El #MeTooGarçons destapa casos de abuso sexual contra menores de edad en el cine francés
Los actores Aurélien Wiik y Francis Renaud han denunciado que sufrieron violaciones cuando eran adolescentes: «Otros también sufrieron del mismo tipo de violencia»
Depardieu, un problema para Francia
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Iniciar sesiónEl movimiento #MeTooGarçons (#MeTooChicos), lanzado por los actores Aurélien Wiik (43 años) y Francis Renaud (56 años) abre una nueva y negra página de la historia por descubrir, plenamente, de las agresiones sexuales en el cine francés contra chicos y chicas, ... algunos de ellos menores de edad.
Wiik, muy popular, protagonista de una treintena de películas, más otras tantas telecomedias y series de televisión, lanzó la primera andanada en su cuenta de Instagram con esta acusación: «Mi agente y varios miembros de su equipo abusaron de mi y me violaron cuando era menor. Muchos otros adolescentes, chicas y chicos, sufrieron del mismo tipo de violencias. Ha llegado el momento de contar todas esas historias».
«Entre los 11 y los 15 años sufrí agresiones sexuales», continúa Wiik, agregando: «Hasta los 25 años siguieron proponiéndome papeles a cambio de favores sexuales. Incluso llegaron a drogarme con el mismo fin. Con frecuencia, varios viejetes organizaban cenas lúbricas con uno o varios chicos menores de edad».
Todavía menor, Wiik llegó a querellarse contra uno de sus violadores, consiguiendo que fuese condenado a cinco años de cárcel; pero el actor comenta, años después: «Aquello no terminó. Ahora estamos descubriendo la agravación del mismo problema de fondo. De ahí mi decisión de lanzar este movimiento, #MeTooChicos».
Wiik vive en pareja con la actriz Juliette Dol, y considera imprescindible invitar a la denuncia sistemática de las agresiones e intimidaciones en la industria del cine francés.
Respondiendo, a su manera, a la invitación de Wiik, Francis Renaud ha presentado una denuncia contra André Téchiné (81 años), uno de los directores de cine más famosos de Francia, autor de una treintena de películas y una decena de documentales, entre los que hay una obra galardonada en el Festival Gay de Praga, pero acusada de plagio por los autores de un libro consagrado a la homosexualidad durante los primeros años del Sida.
Depardieu, un problema de Estado que divide a la cultura francesa
Juan Pedro QuiñoneroMacron se ha alineado con una docena de actores que, contra la mayoría, aún lo apoyan
El Fiscal de la República del Tribunal de Évreux, al Oeste de París, ha decidido abrir una investigación, sin prejuzgar el resultado final del eventual proceso. Téchiné, por su parte, ha respondido con un llamativo silencio, a la espera de acontecimientos.
Con el movimiento #MeTooGarçons (#MeTooChicos) culmina muy provisionalmente un largo e inquietante proceso de revelaciones sobre violencias sexuales en el mundo del cine francés.
Primero fue el #MeToo contra las grandes estrellas
Los casos de Roman Polanski y Gérard Depardieu han tenido una repercusión excepcional, desde hace años. Desde 1977 hasta hoy, la carrera de Polanski ha estado manchada en sucesivas ocasiones por un largo rosario de acusaciones y procesos. Desde hace tres años, la multiplicación de acusaciones y denuncias contra Depardieu han paralizado su carrera, con muchos «flecos» para toda la industria cinematográfica nacional.
Entre el 2000 y el 2023, las ramificaciones de esos dos primeros grandes escándalos provocó llamaradas de todo tipo: manifestaciones de protesta feminista, irrupción de ceremonias, persecuciones públicas, denuncias y nuevas denuncias.
El mes de diciembre pasado, Rima Abdul Malak, ministra de Cultura, anunció el refuerzo de las medidas de prevención contra las agresiones sexuales en los medios cinematográficos. Pero Emmanuel Macron salió en defensa personal de Depardieu, considerado como una «gran figura» de la cultura francesa. La ministra perdió su cargo, aunque estuvo apoyada por la opinión pública.
Entre enero y febrero pasados, las actrices Judith Godrèche, Julia Roy, Vahina Giocante e Isild Le Besco, denunciaron el acoso y violencias del director Benoît Jacquot, cuando ellas eran menores de edad. A finales de febrero, la misma Judith Godrèche también acusó de agresiones y violación al director Jacques Doillon.
La gran mayoría de tales acusaciones están acompañadas de la apertura de una investigación policial, de incierto resultado. Se trata, siempre, de agresiones y violaciones cometidas hace muchos años, cuando las víctimas eran menores de edad y los agresores estaban considerados como acreditados directores de cine. Más allá del «fin» (¿?) judicial del #MeToo (femenino) y el «MeTooChcos», en Francia, queda la evidencia de una sombrío panorama.
El más famosos de los actores franceses de nuestro tiempo, Depardieu, un director franco-polaco afincado en Francia, Polanski, y tres directores consagrados como «celebridades nacionales», André Téchiné, Jacques Doillon y Benoît Jacquot, son acusados, con mucha precisión, dando pelos y señales, por varios hombres y varias mujeres, denunciando, al unísono, el silencio cómplice y la gangrena mal conocida que lleva muchas décadas proliferando en una industria cinematográfica subvencionada generosamente por el Estado.
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