La Revista: cuando la categoría se mide en plumas
Juan José Montijano acaba de publicar 'Historia de la Revista', donde repasa la vida de un género teatral «auténticamente español»
Celia Gámez: centenario de un mito

José María Gutiérrez de Alba, poeta y dramaturgo sevillano, contaba que una mañana de enero de 1865 caminaba por Madrid. «Bajaba yo por la cuesta que va desde la Puerta de Toledo al puente del mismo nombre caminando por Carabanchel. El suelo estaba cubierto ... con una densa capa de nieve, que, helada en la superficie durante la noche anterior, crujía bajo los pies, como si se pisara sobre menudos cristales. Había yo leído el día anterior en los periódicos de París el éxito de una revista cómica estrenada en uno de sus teatros, no recuerdo cual, y los elogios al decorado, el vestuario y el atrezzo, todo de gran novedad. ¿Por qué no hemos de escribir nosotros revistas cuando aquí hay tantas faltas que corregir, tantos vicios que ridiculizar, tantas cosas que enaltecer y tantas otras que sacar a la vergüenza? Y desde Madrid a Carabanchel concebí el plan de mi revista 1864-1865, primera obra de este género representada en España. A las cinco de aquella misma tarde la tenía ya concluida».
Lo cuenta José Manuel Campos Díaz en su biografía del escritor, y lo recoge Juan José Montijano en su 'Historia de la Revista' (Almuzara), un libro con el que ha querido, dice este profesor, director y regidor granadino, «poner una pica en Flandes por un género tan auténticamente nuestro y del que no había ningún estudio serio».
«Espectáculo teatral de variedades, en el que alternan números dialogados y musicales de carácter festivo». Así define la Real Academia Española la Revista, que comenzó, dice Montijano, siendo «un repaso en escena a los acontecimientos del año; de ahí su nombre. Luego evolucionaría según las modas y los gustos de las épocas».
'Historia de la Revista' supone un recorrido por un género que, dice su autor, tiene influencias de otros como el sainete, el vodevil, la zarzuela, el music-hall, el cabaret, la opereta, el género ínfimo, el musical americano, la tonadilla escénica, los bufos o el café-cantante. El concepto de revista, dice Montijano, implica «gran espectáculo, diálogos picantes y con segundas intenciones, protagonismo de la mujer, números musicales insertados a conveniencia...» Y cita el autor los cinco títulos más significativos, según su criterio: 'Las leandras', 'Yola', 'Cinco minutos nada menos', 'La hechicera en Palacio' y 'El águila de fuego'.



La Revista tenía un escalafón casi militar: «Estaban las supervedettes, las primeras vedettes, las vicetiples, las modelos, las soubrettes, las coristas, los cómicos, los galanes... Y se medía su estatus por las plumas; cuantas más plumas llevaban, más categoría tenían. Y también se diferenciaban por la forma de viajar. Las estrellas, en el coche del empresario; las del coro, en las filas de atrás de los autobuses».
Aunque el auge de la Revista se produjo entre los años 40 y 70 del pasado siglo -«había más teatros de Revista que de cualquier otro género»-, no se trata de algo muerto. Montijano señala en el libro estrenos recientes como 'Un chico de revista' (2017), 'Revístase, caballero' (2017), 'La vedette, gracias por venir y por el diamante' (2018) o 'La última tournée' (2020).
Pero reconoce Montijano que a partir de la Transición hubo una «pseudointelectualidad» «que pretendió propagar la especie de que era un género franquista, cuando políticamente ha atravesado todos los régimenes; también se le ha acusado de ser machista, y eso también es falso. Existían junto a las chicas de revista los 'boys', había vedettes masculinos -'La cuarta de A. Polo' es un ejemplo- y se reivindicaban los avances femeninos; en el 'Chotis de las Diputadas', de Celia Gámez, sin ir más lejos».
Ha citado Montijano a la que es sin duda el gran emblema de la Revista española. «Celia Gámez marcó un antes y un después. No solo por su calidad, sino porque rompió el molde en una sociedad patriarcal: fue empresaria y tenía la última palabra en todos los aspectos de la compañía y de las obras cuyos libretos, por otra parte, limpió de chabacanerías. Celia Gámez abrió la Revista a la mujer española de a pie».
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