One Direction, histeria adolescente elevada al cubo

La boy-band británica hizo enloquecer anoche a sus fans en el Palacio de Vistalegre

One Direction, histeria adolescente elevada al cubo juanlu vela

ignacio serrano

Nunca se ha visto todo en un mundillo tan efervescente, irracional, ridículo y fascinante como el del fenómeno fan. Justin Bieber, Jonas Brothers, Hanna Montana, Tokyo Hotel, Selena Gómez … la interminable lista de jóvenes superventas se remonta hasta el mismísimo origen del pop. ... Pero, eso sí, el último boom adolescente siempre eleva la histeria a una potencia superior.

Cuando ayer se abrieron las puertas del Palacio Vistalegre de Madrid, algunas de las seguidoras de este grupo británico llevaban dos semanas durmiendo a la intemperie para hacer cola y coger los primeros puestos frente al escenario. Deberían estar cansadas, pero la euforia «Directioner» es como una inyección de adrenalina que a escasos minutos del recital provocaba saltitos continuos, lloriqueos, chillidos sin fin que se solapaban unos con otros hasta convertirse en una especie de anti-mantra de lo más mareante. Algún acompañante -los menores no podían entrar solos- debió echar de menos unos tapones para los oídos, y eso que el concierto aún no había empezado.

Cuando eso ocurrió, la tierra tembló. El escenario se iluminó con un decorado de edificios de neón, y ellos, Niall, Zayn, Liam, Harry y Louis, empezaron a salir cada uno por un sitio diferente mientras comenzaba a sonar la música. Aunque eso de sonar sea un decir, dado el inalcanzable volumen del griterío.

Ya desde el arranque con «Up all night» se comprueba que ni siquiera les hacen falta coreografías, ni el menor baile sincronizado para desatar la apoteosis en el público. Es más, se diría que cada uno hace lo que le viene en gana sobre las tablas. Entonces llega el momento de los «solos», cuando los chicos empiezan a turnarse con el protagonismo vocal en los versos, y la cosa empieza a calmarse, a parecerse a un concierto. Dura poco. Enseguida estalla el estribillo y todo vuelve a ponerse patas arriba.

Pasos de flamenco

Lanzadas con un orden que parecía imitar el transcurso de la adolescencia -primero euforia, luego los desencantos, después la redención-, canciones como «I Would», «One way or another», «Summer Love» o «Rock Me» siguieron el mismo patrón pero desatando una locura cada vez mayor, especialmente las que fueron cantadas desde un escenario suplementario que se adentraba en la multitud, donde llegaron a dar unos pasos de flamenco para delirio de sus fans, que poco más tarde mostraban al unísono -sincronizadas vía redes sociales- miles de pancartas con la palabra «gracias».

La noche fue un coser y cantar para One Direction . Ritmos bailables, mucho movimiento, estribillos coreables y letras sobre corazones rotos, mensajes de móvil y fiestas recatadas. La ecuación del éxito en el pop adolescente del siglo XXI.

One Direction, histeria adolescente elevada al cubo

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