Cuando Mickey Mouse contó el horror de los campos de concentración medio siglo antes que 'Maus'
Reino de Cordelia recupera la historieta protagonizada por el célebre ratón que un ilustrador judío dibujó mientras estuvo preso en el campamento nazi de Gurs
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Portada original de 'Mickey en el campo de Gurs', fechada en 1942
En 1940, el ilustrador judío Horst Rosenthal fue encarcelado en el campo de concentración nazi de Gurs, destinado en un principio a los combatientes de las Brigadas Internacionales y los republicanos españoles que habían perdido la Guerra Civil. Había llegado a Francia ... desde Breslavia para huir de Hitler, pero el Régimen de Vichy fue implacable. Por aquel entonces, Mickey Mouse ya era famoso, así que Rosenthal decidió internarlo junto a él para narrar los horrores que allí se vivían a través de una parodia satírica.
Fechado en 1942, en ‘Mickey en el campo de Gurs’, el ratón recorre los barracones antes de regresar a su país al darse cuenta de que aquello no era precisamente saludable. Rosenthal no tuvo esa oportunidad, ese mismo año es deportado Rivesaltes, después a Drancy, y desde allí a Auschwitz, donde fue gaseado al poco de llegar por tener un brazo lesionado y no servir para los trabajos forzosos. «Horst tenía un sentido del humor prodigioso, encerrado en un campo de concentración, fue capaz de hacer este cómic para entretener a los niños que estaban presos en Gurs», explica Jesús Egido, editor de la obra que ahora recupera Reino de Cordelia.
Antecedente de 'Maus'
Las enfermeras del Socorro Judío (un servicio de apoyo a los prisioneros de la Internacional Comunista), con las que el dibujante colaboró, llamaban ‘Mickeys’ a los pequeños internados en los campos por el personaje creado por Walt Disney. «Ya era popularísimo por aquel entonces, todos los niños lo conocían, y Rosenthal tiene el ingenio, la agudeza y la visión de meter al personaje en los barracones».
Con ‘Mickey en el campo de Gurs’, el ilustrador inauguró sin saberlo una corriente de cómics que usaba animales para contar los horrores del nazismo. Tan solo dos años después, en 1944, todavía en la Francia ocupada, Edmon-François Calvo, discípulo de Disney y maestro del genial Uderzo, hacía referencia a esta historia en ‘La bestia ha muerto’. Recuperado también por Reino de Cordelia, en este álbum un abuelo conejo relata a unos conejillos las tropelías de los lobos alemanes.
También Art Spigelmen reconoce como antecedente esta obra de Rosenthal en ‘Maus’, la célebre novela gráfica en la que narra cómo sobrevivió su padre al Holocausto y en la que los animales representan a los distintos grupos humanos: los judíos son ratones; los alemanes, gatos; los polacos no judíos, cerdos... «La historia era conocida, lo que ocurre es que no existía como libro. El único ejemplar que había se custodia en la Shoah, imagino que en Jerusalén, y nunca se había reproducido», precisa Egido. Según el editor, existe una edición francesa en la que aparecen unas ilustraciones de este Mickey. Aprovechando el cómic, se hace un estudio y un análisis sobre la represión en judía en los campos. «Pero yo lo que quería hacer era un homenaje a Rosenthal. A mí me parece que un hombre con ese sentido del humor y ese modo de ver la vida sabiendo que se la está jugando merece todo tipo de honores», subraya.
Egido ha querido honrarle respetando al máximo su obra y buscó, junto a la traductora, Asunción García Iglesias, toda la documentación para averiguar cuáles eran los tamaños reales del libro de Rosenthal con el fin de reproducirlo con la mayor fidelidad posible. «Es verdad que no podía hacerlo tal y como él lo creó porque a Rosenthal le salió irregular y nosotros lo hemos dejado exacto», especifica. ‘Mickey en el campo de Gurs’ contiene quince ilustraciones encuadernadas manualmente en cartón rojo troquelado con un círculo que deja ver una parte de la primera página, donde aparece la cabeza de Mickey. Debajo Rosenthal escribe «Publicado sin autorización de Walt Disney». Un guiño a los esfuerzos de la compañía por controlar meticulosamente los derechos de su personaje, según el editor.
Una de las viñetas del cómic
Solo un aperitivo de la sorna que preside toda la obra. Gurs era conocido como ‘el campamento de los vascos’ porque se enclavaba cerca del País Vasco y albergó refugiados procedentes de allí. Por eso Mickey es detenido en la historieta por un gendarme que se dirige a él en primer término en vasco y luego en bearnés, pero el ratón no le entiende. En otra viñeta, porta una lupa porque la insuficiente ración de comida que reciben al día casi no se ve... Rosenthal cuenta las precarias condiciones que sufren, como la escasa higiene que les marca como objetivo de los parásitos o su extrema delgadez debido a la hambruna, que les convierte en zombis errantes.
Deportado a Auschwitz
Antes de ser deportado a Auschwitz, Rosenthal tuvo tiempo de hacer dos cuadernillos más, ‘Pequeña guía a través del campo de Gurs’ y ‘La jornada de un interno’, que también recopila Reino de Cordelia y en los que ya no aparece el ratón. A juicio del Egido, el primero es el mejor de los tres, tanto gráfica como literariamente, y fue concebido como una sátira de los folletos turísticos que invitaba a viajar al campo y destacaba las bondades de su cocina, que garantizaban una cura de adelgazamiento. En ‘La jornada de un interno’, mostraba su dura monotonía en el mismo tono. Se dibujó desayunando en la cama, pese a que tenían que hacer una cola enorme para que les dieran una comida asquerosa en el barracón. «Todo se lo toma a risa. Es asombroso cómo un hombre en una circunstancias tan hostiles y tan inhóspitas es capaz de ver su realidad con esa ironía», indica Egido.
El editor también destaca la elegancia con la que abordó la tragedia que le rodeaba. Un requisito imprescindible para sortear la censura de los guardias del campo, implacables a pesar de que les dejaban escribir y dibujar, pero también para que los niños lograran evadirse. «Era un modo de darles una ilusión, un motivo más para vivir, al tiempo que le servía para superar la angustia de la situación mediante su imaginación y lo que sabía hacer, que era dibujar».
En un contexto de opresión y desesperanza, Rosenthal encontró en el dibujo y la parodia una forma de resistir y ofrecer una vía de escape a quienes lo rodeaban. Su legado perdura como un conmovedor testimonio de la capacidad del ser humano para enfrentar la adversidad con ingenio, incluso en los momentos más oscuros.