Emilio Sagi abre la temporada del Colón de Buenos Aires con una «Carmen» ambientada en la posguerra española
La producción, procedente de la Ópera de Chile, estará dirigida musicalmente por Marc Piollet, y protagonizada por Oksana Volkova, Thiago Arancam, Rodrido Esteves e Inva Mula
susana gaviña
Emilio Sagi abrirá este martes la nueva temporada del teatro Colón de Buenos Aires . Lo hará con una producción de «Carmen», de Bizet, presentada hace un año en Santiago de Chile, cuya acción se sitúa en la década de los años 40 del ... siglo pasado en Sevilla.
No es la primera vez que el director de escena español, exdirector artístico del Teatro Real de Madrid y del Teatro de la Zarzuela , y que en la actualidad es responsable de la programación del Teatro Arriaga de Bilbao , se enfrenta al mito de español: «La he montado tres veces: en Monte Carlo, que viajó después a Trieste, Japón y Lieja. Un año más tarde, en 1999, la hice en el Teatro Real, donde se repuso, y también se ha visto en Tel Aviv y en Los Ángeles, donde se verá ahora por tercera vez porque compraron la producción. Y esta, que se hizo en Santiago de Chile en un momento que tenía muchas ganas de realizar una nueva producción», explica Sagi en conversación telefónica con ABC desde Buenos Aires.
-¿Cómo ha evolucionado su manera de abordar esta ópera en estos casi 15 años?
-El mito de Carmen, la parte teatral de la obra, no ha cambiado mucho pero sí la forma de verlo y construirlo, pues maduras. Al haberla hecho ya antes, la ves cada vez más austera, con menos adornos y con un trabajo más profundo en la caracteriización de los personajes. Lo que más te apetece es contar bien la historia, que pudo ocurrir hace cien años y podría suceder dentro de otros cien. Carmen es alguien que lucha por su libertad y que quiere hacer lo que considera es importante para ella en contra de otras ideas, no reaccionarias sino diferentes. Mi intención es presentarla de la manera más honesta posible sin hacer una boutade.
-La ha situado en la posguerra española, ¿por alguna razón especial?
-Ese entorno de miseria, de pobreza y necesidades imperiosas hace brillar más la historia que queremos contar. No es por razones políticas. Creo que así queda como mucho más pura la historia. El decorado de Daniel Bianco también es muy escueto. Todo esto hace que la historia esté más presente y no haya tanto espectáculo.
«El personaje de Carmen brilla más en la posguerra española»
-En su producción del Teatro Real algunos le criticaron el abuso de elementos folclóricos. ¿Aquí los ha retomado dentro de este nuevo contexto?
-Yo sigo sacando a los toreros y todo lo relacionado con esto. Me parece muy importante que en la escena final se vea el aire de fiesta frente a la tragedia que está sucediendo en el patio de caballos. Creo que ese es un momento muy importante. Tampoco hay que despreciar los momentos de baile. Creo que esa mezcla entre ópera comique, con la presencia de personajes medianamente graciosos junto a la tragedia hace de «Carmen» una ópera muy particular.
-Hablando de baile, usted también colaboró en la versión realizada por Aida Gómez de esta ópera...
-Me encantó trabajar con ella, porque además es amiga...
-En el Teatro Real, el vestuario fue realizado por el desaparecido diseñador Jesús del Pozo, y aquí, mucho más pegado a la realidad, está firmado por Renata Schussheim.
-He trabajado con ella en varias ocasiones -«El barbero de Sevilla», «El cantor de México», «Las bodas de Fígaro»-. En esta producción, situada hacia 1945, es muy importante que el vestuario sea realista. En cuanto al del Real, hay que tener en cuenta que fue mi primer encuentro con Jesús del Pozo, que me apetecía mucho que entrara en el mundo de la ópera, y nunca intentamos hacer algo realista. Siendo magnífico, ese vestuario no hubiese encajado en un montaje como este.
-Usted asegura que el director de escena es co-creador de la ópera en la que trabaja. ¿Hasta qué punto? ¿Dónde están los límites de esa co-creación?
-Más que co-creador, debe de ser un artesano que versiona esa obra de arte que perdió un poco la circunstancia. Me refiero a las óperas escritas en 1853 o 1864, hace por lo menos 100 años. Desde entonces hay muchas cosas que se han perdido: circunstancias sociales, políticas... El director de escena es un poco versionador de todo eso y su responsabilidad es dar a esa obra una fuerza actualizada para que sirva al público de hoy. Obviamente, cada uno busca su equilibrio y tiene su librito. Es importante encontrar un balance a la hora de trabajar con la música y el texto, una labor en la que debe surgir el teatro. Cada uno lo hace de una manera. En cuanto a los límites, es una palabra que no me gusta nada. El tiempo mismo es el que lo pone dejando algunas propuestas en nada mientras otras seguirán adelante. En obras que son universales no hay que tener miedo de entrar en ellas. Te puedes equivocar o no. Lo bueno de nuestra profesión es que tengas la libertad de poder equivocarte.
«No hay que tener miedo a la hora de abordar obras universales»
-Un territorio muy sensible para los espectadores es el tratamiento de los mitos en la ópera, y cuando estos se trasgreden -como en la «Carmen» de Calixto Bieito de hace dos años o el «Don Giovanni» de Tcherniakov que se puede ver estos días en el Teatro Real-, no duda en rechazarlo y abuchearlo...
-No he visto el montaje de Tcherniakov pero sí la «Carmen» de Bieito que me parece una propuesta estupenda y muy inteligente. Es un director fenomenal, aunque mi propuesta es diferente. De Tcherniakov me encantó su «Eugene Oneguin», que me parece una obra de arte. Cuando te encargan óperas tan emblemáticas siempre se cuenta que hay un mayor riesgo. A veces el director de escena se puede equivocar, nos podemos confundir...
«A veces el director de escena se puede equivocar»
-La última vez que le vimos en el Real fue con «I due Figaro» de Mercadante, bajo la batuta de Riccardo Muti. ¿Tiene previstas más colaboraciones con el director italiano?
-Me ofreció participar también en el segundo título de Mercadante, pero yo ya tenía otro compromiso y no pude. Me encantaría volver a trabajar con él.
-Volverá a la Plaza de Oriente para abrir la próxima temporada con su producción de «El barbero de Sevilla», convirtiéndose en el único director de escena español de la programación...
-Es curioso porque se verá mi producción realizada en 2005 y a continuación me voy a San Francisco para hacer un nuevo «Barbero» que se estrenará en noviembre.
-¿Será muy diferente?
-No, porque la idea inicial siempre es la misma: una locura organizada.
-¿Qué proyectos inmediatos tiene?
-Ahora, en mayo, presentaré una nueva producción en el Teatro Arriaga de «El mundo de la luna» de Haydn, con el libreto original de Goldoni, que haremos en coproducción con la Ópera de Monte Carlo y el Festival Ravenna, y la dirigirá el maestro Jesús López Cobos, con el que me apetece mucho volver a trabajar. Luego, el año que viene, tengo muchos proyectos fuera de España.
-¿Se nota menos la crisis fuera que dentro de nuestro país?
-Se nota en todos los sitios. Todo el mundo mira con lupa los proyectos a nivel económico. Lo que sucede aquí, en América del Sur, es que en el pasado hubo muchos problemas y ahora hay alguno menos, los teatros han crecido mucho, y no refiero al Colón de Buenos Aires, que es magnífico, sino a las temporadas de Chile, Colombia, México... Está volviéndo a verse un circuito suramericano, que siempre lo hubo pero ahora funciona más. Lo más nocivo de la crisis para mí, incluido el 21 por ciento de IVA, es que a quien más afecta es a los sitios pequeños, donde costó mucho empezar a hacer una temporada lírica. Muchos de esos sitios están desapareciendo y va a costar muchísimo trabajo ponerlas en pie de nuevo.
«Muchas temporadas pequeñas están desapareciendo por la crisis»
-En 2008 asumió la dirección artística del Teatro Arriaga. ¿Hasta cuando tiene contrato? ¿Como valora su etapa en este espacio? ¿Piensa en su continuidad?
-Tengo contrato hasta diciembre de 2015. Estoy muy contento porque verdaderamente el trabajo que estamos haciendo -colabora conmigo Daniel Bianco- creo que es muy interesante. Además tenemos un gran apoyo por parte del Ayuntamiento de Bilbao y el público de la ciudad. Desarrollar una labor en un teatro con una programación tan variada, algo que no había hecho antes, me parece muy interesante. También trabajar en una ciudad que no es tan grande como Madrid pero lo suficiente para tener una actividad importante. No sé lo que haré en el momento que se acabe mi contrato. Se verá entonces. No me lo he planteado.
Emilio Sagi abre la temporada del Colón de Buenos Aires con una «Carmen» ambientada en la posguerra española
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