Matute, la tercera mujer
POR ANNA CABALLÉ
El premio Cervantes a Ana María Matute es indudablemente un reconocimiento a su entrega a la literatura a lo largo de toda una vida. Y a su extraordinario talento para narrar. Es una contadora de historias nata. El hecho de que sea una mujer ... quien recibe el premio supone para mí una doble satisfacción porque las instituciones españolas relacionadas con el mundo de las letras, la cultura y la filología marginaron a lo largo de los siglos las aportaciones femeninas. En el pasado se las descalificó, desacreditó y silenció de muchas formas posibles y tampoco ahora su presencia pública es acorde con la realidad. No hay más que ver la composición de la Real Academia Española: la presencia de escritoras, gramáticas o lexicógrafas tal vez no llega ni al 5% del total de académicos y la verdad es que nunca debiera de haberse cerrado el paso a María Moliner. Lo mismo ocurre con los Premios Cervantes. Sólo tres escritoras en un premio que viene concediéndose desde 1976, cuando el mundo de la creación está lleno de mujeres quiere decir algo. Matute, por su parte, diría que lo que importa es el talento, y no los porcentajes. Y llevaría razón. Pero ¿acaso no hay mucho talento repartido entre las mujeres que se dedican a la creación? Llegará un día en que ya no repararemos en si el premio Cervantes se concede a un hombre o a una mujer, porque sólo valoraremos si se lo merece o no. Ana María Matute hace años que se lo merece. Y por fin se lo han dado.
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