Maurizio Pollini, pianista humanista y comprometido

Pollini (Milán, 1942), que la noche anterior había puesto en pie el Teatro Real tras un concierto, se ha declarado doblemente "afortunado" por poder seguir ejerciendo su "amor por la música" y además "disfrutar de una jornada como la de hoy", en la que ha recibido su primer doctorado honoris causa, en una ceremonia presidida por el rector de la Complutense, José Carrillo.

"Gracias de todo corazón", ha concluido su breve agradecimiento el músico italiano, que ha dejado su discurso en manos del director del Instituto Italiano de Cultura, Carmelo Di Gennaro , quien ha destacado la capacidad de Pollini para abordar en un mismo programa compositores aparentemente distantes, como Frederic Chopin y Claude Debussy , como hizo anoche en el Real.

Pollini "recupera a los clásicos para hacerles materia viva", ha resaltado Di Gennaro, para quien el acreditado perfeccionismo técnico del pianista italiano no tiene otro objeto que "devolver a los autores a su pureza original" y contemplarles como "algo dinámico".

También en la trayectoria de cinco décadas del músico italiano, ha apuntado Di Gennaro, se mantiene el "compromiso con la sociedad" del que hizo gala en su país natal en los años 60 junto a su amigo Claudio Abbado , con quien puso en marcha conciertos en fábricas, centros sociales y barrios de trabajadores.

Ahora continúa ejerciendo ese compromiso -"el intelectual tiene que bajar al terreno de la praxis", ha recordado en el discurso- siguiendo con la "fusión" entre clásicos y contemporáneos, al extremo de borrar en estos últimos las fronteras entre compositor e intérprete, un lugar donde se halla, a juicio de Di Gennaro, "la raíz del compromiso y del humanismo".

Hondura emocional

Por su lado, el profesor titular de Filología Italiana Juan Varela-Portas , encargado del laudatorio del pianista italiano, ha resaltado la "hondura emocional" y la "perfección técnica" que hacen de Pollini "un intelectual integral", que se distinguió por su compromiso en los 60 y 70, "cuando en España teníamos a Italia como referente".

Varela-Portas ha recordado que, tras iniciar una fulgurante carrera -"toca mejor que nosotros", dijo de él Arthur Rubisntein en 1960, cuando ganó en Varsovia el premio que lleva su nombre-, Pollini pudo acomodarse a la habitual inercia de conciertos y grandes giras, pero prefirió centrarse en el estudio, "con rigor y pasión".

En su "laudatio" ha hecho hincapié también en el "heroico compromiso ético" de Pollini para recuperar compositores clásicos que se habían identificado a mitad del siglo XX con el nazismo, manteniéndose firme en su idea de que "el arte hace mejor al hombre".

Varela-Portas ha hablado también de la música como "exploración de los medios lingüísticos" y de nuevos lenguajes en busca del placer, entendido este como "enriquecimiento personal", algo que, a su juicio, caracteriza la trayectoria del Pollini.

El rector de la Complutense ha glosado asimismo al final del acto los méritos "extensos y excelsos" de Pollini, su compromiso con la sociedad de su tiempo -ha recordado sus protestas por la guerra de Vietnam-, que nunca le han hecho abandonar el piano, "un discurso, una postura ética y estética y una manera de contar el mundo".

Carrillo ha concluido señalando que "pocos son los días para la alegría, como este", en una época "en la que los mercados, con la aquiescencia de determinados gobiernos, se empeñan en desmontar el estado del bienestar; en la que los servicios públicos, básicamente en el ámbito de la salud, la investigación y la educación, hemos de soportar recorte tras recorte que nos llenan de asfixia".