Juan Bas: «He estado dos años dialogando con un fantasma»
El escritor publica 'El pensamiento vuelve a la sangre', una novela sin ficción en la que narra su amistad de más de medio siglo con Fernando Marías, fallecido en febrero de 2022

Esta es una historia de amistad y muerte, y por lo tanto es una historia de fantasmas. Empieza con un wasap enviado el 2 de febrero de 2022.
—Me dicen que hoy estás animado y mejor.
—Y es verdad, el pensamiento vuelve a ... la sangre.
No hay muchos adioses más bellos que este de Fernando Marías a Juan Bas (Bilbao, 1959), su mejor amigo, que ha tardado tres años en responderle: es lo que pasa cuando decides convertir un mensaje de vuelta en un libro casi epistolar.
Por el camino, Bas ha sufrido un infarto de miocardio y el ataque de una superbacteria que casi le cuesta el brazo. Ahora dice: «Pero el infarto ha mejorado mucho el libro». Y también: «Lo digo en serio, le da otra dimensión». Y después, más serio: «No sabía si iba a llegar a verlo publicado. Estoy contento». Pero no dura mucho la solemnidad: «He salido del infarto aún más punki de lo que era».
El libro se titula, claro, 'El pensamiento vuelve a la sangre' (Reino de Cordelia), y es la novela sin ficción de una amistad que ha durado medio siglo, tiempo suficiente para compartir éxitos, entusiasmos, vicios, risas, vocaciones (la escritura y otras cosas), tristezas, secretos, manías y hasta divorcios. «Sí, nos separamos de nuestras respectivas mujeres el mismo año, los dos publicamos en una modesta editorial, Alrevés, nuestros libros sobre el alcoholismo. Hemos vivido infinidad de cosas juntos. Tuvimos una formación común. Debíamos ser unos niños pedantes horrorosos. Recuerdo que descubrimos a Borges con doce o trece años y que nos dio la vuelta a la cabeza. Siempre hemos sido cinéfilos absolutos... Durante cincuenta años ha sido más que mi hermano».
Bas cita a la vieja humorista de 'Hacks': «Cuando compartes el sentido del humor con alguien, es como encontrar a una persona que habla tu propio idioma». «No por casualidad el penúltimo capítulo del libro se titula 'La vida como comedia italiana'. Esa ha sido nuestra escuela de vida, aquellas películas de los años sesenta y setenta imperfectas pero tan atractivas, hechas de 'sketches', que celebraban la alegría de vivir y la broma que es la vida. No hay que tomarse nada demasiado en serio. Nada más terrible que la gente solemne», sentencia el escritor.
—No hay mucha nostalgia en estas memorias. ¿La esquivó?
—Todos tenemos cierta nostalgia de cuando éramos felices, indocumentados e inmortales. Pero si has tenido una vida bastante rica la nostalgia es menor. Lo hablaba mucho con Fernando esto. Si has tenido una vida así, cuando vas llegando a la vejez miras atrás y dices: bueno, que me quiten lo bailao.
—Por cierto: ¿hasta qué punto una amistad es un amor?
—La amistad es una manera de querer sosegada, puesto que no hay pasión. Es un entendimiento en alto grado. El amor es otra cosa, no creo que sean comparables... Naturalmente, yo quería a Fernando. Es una de las personas a las que más he querido en mi vida. Pero lo que sentía por él me queda muy diferenciado del amor.
Bas cuenta que se inspiró en 'Desde dentro', de Martin Amis, una «autobiografía novelada» que leyó durante la convalecencia de Marías, y donde este le dedicaba muchas páginas a su amistad con Christopher Hitchens y su concepción de la enfermedad como una sala de espera, gris y aburrida: los dos murieron por cáncer de esófago.
«Necesitaba escribir esta elegía, necesitaba este exorcismo», asegura Bas. «El libro también era un vehículo para los grandes temas: el comienzo de la vejez, el transcurso del tiempo, el amor, el desamor, el oficio de contar historias… Pero al final es un adiós al amigo que perdí. Un adiós definitivo, además. Porque durante la escritura sentía que hablaba con él. He pasado dos años dialogando con un fantasma. Ahora la despedida está sellada, el duelo ha terminado. Aunque por supuesto me acordaré de Fenando mientras tenga memoria».
—¿Y ha funcionado la terapia de escribir?
—Sí, sin duda. Cuando haces literatura con cualquier tema, por doloroso que te resulte personalmente, el imponerte un esmero literario te hace contemplar el objeto literario con cierta distancia, con cierta frialdad, lo cual ayuda a llevar todo el asunto que tienes entre manos sin drama, aunque inevitablemente escribiendo el último capítulo no pude evitar alguna lágrima.
Estas son sus últimas palabras para Fernando, la respuesta a aquel wasap lejano: «Tu pensamiento se desvaneció en la sangre muerta, pero revive en la mía mientras el pequeño torrente fluya y mi corazón no se detenga. Te llevaré conmigo hasta el final. Adiós, amigo mío».
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