'Momo', el alegato visionario contra los ladrones del tiempo de Michael Ende cumple medio siglo

La obra maestra del escritor alemán resuena más actual que nunca en la era de WhatsApp y TikTok

De Nueva York al haketía pasando por España, la vuelta a 'El Principito' en 80 años

Ilustración creada por el propio Michael Ende para 'Momo' Alfaguara

Viviendo se gasta el tiempo. La certera visión de Michael Ende en 'Momo' resuena hoy, cuando su genial obra cumple medio siglo, con ecos de profecía. Y eso que a los hombres de gris imaginados por el escritor alemán en 1973 le han ... salido unos duros competidores en la era de Whatsapp y TikTok en eso de quedarse con nuestras horas. Cierto es que aquéllos abogaban por la eficacia y estos están más bien ociosos, pero luchan para conseguir el mismo fin: acaparar nuestra atención en todo momento y anular cualquier atisbo de reflexión.

«No soportan el silencio, porque en el silencio les sobreviene el miedo, ya que intuyen lo que en realidad está sucediendo con sus vidas, por eso siempre hacen ruido». ¿Les suena? El mensaje que lanza esta fábula filosófica sigue sonando muy actual cincuenta años después de su publicación. Y los datos de venta en España lo respaldan. Laia Zamarrón, editora ejecutiva de Alfaguara Infantil y Juvenil, la primera editorial que publicó 'Momo' en España, explica que venden 20.000 ejemplares del título año tras año, sin contar con las cifras de los colegios. «Es un libro revolucionario que critica con dureza a las sociedades productivas. Resulta subversivo, sobre todo porque quien se enfrenta a esa amenaza es una niña», señala Zamarrón. ¿Cómo logró Michael Ende vislumbrar cuál iba a ser el estresante presente de nuestra civilización?

El autor esboza en 'Momo' un mundo que se enfrenta a su desmoronamiento, tocado de muerte por el consumismo y la deshumanización. Ende hizo frente a los peligros que entrañan ambos desde su más tierna infancia y su vida siempre discurrió a contracorriente. Nacido en 1929 en la localidad alemana de Garmisch, su padre fue el pintor surrealista Edgar Ende y el mundo de fantasía tejido por sus obras le arropó desde bien pequeño. Junto a su mujer, Luise, crearon un hogar bohemio, en el que lo material quedó relegado a un papel secundario frente al arte y la espiritualidad. No es de extrañar que calificara su estancia en su colegio de Múnich como «una larga prisión gris de duración indefinida».

El autor alemán Michael Ende AFP

Todo cambió para la familia cuando los nazis llegaron al poder. En 1936, el régimen tachó la obra de Edgar de arte degenerado y, su incipiente carrera internacional se truncó, puesto que ya no pudo exponer su obra. Poco después, estalla la Segunda Guerra Mundial y Ende asiste, horrorizado a los bombardeos de Múnich y Hamburgo. Los niños son evacuados de Múnich y regresa a la escuela de Garmisch. El último año de la contienda es reclutado en la Wehrmacht, pero huye junto a su madre a Múnich y entra en contacto con el grupo de resistencia nazi Acción por la Libertad de Baviera.

La llegada a Casa Unicornio

Lo vivido influyó en su vida y en sus escritos, a través de la que reivindica de forma constante la importancia de la mirada infantil. «Yo escribo para proponer un diálogo con el niño que todos llevamos dentro», comentaba a ABC en un encuentro con periodistas en Múnich. Igual de esencial consideraba preservar y cultivar la fantasía, a la que definía como «una capacidad anárquica, a veces destructiva con algunas cosas, pero también creadora en otro sentido y, por ello, más necesaria en este siglo».

Sin embargo, su radical mensaje no terminaba de cuajar en la Alemania de la época. Ende publicó con notable éxito 'Jim Botón y Lucas el maquinista' en 1960, recibió el premio alemán de literatura juvenil al año siguiente y fue traducido en 33 idiomas. Pero la crítica especializada le tachó de escapista y de fomentar la evasión mental, y el ambiente se fue volviendo asfixiante en pos de una literatura realista. Hasta tal punto, que Ende decide autoexiliarse junto a su mujer, la actriz Ingeborg Hoffmann, a Italia a principios de los setenta.

El matrimonio Ende se instala en una villa a las afueras de Roma, en la localidad de Genzano, a la que llaman Casa Unicornio. Allí encuentra el escritor el espaldarazo definitivo para sacar adelante una historia en la que estaba trabajando varios años acerca de una pequeña niña huérfana que vivía en un antiguo anfiteatro y que poseía el revolucionario poder de escuchar a los demás. «Y si alguien pensaba que su vida era un fracaso total y no tenía sentido, y que él tan solo era un número más entre millones de personas, un ser insignificante al que costaba tan poco reemplazar como una cazuela rota…, entonces iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo. Y en el mismo instante en el que estaba hablando, se daba cuenta de manera misteriosa y con total claridad de que estaba equivocado por completo, y de que él, tal y como era, era único entre todos los seres humanos, y que justo por eso era especialmente importante para el mundo».

Ilustraciones de 'Momo' y el hombre de gris de Ayesha L. Rubio para la edición especial del 50 aniversario Alfaguara

El fascinante engranaje argumental esconde varias capas de lectura, lo que favorece que los adultos hechizados por la historia hayan vuelto a leerla y que muchos la compartan con sus hijos. Por eso, «para volver a llenar las librerías con 'Momo' con motivo del aniversario» en palabras de Zamarrón, la editorial ha lanzado una nueva edición de coleccionista, ilustrada por Ayesha L. Rubio y en gran formato, a la que se sumará el año que viene otra de 'La historia interminable', el otro gran clásico de Ende. También por sus cincuenta años se ha anunciado una nueva adaptación cinematográfica a cargo del productor Christian Becker y del guionista y director Christian Ditter ('Mejor... solteras').

Por cierto, en la película de 1986, el Maestro Hora (John Huston) le cuenta a un hombre en un tren la historia de Momo que es interpretado por el propio Michael Ende. Su epílogo es memorable: «He de confesar que escribí esta larga historia de memoria, tal y como me la contaron. En aquel entonces yo estaba haciendo un largo viaje cuando tuve que pasar una noche en mi compartimento de tren acompañado por un extraño pasajero. Lo cierto es que, durante el viaje, me contó toda la historia. Cuando hubo terminado el enigmático pasajero añadió una frase que no puedo escatimar al lector. —Le he contado todo esto —me dijo— como si ya hubiera sucedido. También podría habérselo contado como si fuera a ocurrir en el futuro. Para mí no hay tanta diferencia».

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