La mirada irreverente de 'Frankie', el gato que se enfrenta a la depresión humana
J. M. Gutsch explora con sarcasmo la enfermedad mental, la soledad y hasta la corrección política a través de los ojos de un minino callejero en la novela revelación del año en Alemania
El techno, la banda sonora de la reunificación alemana
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Iniciar sesiónFrankie es un gato agnóstico y hedonista, que llega a la conclusión de que lo es tras salvar involuntariamente del suicidio al humano Richard Gold. «Lo peor que te puede pasar cuando quieres matarte es que, en ese momento, cuando ya tienes la soga ... al cuello, veas un gato que se lame entre las patas», explica a ABC J. M. Gutsch (Berlín, 1971). Por eso lo eligió como punto de partida de su último libro, 'Frankie', considerado la revelación del año pasado en Alemania y que ahora publica en España Seix Barral.
El también periodista reconoce que a la editorial, aunque luego estuvo conforme, no le gustaba este comienzo por considerarlo demasiado oscuro. Pero Gutsch (la idea del argumento surgió entre él y Maxim Leo y el plan era escribirlo juntos, pero finalmente lo hizo solo Gutsch, aunque se mantuvo el nombre de Maxim en la autoría) perseguía una escena muy fuerte que combinara lo amargo y lo cómico para meter al lector directamente en materia. «Pienso que el humor se basa en la tragedia», defiende.
Así, tenemos a un Gold desolado por la pérdida de su mujer que, en el peor momento de su vida, se topa con un gato que le da un susto de muerte. Porque Frankie, además, habla humano, aunque no nos entiende como especie. Por eso cree que lo que está presenciando es un juego con un hilo gigante. «En el reino animal no existe la depresión ni los intentos de quitarse la vida. Quería una mirada desde fuera del comportamiento humano para tomar esa distancia con respecto a las cosas que hacemos», señala el autor.
A pesar de que Gutsch reconoce que, en ese sentido, les hubiera valido cualquier animal como protagonista, sí que tenía interés en que Frankie fuera callejero y bruto. «No encaja con esta situación, ni con este ser humano. Tiene la actitud de alguien fuerte, de un buscavidas con experiencia. Es egocéntrico y le importa un pimiento lo que le está pasando a esa persona. Quería que tuviera una actitud escéptica frente a los humanos. Que le interesara en primer lugar que hubiera comida y, después, que hubiera una televisión».
El periodista le dio mucha importancia por el tema que subyace en 'Frankie': la depresión. «Me parecía importante introducir este tipo de trato porque se acerca a ella sin piedad y sin empatía. Desde mi propia experiencia, sé que esto es algo bueno porque lo peor que le puede pasar a alguien en esta situación es la compasión constante de los demás».
Gutsch, que sufrió un episodio que le llevó a estar ingresado en una clínica, considera que no se hable con libertad de estos temas que nos afectan a todos («un estudio afirma incluso que una vez en tu vida sufrirás uno») tiene que ver con que no sabemos muy bien cómo aproximarnos a las personas depresivas que han sufrido un golpe de destino. Nos preguntamos si conviene llamar, o no; no queremos molestar… Sin embargo, Frankie no piensa en todas estas cosas, es como los niños, pregunta y ya está».
Corrección política
Curiosamente, no ha sido abordar un tema peliagudo, si no la corrección política lo que le ha acarreado problemas con la traducción del libro en Estados Unidos. La primera editorial quería cambiar tantas cosas de 'Frankie' que Gutsch acabó desechándola porque le quitaba todo el sentido al libro. El epicentro de las críticas era un perro afgano negro que hace pasar como una especie de traficante en uno de los episodios. «Según la primera lectora de la editorial, no podía decir negro porque puede ser un insulto para la comunidad; tampoco afgano, por los musulmanes; ni impedido; ni diverso… Llegó un punto en el que dije basta. Hubo momento en el que me sentí el protagonista de una mala comedia o que había una cámara oculta».
Otro punto que le interesaba subrayar al autor es el del aislamiento que se suele sufrir en estas circunstancias, que en el libro padece Gold. «Quería reflejarlo así porque es muy importante. Para empezar, uno está solo consigo mismo porque cuesta aceptarlo, especialmente a los hombres, que todavía tienen la idea de que tienen que ser fuertes. A mí me pasó incluso con mis amigos, que no podían aceptar que yo me mostrase vulnerable. Y luego está la soledad del entorno, que no sabe muy bien qué hacer. En este contexto, un animal como Frankie es algo bueno. Es un buen compañero y además tienes que ocuparte y eso es una buena terapia», remarca.
El periodista tenía previsto introducir los dos puntos de vista: el de Gold y el de Frankie, «pero le di a varias personas el primer capítulo para que lo leyeran y todas me dijeron que la perspectiva del ser humano no era muy interesante porque ya la conocemos», comenta entre risas. Que Frankie no sepa en realidad que está pasando en muchas ocasiones da lugar a situaciones inopinadas y diálogos excéntricos en los que saca a la luz las contradicciones y los fallos de la sociedad actual. Como en la que dice que los humanos necesitamos demasiadas cosas «como cortacésped, inodoros, sentido de la vida y demás».
«No quería hacer chistes sobre ello (mientras escribía la novela, en mi ordenador tenía puesto un post it con letras mayúsculas 'No hacer chistes'), pero sí me gusta que a veces el lector se pregunte: '¿Puedo reírme de esto?'. Si lo hace, eso también es una liberación».
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