Lejos de Ítaca
Virgen y roja
Traten de ver con frialdad analítica, si son capaces, el final de 'La Virgen Roja'. Y luego, si quieren, matizamos las palabras «acosador», «víctima» y «feminismo»
Las tres muertes del cartero
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Iniciar sesiónHay veces que el panorama está tan enrarecido, que me dan ganas de participar por primera y última vez en Halloween disfrazada de Sansón para ponerme a empujar columnas, a ver si esta Torre de Babel se derrumba y entra por fin un poco de ... luz a los taquígrafos. Porque entre denuncias con retardo bienal, políticos embadurnados con el salivajo que ellos mismos lanzaron a sotavento de la ley y activistas de la causa comentado en Instagram todos los detalles, a mí lo único que me sigue apeteciendo es refugiarme en el cine, así que me fui a ver 'La virgen roja'.
Quizás tengan razón aquellos que digan que cada época concreta tiene sus criminales, sus mártires y su prensa, pero cuando los hombres dejan de ser las bestias y las mujeres son las maltratadoras, la cosa cambia en el discurso social. Y si la maltratadora es la asesina de su propia hija y encima no lo hace para vengarse de un hombre, entonces ni siquiera tenemos a Medea para que nos ampare la abominación. Y allí sentada, en la oscuridad de la sala, fascinada por esta película de la inmensa Paula Ortiz quien, después de adaptar a Lorca, Hemingway y Santa Teresa nos trae este mito sangriento de Pigmalión, me di cuenta del uso y el abuso que hacemos hoy de algunas palabras. Antes de cumplir 2 años, Hildegart Rodríguez Caballeira sabía leer; a los 3 podía escribir; a los 8 hablaba inglés, francés y alemán, a los 13 años ya era bachiller con excelentes calificaciones, y a los 14 empezó a estudiar Derecho. Al poco se lanzó a la vida pública como militante socialista (más tarde, republicana). Autora de 16 monografías, para ese entonces ya era famosa; una feminista de vanguardia que en los años 20 defendía conceptos como la educación sexual, el control de natalidad, la esterilidad y el divorcio. Pues todo eso se lo debía a su madre, Aurora, que la había concebido como un proyecto eugenésico; un experimento vivo; una escultura de carne creada para ser la mujer perfecta, ejemplo de libertad y liderazgo. Y aunque es un hecho histórico y casi todo el mundo conoce ya el desenlace, traten de ver con frialdad analítica, si son capaces, el final de 'La virgen roja'. Y luego, si quieren, matizamos las palabras «acosador», «víctima» y «feminismo».
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