se había retirado al buen vivir de Benidorm, que es como jubilarse en Las Vegas sin pillar el avión, y con más gambas que estrípers.
Fue popular, pero no hortera, y ahí está su colección selecta de arte español, donde gastó el potosí que otros emplean en pelucos o en parque móvil. El dinero largo que provocó «Mi carro», o «La minifalda» lo gastaba en obra de Tápies o Sicilia. Te gustará o no te gustará un artista así, pero está en lo alto del cancionero español. Hasta su luto es un alegrón si pones el porompompero.
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