László Krasznahorkai y el esplendor de la literatura húngara
«Como él mismo diría, una especie de ciclo vital y creativo se cerraría en los últimos años con su magnífica novela 'El barón Wenckheim vuelve a casa'»
El escritor húngaro László Krasznahorkai, premio Nobel de Literatura 2025
Cinco obras para conocer a Lászlo Krasznahorkai
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Iniciar sesiónAutor ya legendario, de una de las más originales y exigentes obras de nuestros días, con idéntica e invariable ambición literaria desde sus comienzos, el húngaro László Krasznahorkai (Gyula, 1954), merecido y muy justo premio Nobel de Literatura 2025, era un candidato fijo en ... los últimos años como posible ganador de tan disputada distinción. Finalmente ha sido él, pero al mismo tiempo también se premia una magnífica literatura húngara que no ha cesado de dar al mundo nombres deslumbrantes en el pasado siglo y los comienzos del actual.
Conocí a László hace años, junto a nuestro querido y añorado Jaume Vallcorba Plana, su editor desde los inicios, en Acantilado. Desde entonces he estado numerosas veces con él en Madrid, también en Berlín, pero sobre todo viajé con él a Cáceres y fruto de aquella estancia de una semana en Extremadura que él tanto disfrutó con su esposa, surgió un maravilloso pequeño volumen, 'El último lobo', editado por la Fundación Ortega y Muñoz, en una colección que yo dirigía.
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Pero si Krasznahorkai hoy se ha podido acordar de un amigo muy querido, nada más recibir el premio, es del premio Nobel del año 2002 otorgado al también gran autor húngaro judío Imre Kertész, fallecido en 2016. Ambos tuvieron una relación muy estrecha, de un gran afecto compartido. El inmenso escritor que era Kertész venía de una generación distinta a la de Krasznahorkai: de una generación que había sufrido en sus propias carnes el Holocausto. Un hecho que tristemente recorrió la mayor parte de países europeos y de la cual surgieron auténticos monumentos literarios.
László Krasnahorkai proviene de un ámbito de lujo dentro de las literaturas europeas. La literatura húngara ha tenido momentos realmente esplendorosos, con autores, algunos de ellos muy leídos en nuestro país, que nos han ido llegando a través de grandes introductores y traductores -entre otros- Adan Kovacsics y la desaparecida y añorada Judit Xantus. Autores, de una especie de Edad de Oro incesante e ininterrumpida en el tiempo, desde la época del Imperio Austrohúngaro y algo antes también, como serían los contemporáneos Péter Esterházy, Péter Nádas, Ádam Bódor, György Kónrad, Szilard Borbély o Krisztina Tóth, y otros anteriores, algunos de ellos ya míticos, como Gyula Krúdy, Deszö Kosztolányi, Frigyes Karinthy, Gyula Illyes, Sándor Márai o Magda Szabó.
En el caso de Krasznahorkai, como él mismo diría, una especie de ciclo vital y creativo se cerraría en los últimos años con su magnífica novela 'El barón Wenckheim vuelve a casa', traducida como el resto de sus libros aparecidos en la editorial Acantilado, por Adan Kovacsics. En una entrevista concedida a la 'Paris Review', Krasznahorkai explicaría el sentido de esta significativa obra, publicada por primera vez en 2016, y galardonada en 2019 con el National Book Award de Estados Unidos: «He dicho muchas veces que siempre quise escribir un solo libro. No me sentía satisfecho con el primero y por eso escribí el segundo. Tampoco me sentía satisfecho con ese y escribí el tercero. Así siempre. Ahora con 'El barón Wenckheim vuelve a casa' puedo cerrar la historia. Con esta novela puedo decir verdaderamente que he escrito un solo libro en toda mi vida. Y el libro es este: 'Tango satánico', 'Melancolía de la resistencia', 'Guerra y guerra' y 'El barón'».
Desde 1985 en que apareció su excepcional y primera novela 'Tango satánico', adaptada para el cine por su amigo y cómplice eterno Béla Tarr, de igual estela legendaria en la cultura europea de nuestros días, siguiendo en 1989 con 'Melancolía de la resistencia', las sombrías y grotescas conspiraciones, siempre bañadas en tintes mágicos, distópicos y sobrenaturales, no han dejado de salpicar brillantemente su feroz y fantástica obra.
En ciudades pequeñas, enfangadas en ambiciones grises y miserables, como sucede en 'El barón Wenckheim vuelve a casa', o en sórdidos villorrios de la llanura húngara más olvidada, como se respiraba en la asfixiante atmósfera de 'Tango satánico', un aire familiar desasosegante y putrefacto saltaba de una obra a otra. Con metáforas constantes y beckettianas que aluden a un mundo invadido por la descomposición, por una «peste contagiosa» de carácter moral; con intelectuales parasitarios del sistema -como sucedía en 'Tango satánico', pero también en 'El barón'- recluidos en sus torres de marfil, a espaldas «del olor habitual a estiércol propio del embotamiento espiritual»; con seres enajenados de la realidad y lunáticos que acaban devorados por la pura sinrazón de la vileza; o bien con seres abyectos que encabezan sus propias «revoluciones», las fábulas pesimistas de Krasznahorkai, nos hablan una y otra vez de «una inútil lucha». Una lucha que sin descanso cede el paso a un poder voraz, basado en el amedrentamiento y en revueltas que siembran el caos, como la carcoma, para luego imponer su propio orden.
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SuscribeteColaboradora de ABC Cultural. Crítico de libros de literatura extranjera.
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