Jesús Carrasco: «Los trabajos manuales no corren peligro: la inteligencia artificial no va a arreglar tu tubería»
El autor publica 'Elogio de las manos', la novela con la que ganó el premio Biblioteca Breve
Jesús Carrasco gana el premio Biblioteca Breve con 'Elogio de las manos'
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Iniciar sesiónJesús Carrasco (Olivenza, 1972) habitó durante años una casa ruinosa cerca del mar, y ahora le ha dedicado una novela como quien le escribe a un amor perdido o a un abuelo muerto. Se llama 'Elogio de las manos' (Seix Barral, premio Biblioteca Breve), ... porque vivir allí era un placer y un trabajo a tiempo completo: arreglar enchufes, tapar goteras, mejorar la cocina con material reutilizado, crear una sombra donde no la había, aprender a ser autosuficiente, a vivir sin levantar el teléfono y pedir ayuda a cambio de dinero. Cosas de otro tiempo que él encontró entre aquellos muros antes de que una empresa de derribos los tirara abajo.
—Cuando escribimos un elogio de algo es que lo estamos perdiendo, ¿no?
—Sí, a veces el elogio es un grito de auxilio. Como Nuccio Ordine en 'La utilidad de lo inútil', que no deja de ser un aviso desesperado: recordad que esto tiene sentido y valor. Yo noto que hay una disociación cada vez mayor entre cuerpo y mente, que los trabajos manuales se están perdiendo y no es algo que nos podamos permitir, igual que no nos podemos permitir perder el lince ibérico. Venimos de una tradición milenaria de cuerpo y de presencia. No podemos cortar con eso porque haya llegado a internet a nuestras vidas.
—¿Las manos son una herramienta desaprovechada?
—Eso es. Están ahí pero no acabamos de comprender su complejidad y su necesidad. Y sin embargo… Con la inteligencia artificial estamos en un momento convulso porque ni siquiera los creadores de esta tecnología saben muy bien por dónde van a ir los tiros. Muchos de los trabajos que conocemos van a desaparecer, pero yo tengo una certeza: los únicos trabajos que no peligran son los manuales. La inteligencia artificial no va a poder arreglarte una tubería en casa. Podremos diseñar una máquina para que llegue a tu vivienda y arregle una tubería, pero eso será más costoso que mandar a una persona. Y desde esa resistencia numantina, desde esa aldea de Astérix, yo imagino un mundo en el que no está todo perdido.
—¿No se siente amenazado como escritor por la inteligencia artificial?
—A mí no me interesa lo que me tenga que decir una inteligencia artificial. Me interesa lo que me dice el humano que está detrás de la inteligencia natural, es decir, me interesa su experiencia como igual. Lo que haga un algoritmo me trae sin cuidado, no es algo que me interpele.
—En el libro evoca recuerdos de su infancia: el niño que clava clavos con seis años, el taller del padre, que es profesor pero también un manitas que sabía lo necesario para reparar su casa. Parece que esa cadena de conocimiento se ha roto.
—Se ha roto y eso tiene consecuencias. Las anteriores generaciones no se podían permitir no saber trabajar con las manos. No podían llamar a un fontanero o un electricista cada vez que pasaba algo en casa, porque la economía no daba para eso. De modo que cada ciudadano en cierto modo resumía muchos saberes necesarios: no podías no saber hacer muchas cosas. La consecuencia más terrible de esto no es que nos perdamos una actividad gozosa, la de trabajar con las manos, sino que hemos perdido autonomía, que para mí esa es una parte fundamental de la dignidad. Para construir mi propia identidad y mi postura ética necesito intentar ser autónomo, no necesitar de los demás para todo. Precisamente quiero dirigirme a los demás sin tener que necesitarlos. Es triste que se te rompa un enchufe y tengas que estar dependiendo de un electricista.
—¿La labor dignifica más que el trabajo?
—Hay muchas personas aficionadas a trabajar con las manos y yo creo que tiene que ver con eso. Cualquiera que haya hecho cualquier cosa con las manos establece una relación con ese objeto que es absolutamente singular. Porque conoces el proceso. Pero hoy la idea de proceso está en declive: entre el botón que no existe y el que está en tu mano solo ves el dinero que ha costado, nada más.
—Y la literatura, ¿es un arte o una artesanía?
—Ambas cosas, claro. Es exploración estética y filosófica y artística, pero su propia elaboración de la obra requiere de las herramientas y los atributos del artesano, que como dijo Richard Sennett es aquel que hace algo bien por el simple hecho de querer hacer algo bien. Es una ética más que una praxis. Yo acabo un libro como se acaba un mueble: lijando, pasando sucesivas lijas cada vez más finas y al final un barniz que vuelvo a lijar hasta que ya considero que el libro no ofrece ningún tropiezo.
—Por cierto: ¿hay algo mejor que una casa cerca del mar?
—Hay pocas cosas mejores que una casa cerca del mar [y piensa]. Se me ocurre que una casa cerca del mar con una parra: eso es el Mediterráneo. Yo he vivido esa experiencia mediterránea en la costa española, por supuesto en Cataluña, en el Levante, en el sur de España. Lo he vivido también en Grecia, en Italia, en Córcega. Esa cercanía del mar luminoso, de la luz del Mediterráneo, con los símbolos de nuestra cultura: que son las aceitunas, la uva, la parra… Sí, lo mejor es una casa cerca del mar con una parra. Y a poder ser que sea una casa vieja, con cicatrices.
—¿La suya es así?
—Mi casa es una casa del siglo XIX, de 1875, que se reformó en los noventa porque antes fue un bar. En el lugar en el que tenemos ahora el comedor estuvo en su día el cuarto de baño de un local muy canalla, todavía resuenan en los muros las drogas que se consumieron allí, las copas que se rompieron [ríe]. Y como todas las casas viejas está en permanente estado de reconstrucción. Yo no paro de trabajar en la casa. Todo el tiempo le sucede algo, es una lista infinita de tareas. Y eso me gusta mucho: que la casa pida de nosotros trabajo e intervención, como si fuera un territorio a conquistar.
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SuscribeteO Grove, 1992. Periodista. Experto en el Todo y la Nada. Licenciado en Humanidades y Comunicación Audiovisual. Le gustan los libros, el cine y otras cosas del comer. En cultura de ABC desde el principio.
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