Manual de instrucciones para quitarle el polvo a Don Quijote
Blackie Books publica una nueva edición del clásico llena de códigos QR con canciones y películas
Su editor ha decidido prescindir de las novelas intercaladas y ha añadido notas de Bowie, Scorsese, Miles Davis...
Madrid
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Iniciar sesiónLa cosa va así. Está Don Quijote dándole consejos a Sancho sobre el oficio de vivir, ya después de muchas venturas y desventuras. Le recuerda que debe ir limpio, moderarse en el beber y evitar a toda costa el ajo, la cebolla y los refranes. « ... Eso Dios lo puede remediar», le suelta el escudero. Y el caballero, indignado: «¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas! ¡Estoyte diciendo que excuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía de ellos (...)!». «Es que es maravilloso, trómpogelas… Si sabes lo que significa no me lo digas», pide entre risas Jordi Martí Garcés, editor de Blackie Books, que acaba de sumar a la lista de Clásicos Liberados la gran novela de Cervantes, su Moby Dick particular, que viene a completar con la 'Ilíada', la 'Odisea' y el 'Génesis' un póker de antigüedades a las que ha sacado brillo y chispa para deslumbrar a los profanos.
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La idea con 'El Quijote', cuenta, era rescatarlo no del olvido sino de algo peor: de la sacralización del texto, de esa imponencia académica que ahuyenta lectores y ahoga las risas bajo una pila de notas filológicas y eruditas, como si lo clásico estuviera dirigido a una selecto grupo de exégetas y no al común de los mortales, como si esto fuera arqueología y no literatura, esto es, palabras alrededor del fuego. «Nos han dicho tantas veces que es un libro importante que coges 'El Quijote' y te pones de rodillas, en vez de leerlo en el autobús. Estos libros no necesitan de ningún acto sagrado ni de ningún estudio para ser disfrutados. Si han sido famosos a lo largo de los siglos es por lo contrario: por accesibles, por divertidos», asevera Martí.
La suya es una versión con notas caprichosas (del origen del uso de 'mona' como sinónimo de borrachera a las opiniones de Dostoievski, Harold Bloom o David Bowie, por ejemplo) y códigos QR para escuchar canciones quijotescas. Pasando las páginas se completa una 'playlist' que sintetiza las decenas de miles de temas musicales que aparecen en la web 'allmusic.com' relacionados con el Quijote. Jordi Savall, Telemann, Richard Strauss, Coldplay, Serrat, Julio Iglesias… Viva la multiculturalidad.
El primer paso para quitarle el polvo a esta obra, asegura el editor, era desaprender lo poco que sabían sobre el Quijote, los juicios y prejuicios estéticos. «Nosotros buscamos, perseguimos esa ingenuidad que tenían los lectores de primera generación, aunque sea imposible. Queríamos abandonar la senda de la academia, leer la novela con unos ojos que no eran los de la filología para encontrar algo distinto, para darle la vuelta al mito». Así llegaron a que 'El Quijote' podía disfrutarse, y de hecho se disfruta y se ha disfrutado desde hace mucho, como una narración episódica que se puede abrir por cualquier parte. «Hemos querido que pueda leerse como 'Friends', a capricho, empezando por donde apetezca, porque es una novela episódica, con una trama leve y sucesivas aventuras», cuenta Martí. A eso ayuda el resumen de la trama, que sirve de brújula. También la decisión de ahorrarse las novelas intercaladas en la edición en papel del libro (hay otra digital, sin adulterar). «Era un recurso de la época… Hasta el propio Cervantes las acabó juzgando poco apropiadas».
De esta relectura virgen que ha hecho, dice el editor, se queda con la fascinación por el lenguaje, que despojado de notas filológicas se entiende por sonoridad. Ahí está ese «¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas!», o la forma en que el protagonista bautiza a los héroes y villanos de su fantasía: Caraculiambro, Brandabarbarán de Boliche, Pentapolín del Arremangado Brazo, Alfeñiquén del Algarbe, Micocolembo de Quirocia, Espartafilardo del Bosque, Alifanfarón de la Trapobana, Brocabruno de la Gran Fuerza… «Y la riqueza del lenguaje de Sancho es una maravilla. Lo comparas con los discursos de los políticos y dices: dios mío, qué ha pasado aquí. Es de una agudeza mental, tiene tal cantidad de recursos... Además, 'El Quijote', en el fondo, es un gran diálogo. Las acciones son cortas y absurdas, lo importante es la discusión de antes, ese intercambio».
Lo de la ilustración fue otro reto, porque la iconografía quijotesca es tan potente que resulta complicado salirse de lo obvio: imitando solo puedes perder. «El Quijote es el único personaje de la historia de la literatura que todo el mundo reconoce con un simple dibujo. Eso no ocurre con Ulises, Aquiles o Hamlet. Es uno de los libros más ilustrados de siempre… De hecho, el episodio de los molinos es famoso por culpa de los ilustradores… Pero nosotros buscábamos otra cosa», apunta Martí. Por eso decidieron cambiar de juego e irse al cine para adornar este Clásico Liberado. El resultado es una fotonovela intercalada en el libro, hecha con los fotogramas de 'Don Kijot', de Grigori Kózintsev, la primera película soviética que se proyectó en España durante la dictadura. El director, de origen ucraniano, contrató al escultor Alberto Sánchez para los decorados, que con su memoria de exiliado recreó los paisajes de su tierra, las casas de adobe, los carros, los aperos de labranza. «Es nuestro pequeño homenaje a la colección Historias Selección, de Editorial Bruguera, que intercalaba páginas de cómic en el texto de las novelas».
Se han quedado tantas ocurrencias fuera, tantas imágenes, tantas relaciones, tantas referencias pop, que esta edición es solo la punta de un iceberg, o mejor, de una montañuela. «'El Quijote' es inmenso, inmenso. Hemos hecho este libro, pero el año que viene podríamos hacer otro totalmente distinto y sin repetir materiales», subraya Martí. Por motivos de espacio, qué pena, no entró la publicidad en el libro, pero la investigación del tema ya lo había llevado hasta el número 2226 de la Avenida Sánchez Lima, en La Paz (Bolivia). Ahí está la tienda de limpieza El Quijote Sin Mancha, donde el caballero de la triste figura lleva escoba en vez de lanza. ¿Pero no iba todo esto de quitarle el polvo al mito?
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