Flamenco
Una mirada radical a Manolo Caracol desde Pamplona
música
Vicente Soto Sordera, Antonio Reyes y La Tremendita estrenan el espectáculo 'Una historia del cantaor' en Flamenco On Fire, una cita que también contará con la Orquesta Sinfónica de Navarra en el cincuenta aniversario de la muerte del artista
Luis Ybarra
Le han tendido la mano a este periodista que ahora trata de meterse hasta la cocina. El festival Flamenco On Fire de Navarra prepara varias producciones propias para su décima edición, que tendrá lugar a finales de agosto. Una de ellas, así de lejos, ... parece extraña. Qué es eso de subir al escenario del auditorio Baluarte por primera vez a Vicente Soto Sordera, Antonio Reyes y La Tremendita, con toda su heterodoxia, para cantar en el cincuenta aniversario de la muerte de Manolo Caracol. Cómo que lo hacen con la complicidad de la Orquesta Sinfónica de Navarra con el maestro Óliver Díaz en la batuta. Y David Lagos, cómo que David Lagos. Qué ha ideado el cantaor jerezano, encargado de dirigir el encuentro, para la ocasión. ¿Algo experimental? ¿Cante flamenco? ¿Música sinfónica? Qué es todo esto.
Las dudas crecen desde la oreja hasta el teclado. Llamo, consulto, converso…, tratando así de encajar las piezas de un puzzle que terminará de resolverse el 23 de agosto sobre el escenario. Las ideas, en este punto, están en ebullición. Algunas son locas y todavía no pueden esbozarse. Otras, según adelanta Lagos a ABC, van llegando a la concreción:
«Manolo Caracol es el cantaor más influyente del siglo XX. En 1958 quiso publicar una antología, pero como ese nombre ya estaba registrado la llamó 'Una historia del flamenco'. Nuestro título, 'Una historia del cantaor flamenco', es una declaración de intenciones. Primero, porque es una historia. Es decir, tiene la humildad de no querer sentar cátedra, sino ofrecer una mirada. Un relato. Por otro, porque hace referencia al cantaor flamenco, aunque su éxito en el mundo de la canción haya tapado en algún punto la dimensión de su figura en lo jondo».
El cantaor de Sevilla perdió la vida hace medio siglo en la carretera. Lo hizo a los 63 años, tiempo suficiente para poner patas arriba tanto el flamenco como el panorama musical patrio en toda su extensión: «Fue un genio atrevido, por eso esta obra tiene que ser a la fuerza valiente. Asumo riesgos. No hay más. Poner a cantar a Antonio Reyes una de sus zambras con la orquesta es algo evidente que, además, ya hizo él y no lo vamos a superar. Aquí planteamos otra cosa».
Su discurso hace giros caracoleros. Mi intriga crece. «Tenemos, por una lado, a tres cantaores que representan los territorios que se volvieron abiertamente seguidores del maestro. Sordera es de Jerez, La Tremendita de Sevilla y Antonio Reyes de Cádiz. Los tres sitios beben de Caracol. Los tres sitios cantan por él, así su sello en cantes como la malagueña del Mellizo o la soleá por bulería de la Moreno quedaron como modélicos, por no hablar de la zambra. Y esta coincidencia geográfica nos va a dar mucho juego para el repertorio, que obligatoriamente parte del Concurso de Cante Jondo de 1922, que gana un Caracol muy joven con un veterano Tenazas en presencia de Antonio Chacón, la gran figura que vio otra figura en aquel niño».
«Por otro lado...», prosigue, «tenemos a la Orquesta Sinfónica de Navarra. Para huir de los clichés va tocar una música nueva del compositor Mauricio Sotelo, un enorme. Esto lo cuento en primicia, pero creo que es importante ir mencionándolo ya. Vamos a recrear a partir de Caracol, pero no a hacer de nuevo lo que él hizo insuperable. Por ejemplo, el 'Carcelero carcelero' de La Tremendita con el piano disonante de Alejandro Rojas-Marcos no se parece a nada de lo que antes se haya hecho».
Habrá, además, sorpresas. Artistas que aún no se pueden desvelar. Quizá del baile. Quizá provenientes del rock. Tal vez de ambos universos. «Nos empapamos de su espíritu», concluye David Lagos. «Hoy lo vemos como un clásico, pero tuvo una mirada radical que lo cambió todo: en la escena, en el tablao Los Canasteros y en los discos con esa manera de crear por fandangos. Y eso debemos seguir. Su carácter disruptivo».
Sordera, el único que conoció al maestro
De todo el elenco, el único que conoció personalmente a Manolo Caracol fue Vicente Soto Sordera. «El hombre escuchó cantar a mi padre y le dijo: 'Tú te vienes para Madrid. Te vienes para mi casa'. Mi padre le dijo: 'Tengo siete hijos'. Y el otro: 'No ha perdido usted el tiempo'. Total, que terminamos instalados en la capital, donde vino también con nosotros mi primo José Mercé. Caracol vivía en la calle Antonia Mercé. Lola Flores, en Povedilla. Nosotros, en Fuente del Berro. Todos en el barrio de Salamanca. Año 64. Y yo debuto más tarde en Los Canasteros no como cantaor, sino como guitarrista, junto a Manzanita. Éramos los dos del cuadro».
«A Caracol y a su mujer, Luisa, le hacía los mandados. La compra, esas cosas», rememora el artista jerezano. «Decía que yo era uno más del equipo de fútbol, que así llamaba a mi familia. A mí me imponía mucho, así que cuando le tuve que acompañar al toque en fiestas y bautizos lo hice con mucho miedo. '¡Sobrino!', me decía. Y yo me echaba a temblar. Tenía la personalidad propia de un genio, por eso lo mismo en este espectáculo lo empiezo recordando por toná, así me olvido de la guitarra», ríe. Lo hace con un pasado de mármol a la espalda. Tiene esculpidos nombres de leyenda en su médula, con los que compartió y convivió. De los que se llevó algo. Es uno de los pocos de aquella generación flamenca que echó a andar sobre los escenarios en los 60 que continúa en activo. Ahora se ha rodeado de jóvenes para aportar otros colores a esta ancha paleta. El arte es una tierra de encuentros.
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