Pilar Adón, premio Nacional de Narrativa: «En la escritura la libertad tiene que estar por encima de todo»

La escritora ha sido distinguida por su novela 'De bestias y aves'

La casa de Pilar Adón, por Carolina Ontivero

La aquí la crítica de la novela

Pilar Adón

El padre de Pilar Adón (Madrid, 1971) falleció mientras ella escribía 'De bestias y aves' (Galaxia Gutenberg), una novela en la que la naturaleza es casi un personaje más, y una obsesión, también. «Fue un golpe muy fuerte. Todo lo que sé sobre la ... naturaleza me lo enseñó él. Era un hombre que había nacido en el campo, y que se tuvo que venir a vivir a la ciudad por trabajo, pero su cabeza y su alma se quedaron allí. Ese es el campo que aparece en mis novelas, que no es una naturaleza domesticada, de postal, ajardinada, sino una naturaleza donde hay que saber qué se come, qué se siembra, qué se recoge», cuenta ella al otro lado del teléfono, al poco de conocer el fallo del premio Nacional de Narrativa, que ha distinguido su libro por su «originalidad y su belleza» y por sumergir al lector en una «atmósfera perturbadora, asfixiante y de apariencia onírica». Es un título que no deja de acumular galardones: el premio de la Crítica, el Francisco Umbral al Libro del Año, el Cálamo Otra Mirada y ahora este.

En 'De bestias y aves' Adón sintetiza los temas de su literatura: el aislamiento, el individuo frente al grupo, el individuo frente al mundo, a su mundo. Aquí tenemos a una comunidad de mujeres que es autosuficiente, y a una mujer, Coro, que llega ahí de casualidad después de que su coche se quede sin gasolina en un lugar sin gasolineras. «Es una de mis obsesiones, pero no sé por qué siempre vuelvo a ese asunto. Son cosas que se piensan a posteriori, ya con el libro publicado. Pero yo solo escribo los libros que me gustaría leer, porque en el fondo soy una lectora», explica. Y luego recuerda: «Con dieciocho años gané un concurso de Radio Nacional de España con una historia sobre un personaje que se encerraba en una habitación y no salía de ahí. En mi primera novela, 'El hombre de espaldas', hablaba de una familia que se encerraba en una casa, la madre no salía de una habitación y estaba todo rodeado de naturaleza. Siempre me han interesado las presiones del grupo, cómo el individuo intenta mantenerse más o menos virgen o incólume frente a las presiones de los demás».

¿Será que un escritor siempre es un solitario? «Se habla mucho de la soledad del escritor, y es así. Cuando estamos trabajando lo más frecuente es que estemos solos frente a la pantalla en una habitación, en un estudio, en una biblioteca. Pero en realidad es una soledad absolutamente relativa. En primer lugar suele ser una soledad voluntaria, que es la soledad interesante. La que es una lacra y la que genera enfermedad es la soledad impuesta. Los escritores nos separamos voluntariamente de la sociedad, y en cambio en la soledad impuesta es la sociedad la que aparta al individuo. Y también es una soledad relativa, porque estamos rodeados de personajes, de tramas, de otros escritores, de los personajes de otros escritores», desgrana. Después cita a Joy Williams: «Ella afirma que el escritor es un ser muy ambivalente, muy contradictorio. Porque necesitas la soledad para escribir, pero luego quieres que tus libros se lean».

Insiste Adón, que estudió Derecho y se especializó en lo medioambiental, aunque siempre se supo escritora, que en la literatura hay que arriesgar. «Si hay algo en la escritura que debe estar por encima de cualquier otra cosa es la libertad… Yo no me considero en mi día a día una persona fuerte. A veces soy bastante pusilánime y dudo mucho en mis cosas, pero cuando escribo sí que tengo que ser una mujer fuerte. Tengo que tomar decisiones y no me puedo permitir, ni por asomo, que aflore el miedo en ningún momento», asevera.

José María Pozuelo Yvancos dijo que 'De bestias y aves' era una novela que había que descifrar como se descifra un poema, con esa actitud de maravilla, de asombro. «Yo no le doy la novela ya masticada al lector. El lector tiene que participar, tiene que aportar, tiene que llevarse a su terreno la historia. Es lo que a mí me gusta encontrarme en los libros –apunta–. Los libros que no tienen una forma que me interesa, que no le dan prioridad a la forma frente al fondo, no me interesan. A mí me interesa mucho más cómo se cuenta una historia que qué historia se está contando».

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