La mano de Irulegi, ¿una ofrenda a la Fortuna en tiempos de guerra?
Los lingüistas Javier Velaza y Joaquín Gorrochategui y el arqueólogo Mattin Aiestaran publican sus investigaciones sobre el texto vascónico más antiguo
Heródoto no exageraba: los guerreros escitas usaban la piel de sus enemigos en sus carcaj
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Iniciar sesiónSe desconoce quién -o quienes- grabó la inscripción de la mano de Irulegi y colgó esta placa de bronce en el umbral de una casa de este poblado vascón situado en el valle navarro de Aranguren hacia el siglo I a.C. Tampoco se ... ha descifrado con certeza ese mensaje esgrafiado y punteado de forma tosca con signos paleohispánicos en lengua vascónica, pero una vez completada su restauración, los secretos de esta singular pieza se vislumbran un poco mejor. «Comienzan a cuajar las cosas y a entenderse por lo menos de una manera general lo que tenemos delante», explica Javier Velaza a ABC en conversación telefónica.
El catedrático de Filología Latina de la Universidad de Barcelona (UB) acaba de publicar un artículo de referencia en la revista 'Palaeohispanica' sobre 'La inscripción vascónica de Irulegi', junto a su colega Joaquín Gorrochategui, catedrático de Lingüística Indoeuropea en la Universidad del País Vasco, y al arqueólogo Mattin Aiestaran, director de las excavaciones de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en Irulegi. Le seguirá en breve otra publicación en la revista 'Antiquity' en la que reiterarán la hipótesis que ya esbozaron en un seminario que recoge 'Fontes Linguae Vasconum' : que la mano de Irulegi «podría tratarse de una ofrenda o de un texto ritual, en el que probablemente se pediría a la Fortuna su protección», según resume Velaza.
«No tenemos ninguna seguridad todavía y probablemente no la tendremos en años o tal vez nunca», admite el investigador, pero a esta interpretación les llevan «todos los indicios, tanto desde el punto de vista de la forma de la mano, como desde el punto de vista del lugar donde estaba exhibida y del texto, hasta donde lo podemos entender».
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La mano se encontró en el vestíbulo de una vivienda de Irulegi que, como el resto del asentamiento, fue arrasada durante las guerras sertorianas que enfrentaron al gobernador Quinto Sertorio y a Cneo Pompeyo Magno entre los años 82 y 72 antes de Cristo. La gran cantidad de armamento descubierto durante las excavaciones (en proceso de restauración y estudio), así como otros restos carbonizados indican a los arqueólogos que el incendio que destruyó la casa «no fue fortuito» y se produjo en las fechas de este conflicto armado que asoló gran parte de la península ibérica, especialmente el Valle del Ebro.
Para el estudioso de la UB, resulta «lógico» pensar que en ese contexto bélico, en Irulegi se pidiera la protección de la Fortuna, deidad que estaría detrás de la palabra 'sorioneku' o 'sorioneke', la primera del texto y que Gorrochategui y Velaza relacionan con la 'buena fortuna' en vascónico. «Es el mismo concepto y conocemos dedicatorias a la Fortuna en el mundo romano hechas además en contextos bélicos, por lo que creemos que es un paralelo interesante», señala el experto navarro.
Las manos cortadas de los enemigos
En el soporte en el que fue escrito el texto, el dorso de una esquemática mano diestra, los estudiosos ven más similitudes con las manos cortadas e inermes de algunas representaciones ibéricas de Aragón, como el monumento funerario de La Vispesa, la lápida de El Palao y la mano de plomo de Puyalcalá (Alcubierre), con la misma forma que la de Irulegi y que también posee un agujero para ser colgada, aunque no contiene inscripción.
Estas manos cortadas se han interpretado tradicionalmente como símbolos de la victoria sobre el enemigo, tal como relatan las fuentes. Diodoro de Sicilia contó que los mercenarios iberos colgaban de sus cintos las manos cortadas en la toma de Selinunte (409 a.C.) y Estrabón dijo que los lusitanos «cortaban las diestras de los cautivos para ofrecerlas a los dioses». La lámina de bronce de Irulegi con esa forma de mano cortada podría ser una ofrenda, reforzando el mensaje grabado en ella.
La limpieza y restauración de la pieza, realizada en el Departamento de Arqueología del Gobierno de Navarra por Carmen Usúa, ha despejado una duda que tenían los investigadores sobre el primer signo de la segunda línea del texto. «No sabíamos bien si había de leerse 'ku' o 'te' y ahora, indudablemente, es 'ku'», explica el catedrático antes de subrayar que este «es el único cambio de lectura».
El texto esgrafiado sería entonces: "sorioneke / kunekerekiratere//n / oTirtaneseakari / eraukon". Y el punteado: "sorioneku . /kunekebeekiratere//n / oTirtan . eseakari / eraukon."
No es descartable que en la secuencia 'kunekerekiratere//n' o 'kunekebeekiratere//n', se contuviera el nombre de una persona, la que pide ayuda a la Fortuna, según los investigadores. «Y hay muchas posibilidades, además, de que la última palabra del texto -'eraukon'- sea el verbo y que tenga el significado de 'dar', 'entregar' o 'hacer dar'·, añade Velaza.
La aparición en la tercera línea de la inscripción del signo 'T', que hasta el descubrimiento de la pieza de Irulegi solo se conocía en monedas procedentes de cecas vasconas, «resulta extraordinariamente significativo», a juicio de los expertos, porque «demuestra por un lado su utilización en la epigrafía no oficial» y por otro, la existencia de un subsistema gráfico que han denominado como «signario vascónico».
Por qué 'vascónico'
«La pieza viene a ratificar el uso de la escritura por parte de los antiguos vascones», señalan los autores del artículo, que consideran que «tanto el empleo de una variante epicórica de la escritura ibérica nororiental como la localización de la pieza en el corazón del territorio vascón legitiman el empleo del término 'vascónico' para referirse a la inscripción», entendiendo vascónico como perteneciente a la lengua de los vascones. Velaza subraya que si esa lengua es antecesora directa o está de alguna manera emparentada con el vasco histórico «es una cuestión que todavía no se puede dilucidar con los datos con los que contamos».
A su juicio, la cultura epigráfica vascónica pudo haberse iniciado entre los comienzos del segundo cuarto y principios del tercer tercio del siglo II a.C. de mano de las elites que ostentaban el poder y controlaban las acuñaciones. «Cómo de intensa fuese la implantación de esa cultura epigráfica y cuál es su extensión entre otras capas sociales es algo que no podemos por el momento atisbar», admiten.
Por los datos que se tienen, esta escritura vascónica «no sobrepasó la época sertoriana», como tampoco lo hizo la cultura epigráfica de los celtíberos. «El conflicto sertoriano se está revelando cada vez más como un episodio muy decisivo en la configuración del territorio y en la romanización de todo el norte de España», resalta Velaza.
Dos escritos más
La falta de paralelos con los que poder comparar la mano de Irulegi impide a los investigadores descifrar el contenido exacto de la inscripción, pero el hallazgo de dos breves esgrafiados sobre cerámica y un 'stylus' de hueso para escribir en tablillas con cera en el interior del mismo edificio del poblado, así como una moneda con la leyenda de la ceca 'oTtikes' les permite albergar esperanzas.
Además de confirmar que la pieza pudo ser realizada en Irulegi y no provenir de otro lugar, el descubrimiento de utensilios de escritura «es alentador» para Velaza, «pues significa que no era un hecho aislado, sino que seguramente se escribió más de lo que hemos encontrado y puede ser que encontremos más cosas en un futuro».
Los esgrafiados sobre cerámica están en proceso de estudio y son tan breves que los expertos aún no pueden decir si están escritos o no en vascónico. Tampoco están en condiciones de señalar si el esgrafiado y el punteado de la mano de Irulegi fueron realizados por la misma mano o si el autor de este texto escrito «de manera notablemente descuidada» era un principiante o alguien experimentado.
«Hay inscripciones que están hechas por gente que tiene mucha costumbre de escribir y que relaja la estética de la escritura y, en cambio, quien sabe escribir menos cuida más el trazado de los signos. Y otras veces, por el contrario, quien sabe escribir menos escribe peor. Por eso, soy prudente a la hora de determinar qué grado de cultura escrita tenía quien escribió un texto como la mano de Irulegi. Tenemos dudas en este aspecto».
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Sí tienen claro, sin embargo, que la mano de Irulegi va a llevar a reestudiar otros escritos y volver a poner en contexto inscripciones descubiertas con anterioridad. Y que supone un acicate para continuar las excavaciones arqueológicas. «Esto nos permite esperar nuevos hallazgos y creo que aparecerán, tanto en Irulegi como quizás en otros sitios», aventura Velaza.
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SuscribeteRedactora especializada en arqueología y patrimonio. Autora de 'España, la historia imaginada' (Espasa) y coautora, junto con Federico Ayala, de 'La Gaceta olvidada' (Libros.com).
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