Muere el poeta Miguel Ángel Velasco
El escritor mallorquín, Premios Adonais y Loewe, falleció ayer repentinamente en Mallorca a los 47 años de edad
manuel de la fuente
Hombre de aspecto rompedor, poeta de intensísimo y original aliento, chamán del verso, Miguel Ángel Velasco se ha ido en un vuelo súbito hacia el Parnaso, después de morir ayer viernes en su Palma de Mallorca de forma súbita a los 47 años ... de edad.
Él, que en 1979, con dieciséis ya era finalista del Premio Adonais con «Sobre el silencio y otros llantos». Un par de años después, conseguía definitivamente el prestigioso premio de la editorial Rialp (faro de nuestra poesía durante tantos años) con «Las berlinas del sueño» , uno de los libros más hermosos e incendiados de aquellos tiempos de la Transición, una edición antes de que llegara otro de los títulos fundacionales de aquellos días, «El jardín extranjero», de Luis García Montero y un años después de que lo lograra Blanca Andreu con «De una niña de provincias que se vino a vivir en un chagall», otro título imprescindible de entonces.
No fue amigo Miguel Ángel de cenáculos, tertulias vanas ni chiringuitos literarios para mirarse el ombligo poético y apañarse unos galardones o unos juegos florales de cualquier Diputación. Llevaba la poesía cosida a las entretelas del alma, porque para él, más que un oficio era un sacerdocio. Un sacramento radical, mágico, telúrico, que llevó a cruzar unas cuantas fronteras y a buscar en otros mundos, aunque estén en éste, nuevos y arriesgados mapas para su poesía. Así, un desgarrón e introspectivo, un experimento y no precisamente con gaseosa, le dictó «La miel salvaje» , impresionante poemario que le valió el Premio Loewe .
Fue también finalista del Premio Nacional de Poesía , y fue hombre y poeta que se reinventó a sí mismo cambiando de registro, pero sin cambiar de chaqueta lírica. La desaforada pasión por las vanguardias, su culturalismo nada impostado, dejaron paso a un poeta enorme en el alejandrino, el endecasílabo, el verso blanco, aprehendidos y mamados, entre otros, de Agustín García Calvo. La exaltación apasionada del mundo y sus mieles y tentaciones dejaron paso a un poeta introspectivo, explorador de pasadizos interiores, de recovecos del alma.”
Se ha ido poeta de aliento y respiración sobrecogedores: “Dura lágrima/de un sol cristalizado en agonía/de remotas partículas que fuimos/en el aura volcánica”.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete