Javier Marías, el más cosmopolita de los escritores españoles
El autor tuvo internacionalmente un temprano reconocimiento universitario, crítico y editorial
Corresponsal en París
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Iniciar sesiónJavier Marías fue reconocido, muy pronto, en toda Europa y los Estados Unidos como el más cosmopolita, quizá, de los escritores españoles del siglo XX. Más allá de clasificaciones y categorías, entre todos los grandes maestros de la Generación el 98 y el resto ... de las generaciones literarias del siglo XX, Marías tuvo un temprano reconocimiento universitario, crítico y editorial que no tuvo ninguno de los grandes escritores españoles de su tiempo.
El pequeño Javier Marías vivió en el Wellesley Collège (Massachusetts, Estados Unidos), donde enseñaba su padre, en la casa donde residieron Jorge Guillén, uno de los grandes de la Generación del 27, y Vladimir Nabokov, uno de los genios de la novela del siglo pasado. 'Accidente' altamente simbólico. Tras estudiar en la Complutense, Marías continuó sus estudios en Oxford, donde más tarde sería profesor, primera etapa de una carrera universitaria que se prolongaría en Venecia, Yale y el mismo Wellesley Collège de su infancia / adolescencia.
Brillante carrera universitaria, en Europa y Estados Unidos, acompañada de un reconocimiento crítico rápido y excepcional, consagrado con grandes premios internacionales: el Rómulo Gallegos en 1994, el Dublin Literary Award en 1997, el Nonino Prize en 2011 y el Austrian State Prize for European Literature el mismo año. Premios que 'solo' fueron la traducción oficial, institucional, de un reconocimiento que se basaba en una suerte de complicidad muy profunda con lectores, críticos y universitarios ingleses, franceses, alemanes, italianos, norteamericanos.
Traductor emérito de Sterne, Joseph Conrad o Thomas Hardy, entre otros grandes clásicos ingleses, Marías instaló parte de su obra narrativa en una Inglaterra universitaria, donde sus amigos ingleses y españoles cohabitan cubiertos con el manto de armiño de la irónica complicidad del novelista.
Esa relación íntima con la cultura inglesa, única en la cultura española, culmina de manera simbólica con su 'nombramiento' de rey de Redonda, título concedido por su predecesor, Jon Wynne-Tyson, tras la publicación de 'Todas las almas', donde Marías incluye un retrato personal de John Gawsworth, gran poeta y no menos rey de Redonda. Marías amplió los dominios del reino mitológico de Redonda con retratos y nombramientos de amigos y personalidades, no solo españolas.
Hubo grandes escritores españoles que tuvieron un eco internacional semejante o superior (Vicente Blasco Ibañez), hubo premios Nobel españoles (Aleixandre, Cela), hubo grandes renovadores de la novela española (Ferlosio, Martín Santos, Juan Marsé), hubo poetas y novelistas que tuvieron una importancia mayor en la historia literaria (Lorca, Juan Benet, el maestro de Marías, y como tal reconocido). Pero ninguna de esas grandes personalidades consiguió el triunfo cosmopolita del creador del personaje de Berta Isla.
En Londres, la crítica literaria más influyente instaló a Marías en el podio de los escritores españoles más grandes de su tiempo a mediados de los años 90 del siglo pasado. Generoso y fiel, Marías dio su opinión a ese respecto declarando al Guardian londinense que, a su modo de ver, los grandes entre los muy grandes eran, para su sensibilidad, Cervantes, Sterne, Proust, Nabokov, Thomas Bernhard y Juan Benet.
Respeto fuera de lo común
En Hamburgo, Berlin y Francfort, 'Die Zeit', 'Tageszeitung' y la 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' (FAZ) presentaron la obra de Marías con un respeto muy fuera de lo común, más allá del obligado ritual hacia las novedades de temporada. En su día, la 'Suddeutsche Zeitung' comparó las novelas del novelista español con las de los grandes maestros que sirven de «guía» y «hoja de ruta» de la obra del escritor.
En París, siguiendo la tradición 'monárquica' local, la gran prensa literaria ha presentado a Marías, en muchas ocasiones, como un «grande de España». «¿Qué lector normalmente constituido no debe leer obligatoriamente los inicios de algunas novelas de Marías?» se preguntó en alguna ocasión 'Le Monde', entre irónico y respetuoso. En Roma, en Viena, en Praga, en Bruselas, la obra de Javier Marías recibió un seguimiento respetuoso y admirativo, durante años, acompañado de premios, viajes, recepciones. En Estados Unidos, el 'New York Times' decidió destacar un punto relativamente polémico de la obra crítica de Marías, presentándolo de este modo: «El escritor que no cree en la literatura española». Bueno. El novelista matizó en muchas ocasiones ese tipo de opiniones, que formaban parte de la herencia de Juan Benet -el primero entre los grandes-, que decidió lanzar andanadas críticas contra un cierto «provincialismo» español / carpetovetónico. Cuando el periódico neoyorquino le preguntaba a Marías qué novelas debía leer todo escritor antes de los veintiún años, el escritor respondía: 'El gran Gatsby', de Scott-Fitgerald, 'El lobo de mar', de Jack London, y 'El guardián entre el centeno', de J. D. Salinger. Tres obras mayores de la literatura norteamericana. Nada de clásicos españoles. Valle Inclán afirmaba que Pérez Galdós era un escritor «garbancero». Benet y Marías no llegaron a tanto (¿o sí?), pero cultivaron esa veta irónica, muy apreciada por cierta crítica internacional, cosmopolita.
Más allá de opiniones y originalidades, el reconocimiento europeo, norteamericano e internacional de Javier Marías, es una realidad palmaria, ofreciendo de la literatura española una imagen bastante única en su singularidad.
Gustavo Guerrero
El doble fondo de los seres
Javier Marías es el autor más europeo de la literatura española. Detrás de su prosa están Thomas Bernhard, Montaigne, Shakespeare, Flaubert o Mann. En Francia se aprecia especialmente ese rasgo así como su faceta filosófica, porque trata de hacer de la escritura una indagación de las conductas humanas. Su novelística es analítica. Muestra el doble fondo de los seres y las cosas. En Marías siempre hay más allá de aquello que apreciamos, siempre hay otra historia aún más profunda de la que nos cuenta. Para él escribir es pensar. Sin duda, fue y es el escritor en lengua española más respetado en Francia.
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