El kit de supervivencia definitivo (incluso para una guerra nuclear)

Mientras tú corres a Decathlon a comprar una mochila táctica, piensa si no sería mejor llamar a tu madre y preguntar qué lleva ella ese día en el bolso

El apagón, en el metro de Madrid EFE

Dicen los expertos que, en caso de guerra, uno debe estar preparado con un kit de supervivencia: linterna, botiquín, comida enlatada, agua potable, documentos importantes… En resumen, una mochila cuidadosamente preparada para sobrevivir al apocalipsis. Pero, ¿y si le dijera a usted, paciente lector, ... que el kit definitivo ya existe y lo llevan millones de mujeres por todo el mundo? Exacto: el bolso de una madre.

Ese objeto misterioso, de dimensiones aparentemente normales pero con una capacidad interna que desafía las leyes de la física, es en realidad una versión portátil de una tienda de campaña militar combinada con una farmacia de guardia, un supermercado y, por supuesto, un museo de objetos perdidos.

Mientras los civiles buscan pastillas potabilizadoras, tu madre saca de su bolso una botellita de agua «por si te daba sed». Si la guerra llega por sorpresa, ella ya tiene tres barritas energéticas, una bolsita de frutos secos y una manzana que probablemente entró al bolso cuando el euro aún valía algo.

¿Heridas? No hay problema. El botiquín improvisado de mamá incluye tiritas de todos los tamaños, alcohol en un frasquito, una crema que sirve tanto para picaduras, quemaduras y, si le das tiempo, para curar traumas emocionales. Ah, y no olvidemos las toallitas húmedas, que limpian desde manos sucias hasta conciencias.

¿Falta de luz? «Toma, esta linterna la tengo desde la excursión del 98». ¿Falta de señal? «Yo tengo un mapa de carreteras de toda España, cariño, en papel, del bueno». ¿Documentos importantes? «Aquí están tus vacunas, tu cartilla del pediatra y tu partida de nacimiento… por si acaso».

Y si en medio del caos bélico te sientes inseguro, nada como el mítico «chsss» de mamá mientras saca una estampita de la Virgen, una novela de aventuras de esas que tan bien edita Zenda-Edhasa y un paquete de pañuelos de papel con olor a lavanda. Porque la guerra podrá ser atómica, pero tu madre viene con consuelo y Kleenex.

En resumen, mientras tú corres a Decathlon a comprar una mochila táctica, o pasas horas en internet comparando precios de los survival kits homologados, piensa si no sería mejor simplemente llamar a tu madre y preguntar qué lleva ella ese día en el bolso. Apuesto a que sigue teniendo provisiones, protección, sabiduría… y probablemente también una llave inglesa. Nadie sabe por qué, pero ahí está.

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