Justin pone a cien a las «beliebers»
ROSA BELMONTE
Las niñas acampadas durante días en el exterior del Palacio de Deportes de Madrid eran indirectamente proporcionales a la gente que había dentro media hora antes de que empezara el concierto de Justin Bieber. Poco personal en la pista y en las gradas para tanta ... parafernalia de intemperie y telediario. A la siete se acabaron los teloneros (la actuación de Justin estaba prevista a las siete y media). Se oyó un «ding, dong» y las niñas se desgañitaron. Pero solo eran las instrucciones de seguridad. Y ni siquiera las dieron los azafatos de «Los amantes pasajeros».
El joven cantante canadiense, que va camino de convertirse en la nueva Britney Spears, ha venido a España para dar dos conciertos, el de anoche en Madrid y el del sábado en Barcelona. Conciertos que forman parte del «Believe Tour», con el que está de gira mundial. El lunes, «por circunstancias imprevistas», suprimió una de las actuaciones portuguesas. Lo de Britney Spears es por las noticias chispeantes que protagoniza. Se desploma en Londres y hay que darle oxígeno, cancela en Lisboa, enseña el culo en Instagram, vomita sobre el escenario...
El «Believe Tour», que promociona «Believe», su segundo álbum de estudio, empezó en septiembre. Anoche pasaban de las siete y media y aquello no empezaba. Las ocho menos diez y nada. Teniendo en cuenta que en Londres se presentó con casi dos horas de retraso, la cosa era como para mosquearse. A las ocho menos dos minutos un estruendo y una cuenta atrás en la pantalla gigante activó a la chiquillería. Una cuenta atrás de diez minutos. Pero las crías cantaban los segundos. Por lo menos de siete para abajo. Una y otra vez. Fue lo más divertido de toda la noche. Luego él cantó y bailó.
A las ocho y diez, con cuarenta minutos de retraso empezó el espectáculo. Con su figura a contraluz en lo alto y con alas. Con fuegos artificiales por todos lados. Y aparece colgado de una plataforma aérea que parecía la Estrella de la Muerte y enganchado a unas alas gigantes. Visualmente impresionante. También lo era el traje blanco de «Corrupción en Miami» (o de comunión). Además, camiseta con escote, gafas de sol, guantes dorados, tupé perfecto que no se movió en toda la noche, doce bailarines y más confeti que en casa de Ana Mato.
Canta «All around the World» y a la mínima se echa mano a la entrepierna. Muchas dotes para bailar no tiene pero sabe cómo provocar la adhesión inquebrantable. Al rato se quita las gafas de sol. Y la chaqueta. La camiseta era de tirantes con la sisa muy baja, para que no le roce, así que las «beliebers» enloquecieron. Canta «Somebody to love».
Un amor incondicional
Ellas no tienen duda de a quién amar. «You are our moon» se leía en una pancarta. En el escenario, un juego de pantallas proyectaba vídeos más allá de la mera reproducción de la actuación para los del gallinero. El vídeo con imágenes de Justin Bieber cortándose el pelo y otras imágenes entrañables del muchacho provocan la misma histeria que los saltitos amanerados. O los bailarines que salen del suelo propulsados por un resorte. También había imágenes de él de pequeñito, de más pequeñito (esas eran las más agradecidas) o de su nombre en Google.
Como no debe de ser supersticioso no tiene inconveniente en salir a cantar con paraguas abiertos en interior. Solo llovía en las pantallas. El traje blanco se lo cambia por uno negro. Y es el momento en que sale huyendo de un «paparazzo» por el escenario. Luego se pone un sombrerito y juega con la peana de un micrófono vintage. Momento de coger una cámara y empezar a grabar a la gente (que sale en la pantalla gigante) o a él mismo cantando. Todo se le jalea. Hasta que enseñe los calzoncillos. Y vuelve el espectáculo a lo grande. Se sube en una grúa que lo va acercando a las gradas (no tiene vértigo) y canta «Be Allright». Bueno, la canta él y todo el mundo. Más tarde, toca la batería. O sube a una chica al escenario, le pone una corona de flores y la sienta en un trono de altavoces y micrófonos. Después de un vídeo de él de pequeño, canta «As long as you love» Con una cazadora negra abierta y los calzoncillos asomándole cinco dedos. No podía irse sin cantar «Believe». El título llenaba la pantalla. Justin será justito pero llenó el escenario.
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