Polémica con Trump y Zelenski
«¿Por qué no lleva traje?»: cuando Churchill pasó las navidades con el mono 'de sirena' en la Casa Blanca
Decíamos ayer
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«¿Por qué no lleva traje?». Ningún periodista, que se sepa, se lo preguntó a Winston Churchill durante su estancia en la Casa Blanca. O al menos, no en el tono recriminatorio con que el periodista Brian Glenn se dirigió a Volodímir Zelenski ... el pasado 28 de febrero en el Despacho Oval. Como el presidente ucraniano, el primer ministro británico visitó Washington con su nación en guerra y se enfundó un mono de tipo militar en Estados Unidos. Era un diseño personal del propio Churchill, que bautizó como 'el traje de sirena'. No porque le estilizara su figura como una ninfa marina, sino porque podía vestirse rápidamente con este atuendo con cremallera en caso de que sonaran las alarmas por un ataque aéreo. «Puedo ponérmelo en medio minuto», aseguró el estadista a los fotógrafos que le persiguieron cuando le vieron salir a los jardines de la Casa Blanca así vestido el 3 de enero de 1942, durante un descanso de sus reuniones con Franklin D. Roosevelt.
Los estadounidenses no pensaron entonces que su extraña vestimenta fuera una falta de respeto a la más alta autoridad del país. El primer ministro usó repetidamente este mono de trabajo durante la Segunda Guerra Mundial e incluso después. Con uno de estos monos a rayas recibió a la hija de Truman en su residencia de Kent en 1951, según se puede comprobar en el Archivo de ABC. Bajo la fotografía de la agencia Associated Press se describió a Churchill con «el traje 'Sirena' que tan popular se hizo durante la guerra».

El político se refirió a él como «el traje más adecuado que he tenido nunca». Según el escritor e historiador Richard Langworth, el propio premier decía haberlo diseñado con bolsillos extragrandes en el pecho para llevar sus puros. El estadista encargó a sus sastres londinenses de Turnbull & Asser que le confeccionaran varias versiones en terciopelo, sarga, rayas y otras variantes. «Fue muy específico con sus requisitos: la prenda tenía que tener un corte generoso, con dos bolsillos en el pecho, cierre de cremallera, bolsillos laterales espaciosos, cinturón y pinzas en la parte delantera de los pantalones», señala en su blog esta firma, que afirma conservar fotos de Churchill vestido con un traje de sirena junto a Eisenhower, Montgomery e incluso Stalin. Para el biógrafo Michael Paterson, «el aspecto práctico y profesional del traje de sirena captó otro estado de ánimo nacional: el deseo de afrontar el trabajo en cuestión y llevarlo a cabo, que al mismo tiempo fue la base de su liderazgo».

Churchill lo volvió a llevar en otras ocasiones en Estados Unidos. El secretario de guerra de Roosevelt, William D. Hasset, anotó en su diario que aterrizó con un traje de sirena en junio de 1942 y lo vistió durante una cena con el presidente. Sin embargo, el presidente estadounidense recordaría vívamente esa primera estancia del británico del 22 de diciembre de 1941 al 17 de enero del año siguiente en la llamada Conferencia Arcadia, apenas unos días después del ataque japonés a Pearl Harbor. Y no por su famoso traje, sino por la ausencia del mismo. El periodista Francisco Eguiagaray contó en ABC que Roosevelt lo encontró «desnudo del todo en su dormitorio de la Casa Blanca» y en un relámpago genial, Churchill reaccionó ante la inesperada visita: «El primer ministro de la Gran Bretaña nada tiene que ocultar al presidente de los Estados Unidos». Roosevelt había acudido a verle en su silla de ruedas para comunicarle su idea de llamar Naciones Unidas a los países aliados y pilló a Churchill saliendo del baño. «Está rosado y blanco por todas partes», comentó a su secretaria personal y otras fuentes corroboraron el relato del «querubín rosa».
El político inglés negó haber pronunciado esas palabras que se le atribuyen. Aseguró a su biógrafo Robert Sherwood que «nunca recibía al presidente sin al menos una toalla de baño». Pero a su regreso a Londres le dijo a Jorge VI: «Señor, creo que soy el único hombre en el mundo que ha recibido al jefe de una nación sin ropa alguna». Quizá, como opina Langworth, recibir al presidente en una toalla de baño puede que fuera suficiente para que Churchill pronunciara estas palabras.
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