El Marie Kondo de los baúles
Decíamos ayer
El escritor y humorista cartagenero Joaquín Belda ofreció en 1918 unos consejos prácticos para hacer el equipaje, que aún hoy algunos siguen utilizando en sus viajes
La ruleta de los chanchullos
Viajeros y equipajes en la estación Príncipe Pío en 1906
Olvídese de los 'por si acasos'. Entre los trucos infalibles para hacer la maleta, la japonesa Marie Kondo animó durante años a quedarse solo con lo que a cada uno «le haga feliz» y prescindir del resto en sus vacaciones. Antes de ser madre de tres hijos y rendirse ... ante la realidad del día a día, la famosa gurú del orden recomendaba agrupar lo que se vaya a llevar de ropa y calzado, elementos de higiene y cuidado personal, documentación y dispositivos electrónicos y colocarlo todo bien ordenadito, con las prendas enrolladas en posición vertical, como rollitos de primavera alineados en un archivador. Nada que ver con los consejos que Joaquín Belda brindó a los lectores de 'Blanco y Negro' en 1918. El periodista y humorista cartagenero dejó a un lado su faceta de novelista erótico para hacerse eco de un supuesto folleto de pocas páginas que dijo haber descubierto en la biblioteca municipal del madrileño pueblo de Carabaña.
Era obra de «uno de los escritores más profundos y menos conocidos del siglo XIX en España», a juicio de Belda. Tan desconocido, de hecho, que no hay rastro de él ni en la Biblioteca Nacional. Si es que existió (y razones hay para la duda), el nombre de Juan Andrés Callao se acalló para siempre y a este «insigne polígrafo» sigue sin rendírsele aún la justicia que pedía el periodista para él.
«Aunque Madrid ha honrado su memoria dando su nombre a una de las plazas más pintorescas de la villa –¿quién no ha pasado alguna vez por la plaza del Callao?–se discute si ese Callao es el ilustre filósofo que nos ocupa o un picador de la cuadrilla de Pedro Romero, que murió en Cuenca de un ataque de epizootia. Las opiniones están divididas«, sostenía Belda, obviando que debe su denominación a la batalla naval de 1866.
La japonesa Marie Kondo se hizo famosa con sus métodos de orden
Para contribuir «en algo» a la gloria de «tan peregrino ingenio», el humorista dio a conocer algunos extractos de su «obra cumbre», titulada el 'Arte de hacer el vaúl'. Así, con 'v'. Prueba «evidente», para Belda, de su modestia.
En el folleto, el supuesto Callao distinguía tres métodos de rellenar ese «mueble con cuatro paredes y una tapa, que en algunos países se usa para viajar». El matemático consistía en tomar con toda exactitud la medida de su capacidad y colocar en él los objetos y prendas de ropa de modo que no quedara el menor intersticio entre unos y otros. «Así, dentro de los cuellos y puños de una camisa deben meterse calcetines bien estrujados; en el interior de las botas y zapatos caben muy holgadamente frascos de esencia, pastillas de jabón, cajitas de dentríficos y otros objetos de tocador».
Había también un 'método de castas', en el que nada se mezclaba. «Cada cosa a su lado, para evitar luchas, que luego ya los mozos del tren, al dar vueltas al mueble para facturarlo y subirlo al furgón, se encargarán de que todo se mezcle en un encantador revoltijo». Al medio más sencillo lo denominó 'método de alta presión': «Se toma en bloque todo lo que se piense meter en el recipiente, se vuelca en él como quien vuelca el contenido de una sopera, hasta que rebose, se deja caer de golpe la tapa y se sube uno encima de ella, hasta que por la presión -que no me negarán ustedes que es bastante alta- se consiga que encaje la cerradura».
Hasta la famosa novelista Agatha Christie confesó haber usado este sistema 'clásico' de cierre. El autor lo recomendaba para casos de mucha prisa y a familias numerosas, que sumaban el peso de sus miembros. Juan Andrés daba, además, una lista de cosas que no debían guardarse en el baúl e insistía en no pagar excesos de facturación, con fórmulas como guiñar un ojo y dar dos pesetas al mozo.
Lo curioso e intrigante para Belda era que Callao «no viajó nunca». Jamás salió de Madrid. ¿Es que, acaso, era un teórico genial?, se preguntaba el articulista. Después supo que por falta de pago se veía obligado a mudarse a menudo de casa de huéspedes. De ahí su «soberana maestría» en hacer el equipaje. Y eso que algunas patronas se quedaron con su baúl para saldar su deuda y más de una vez el tal Juan Andrés tuvo que marcharse «liado en una colcha».