lejos de ítaca

Treinta Segundos sobre Tokio

Los bibliópatas son fácilmente reconocibles: llegan con paso decidido, examinan los puestos con mirada quirúrgica y, en cuestión de minutos, desaparecen cargados de bolsas

Cerca de Ítaca

El otoño, con su luz oblicua y su aire de polvo dorado, invita a perderse entre libros viejos. En Madrid, en el Paseo de Recoletos durante la Feria del Libro Viejo y de Ocasión, o en la Plaza de San Francisco de Sevilla, ... se repite el milagro estos días: mesas repletas de historias por unos pocos euros, sueños que cambian de manos como si el tiempo no pesara.

Comprar libros de segunda mano sigue siendo uno de los pocos lujos asequibles que la vida todavía nos concede. Es un placer sereno, casi inocente, si uno sabe mantener el equilibrio. Pero —como en toda adicción— ese equilibrio es frágil. Porque del bibliófilo al bibliópata hay apenas un paso. Y entonces ya no acude a la feria: sale de caza. Rápido, silencioso, eficaz. Un Lucas Corso sin escrúpulos. En esa cacería no hay amistad ni galantería. No se comparte información, no se concede tregua. Se llega, se arrasa y se huye. «Pica y vete», como un comando o un alacrán del papel; un Doolittle bombardeando Japón: Treinta Segundos sobre Tokio.

Los bibliópatas —y lo digo con conocimiento de causa, después de años de observarlos y haber sido entrenada por algunos de los mejores— son fácilmente reconocibles: llegan con paso decidido, examinan los puestos con mirada quirúrgica y, en cuestión de minutos, desaparecen cargados de bolsas, dejando tras de sí el eco de las páginas perdidas. Y aquí viene la advertencia. Si usted, lector, intuye que uno de esos cazadores le ronda, no trate de enfrentarlo. No lo acorrale, no le discuta un precio, ni le arrebate un título de entre las manos. Aléjese cuanto antes. Déjele espacio. Porque estos cazadores nunca matan por placer, pero cuando un libro deseado se cruza en su camino, se convierte en alimento de primera necesidad. Y esa es una razón indiscutible para el exterminio inmediato del enemigo. Y una advertencia final, la más importante: si el cazador en cuestión es mujer, retírese inmediatamente. Esta especie está en peligro de extinción, lo que las hace más feroces, más rápidas y absolutamente carentes de compasión. Le sonreirán, incluso le dirán «qué hallazgo, ¿verdad?». Quizás se ganarán brevemente su confianza. Pero mientras pagan el libro y se alejan, aun sonriendo, usted no lo sabe, pero ya está muerto.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios