Un país con cuarenta y cinco millones de Planetas

Para empezar, el Planeta es llenar el auditorio del Cervantes con las tres primeras filas de asientos reservadas: eso define un sarao, igual que los trajes, los vestidos, los zapatos, los apellidos conocidos y el perchero al fondo para los abrigos, porque usar la silla de colgador es muy vulgar. La literatura se escribe descalzo, se lee en zapatillas y se celebra de gala.

En el escenario, Ónega compartía foco con Alfonso Goizueta, el finalista más joven de la historia del galardón, veinticuatro años, dos carreras y un doctorado en Londres. Claro que él ha escrito 'La sangre del padre', una novela sobre Alejandro Magno, que vivió tan deprisa que a los treinta y tres ya lo había hecho todo en todas partes. Con esos referentes…

José Creuheras, presidente del grupo Planeta, abrió el acto haciendo cuentas: «Si sumamos todos los ejemplares que hemos vendido en los setenta y dos años de historia del premio son cuarenta y cinco millones de ejemplares. Claro, si en España hay cuarenta y siete millones de personas, tenemos un Planeta por persona. Es extraordinario». Podría haber seguido con los cálculos, y empezar a fantasear con la idea de que en breves habrá más Planetas que personas, y que llegará un momento en que la población de Planetas duplicará a la de personas. Aunque también pensábamos que 'Cuéntame' acabaría prediciendo el futuro del país y miren. Igual se han rajado porque la actualidad es un thriller y a ellos les va más el melodrama.

En fin, en lugar de eso Crehueras se puso optimista: «Nosotros tenemos un objetivo, y es que se lea más. Estamos seguros de que una sociedad que lee es una sociedad mejor». Luego le dijo a Ónega que su escritura tenía tintes barojianos, y a Goizueta le contó que un miembro del jurado pensaba por su prosa que tenía ochenta años. ¿Qué se responde en un momento así? Nadie lo sabe.

Como la rueda de prensa no tenía preguntas, sí tenía presentadora, Esther Vaquero, que elegía los temas, siempre esquivando los spoilers porque estaba ahí para «dar cebos», y para celebrar que ya estaban los libros «en bonito, en tapa dura». Así que... ¿Qué hay del periodismo en la literatura de Sonsoles Ónega? «Siempre me recuerdo escribiendo. Pero para mí el periodismo ha sido la gasolina de la literatura», respondió, antes de confesar que en las hemerotecas ha encontrado tesoros, esto es, historias. «Soy una mujer a la que le gusta mucho bucear en el pasado de las mujeres para valorar dónde estamos ahora. En las novelas busco a mis abuelas».

También reconoció que buscaba al lector, que pensaba en él, o en ella, ante el teclado. Sobre todo desde que ganó el Fernando Lara y sintió muy intensamente «la responsabilidad de no escribir chorradas». «Tengo un sentido de la responsabilidad tremenda, porque sé que trabajo para los demás, en la televisión para el espectador y en la literatura para el lector».

Goizueta confesó que para él el mundo antiguo era una vía de escape de su doctorado, que le obligaba a leer mucho siglo XIX. «Es un mundo mucho más mágico, precisamente por esa falta de fuentes». ¿Cuánto hay de realidad y de ficción? Y explicó que los hechos son reales pero los sentimientos son pura ficción.

Antes de cortar empezaron a piropearse tanto mutuamente, los premiados, que Ónega le dijo a Goizueta: «¿Quieres ser mi agente?»