Parinoush Saniee: «Hace mucho que las mujeres iraníes luchan contra el régimen»

La autora iraní, prohibida en su país natal, presenta en España 'Los que se van y los que se fueron'

La rebelión del velo: «Seguiremos en la calle hasta que esto acabe»

Parinoush Saniee, retratada durante la entrevista Isabel Permuy

Hay algo en Parinoush Saniee (Teherán, 1949) que es tan antiguo como la literatura, como la hoguera. Una forma de entonar, de mover la manos, de hablar con el silencio, también. Sabe, y así lo repite, que la tradición oral salvó a la cultura ... persa del olvido que imponía el fuego árabe, por eso cuida tanto la palabra, el gesto. Ella estudió sociología y psicología, pero un día se cansó de que nadie leyera sus investigaciones y acudió al viejo oficio de narrar. Le fue bien, tanto que la censuraron (vive lejos de su hogar). Ahora publica en España 'Los que se van y los que se quedan' (Alianza), una novela en la que disecciona a través de una familia el drama de la sociedad iraní, partida por el exilio.

«Escribí este libro hace dieciséis años, empujada por la realidad social del momento. Mucha gente había salido de Irán, y muchos otros se habían quedado, y esas dos partes estaban muy separadas, no solo geográfica, sino culturalmente. Los exiliados criticaban a los iraníes que se quedaban diciéndoles que se merecían el gobierno que tenían porque no habían luchado lo suficiente. Y los que estaban dentro le echaban en cara su postura cómoda. Yo creía que ya era el momento de que los dos grupos se acercaran», recuerda Saniee. Ahora, asegura, la situación es otra: «Sabemos que todos nos necesitamos los unos a los otros, que somos necesarios para hacer un cambio positivo en Irán».

Dice Saniee que en Irán, como en tantos sitios, la historia se repite. Cada vez que el país se hunde, las mujeres acuden a levantarlo: después de cada guerra, de cada invasión. Ahora ha sido el asesinato de una joven por llevar el velo mal colocado el suceso que ha encendido la mecha. «Otra vez las mujeres han salido a la calle para llevar adelante una lucha para reivindicar nuestra cultura, nuestros derechos. Pero esto no es cosa de dos días. Hace muchos años que las mujeres de Irán luchaban contra el régimen, pero era algo que no se veía. Ahora están en la calle y todo el mundo las ve». ¿Y tiene esperanza? «Tengo mucha esperanza, pero no sé cuándo llegará el día en el que podamos cosechar los frutos de esta revolución».

La clave de la lucha feminista, insiste la autora, está en el pasado: «En Irán tenemos una cultura en la que la madre es el eje de la sociedad, de la cultura. ¿Por qué en Irán conservamos nuestro idioma tras la invasión árabe del siglo VII? Irán mantuvo su lengua y su cultura, al contrario que Egipto, que Libia. Y eso a pesar de que durante los doscientos primeros años de dominación la gente que no hablaba árabe era asesinada... Lo que ocurrió fue que en aquellos tiempos tan duros las madres, en sus casas, hablaban con sus hijos en persa, en farsi, y conservaron la lengua y la cultura y la historia, que sobrevivieron de boca en boca. Quemaron todos los libros persas antiguos, pero la resistencia cultural de las mujeres triunfó».

¿Y queda algo de esa resistencia, de ese espíritu? «La cultura tiene un papel fundamental en la protesta contra el régimen, siempre ha sido así. Hace mil cuatrocientos años el sector religioso quiso imponer su cultura, la cultura islámica. Pero la sociedad iraní siempre ha resistido. Aún hoy la mayor fiesta que tenemos en Irán es el Noruz, que se celebra el primer día de la primavera y da comienzo al Año Nuevo persa… Eso no han podido cambiarlo». Y añade: «La represión permanente del régimen desde el día uno de la revolución ha sido un factor para su supervivencia, además de la propaganda, claro. Pero este Gobierno sigue sin representar a la sociedad iraní, su cultura, sus deseos, nada. En Irán ya hay tres generaciones que han sido educadas por este mismo régimen, y aun así no han podido imponer sus reglas, sus criterios. Los jóvenes que ahora salen a la calle se han educado en este mismo régimen, y siguen protestando».

¿Siente nostalgia por todo lo que ha dejado allí? «Yo entro y salgo de Irán, pero cada vez que voy mi tristeza es mayor, porque el país está peor. Tengo mucha nostalgia, pero no de este Irán de la república islámica, sino de un país más próspero y más libre».

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